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Xi Jinping aplaudido por el círculo rojo empresarial de Estados Unidos

Aunque el presidente chino proyecta un tono amistoso, pero los analistas afirman que el creciente escrutinio ha puesto nerviosos a los grupos extranjeros.

El miércoles por la noche, en un hotel de San Francisco, el presidente chino, Xi Jinping, dirigió un mensaje a las empresas estadounidenses que fue ovacionado: China es un gran mercado y un amigo.

Elon Musk, de Tesla, Tim Cook, de Apple, y Albert Bourla, de Pfizer, se agolparon en el Hyatt Regency para reunirse con el líder chino, todos ellos deseosos de vender más autos eléctricos, iPhones y productos farmacéuticos en la segunda mayor economía del mundo.

Tras una esperada jornada de conversaciones con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, Xi habló ante una audiencia de unas 300 personas: "China es tanto una economía supergrande como un mercado supergrande... ".la modernización para 1400 millones de chinos es una enorme oportunidad que China ofrece al mundo".

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"El mundo necesita que China y EE.UU. trabajen juntos por un futuro mejor", añadió. "China está dispuesta a ser socio y amigo de EE.UU.".

Los afectuosos sentimientos parecían mutuos. "Si repasas la lista de las 20 principales empresas estadounidenses en China, todas estaban allí", dijo un titán de la tecnología de San Francisco que asistió al evento pero no quiso que se publicara su nombre. A su entrada en el Hyatt, el fundador de Bridgewater, Ray Dalio, le dijo al Financial Times que estaba "entusiasmado por tener esta relación [con Xi]".

Sin embargo, aunque Xi se esforzó por expresar la buena recepción de su país a las empresas estadounidenses, la combinación de las tensiones con Washington, la difícil recuperación económica tras la pandemia y la creciente contundencia del aparato de seguridad nacional de Beijing han frenado el entusiasmo de los inversores estadounidenses por hacer grandes apuestas en China.

Varias empresas estadounidenses han empezado a hacer las valijas o a redirigir sus cadenas de suministro por temor a que las tensiones geopolíticas perturben su actividad. Grupos tecnológicos como Airbnb y LinkedIn se han retirado del país, al igual que las consultoras Gallup y Forrester Research. Incluso Apple, que ha confiado durante mucho tiempo en la producción china, ha comenzado a abastecerse de pedidos en países como India y Vietnam.

Líderes empresariales y analistas dijeron que no esperaban que la cumbre de Xi con Biden descongelara totalmente las relaciones. Los dos presidentes acordaron reanudar las comunicaciones militares y crear un grupo de trabajo antinarcóticos para hacer frente a la entrada de fentanilo en EE.UU., pero se despidieron con varios asuntos sin resolver, sobre todo las tensiones en torno a Taiwán, que China reclama como parte de su territorio.

Myron Brilliant, exresponsable de relaciones internacionales de la Cámara de Comercio de EE.UU., afirmó que, aunque las autoridades chinas estaban intentando reconquistar a la comunidad empresarial en busca de inversiones y para ayudar a gestionar los lazos con Washington, "los tiempos han cambiado".

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"En resumidas cuentas, los empresarios estadounidenses no quieren verse atrapados en una partida de ajedrez entre China y los gobiernos estadounidenses", afirmó Brilliant. "Los CEOs tienen aversión al riesgo [y] el entorno entre China y EE.UU. ha aumentado el riesgo de hacer negocios en China".

Las críticas cada vez más virulentas a China por parte de los políticos de línea dura estadounidenses han complicado aún más un entorno tenso para los líderes empresariales. El martes, Mike Gallagher, presidente de la comisión sobre China de la Cámara de Representantes, calificó de "inconcebible" que ejecutivos estadounidenses pagaran por asistir a la cena con Xi, citando la represión de Beijing contra los uigures musulmanes en la región noroccidental de Xinjiang y exigiendo una lista de los asistentes.

Un ejecutivo chino-estadounidense de una empresa tecnológica con sedes en ambos países le dijo al FT que su asistencia era un "secreto de Estado".

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Darren Woods, CEO de ExxonMobil, que está construyendo una planta petroquímica multimillonaria en el sur de China, le dijo a la prensa el miércoles por la mañana que no asistiría a la cena.

"Las relaciones entre China y EE.UU. van a fluir y refluir con el tiempo", dijo Woods. "Ambos países son demasiado importantes para el orden mundial global como para no encontrar cierto equilibrio, aunque ese equilibrio cambiará".

Shi Yinhong, experto en relaciones entre EE.UU. y China de la Universidad Renmin de China, dijo que la preocupación de ambos gobiernos por la seguridad nacional pondría un techo a las relaciones. "Si los intereses económicos entran en conflicto con la seguridad nacional, ésta tendrá sin duda prioridad", afirmó Shi.

El cada vez más enérgico aparato de seguridad nacional de China ha inquietado a muchas empresas extranjeras, realizando redadas en la consultora estadounidense Bain & Co y deteniendo a cinco empleados locales del grupo de due diligence, Mintz. Beijing también ha prohibido el uso de chips del grupo estadounidense Micron en infraestructuras críticas por riesgos de ciberseguridad.

Michael Hart, presidente de la Cámara de Comercio de EE.UU. en China, afirmó que el escrutinio de Beijing sobre las empresas estadounidenses en el país estaba enviando "mensajes contradictorios" y confió en que la retórica amistosa de Xi se filtrara a través de la burocracia.

Dada la incierta trayectoria de la economía china, afectada por la atonía del sector inmobiliario y la debilidad de las exportaciones, Hart añadió que algunos grupos estadounidenses seguían siendo pesimistas. China ha luchado por impulsar un fuerte crecimiento desde que levantó los controles por la pandemia este año. Sin embargo, para muchas empresas, "China sigue siendo un mercado importante y rentable".

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Beijing "se da cuenta de que el sector privado se está poniendo bastante nervioso", afirmó Emily Kilcrease, experta en tecnología del think-tank CNAS.

Aunque Xi trató de tranquilizar a las empresas estadounidenses en la cena, a menos que Beijing afloje la presión sobre las multinacionales estadounidenses y deje de imponer prohibiciones de salida a los ejecutivos extranjeros, "esas preocupaciones del sector privado seguirán persistiendo a pesar de la retórica", añadió.

Xi dijo a los líderes empresariales en San Francisco: "La pregunta número uno para nosotros es: ¿somos adversarios o socios?". Si EE.UU. y China se ven como rivales, advirtió, "sólo conducirá a políticas mal informadas, a acciones equivocadas y a resultados no deseados".

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