Criptomonedas: cómo es el primer centro de rehabilitación para los 'cripto-adictos'
En 2016, Crag Castle se convirtió en la primera clínica de rehabilitación en diagnosticar y tratar la adicción a las criptomonedas. Desde entonces, ha trabajado con casi 250 pacientes.
Hace tiempo que pienso que comprar criptomonedas se parece menos a una inversión, que es como se suele promocionar, y más a un juego. Están las promesas de hacerse rico rápidamente, las plataformas 'gaimificadas' de trading y la pura imprevisibilidad de los mercados.
Pero en Scottish Borders, una región ubicada a unos 30 kilómetros al sur de Edimburgo, me encontré con Castle Craig, una imponente mansión del siglo XVIII que se utiliza como centro de rehabilitación desde hace más de tres décadas.
Castle Craig trata todo tipo de adicciones, desde el alcoholismo hasta la ludopatía, pero, en 2016, se convirtió en la primera clínica de rehabilitación en diagnosticar y tratar la adicción a las criptomonedas. Desde entonces, ha trabajado con casi 250 pacientes, y las cifras crecen cada año.
El responsable de la clínica cripto es Tony Marini, un escocés-italiano de 57 años que utiliza el mismo programa de 12 pasos que para tratar la ludopatía. Marini, él mismo exludópata, alcohólico y adicto a la cocaína, ahora en recuperación desde hace 17 años, me cuenta que en cuanto empezó a investigar sobre las criptomonedas después de aquel primer paciente en 2016, se quedó absorto.
"Me encontré pasando horas mirando diferentes criptomonedas, volviendo a comprobar los precios", dice. "Me estaba obsesionando... mi cerebro estaba siendo llevado exactamente al mismo lugar al que me llevaría el juego". Él mismo estuvo a punto de invertir algo de dinero, antes de darse cuenta del peligroso camino que estaba recorriendo.
No todo el mundo se vuelve adicto a las criptomonedas, por supuesto, pero no es difícil ver por qué podría ser adictivo, con su embriagadora mezcla de precios volátiles, un mercado que nunca duerme, un suministro aparentemente interminable de tokens para apostar -más de 21.000 en el último recuento- y una activa comunidad online.
Pero las criptomonedas tienen un problema que los juegos de azar, claramente etiquetados como tales, no tienen: la gente a menudo no sabe en qué se está metiendo, incluso una vez que es adicta. No hay un organismo específico que lo regule. La Autoridad de Conducta Financiera (FCA, por sus siglas en inglés) británica está planeando endurecer las leyes sobre los anuncios de criptomonedas que están por todas partes, pero no se espera que las nuevas normas entren en vigencia hasta el próximo año.
"La gente no cree que tenga un problema con las criptomonedas y éste es el mayor problema", dice Marini. "La gente que usa cripto no sabe que está apostando... porque no está regulado".
La mayoría de los pacientes de Marini que consumen criptomonedas llegan con otras adicciones -normalmente, cocaína y anfetaminas, que ayudan a los usuarios a mantenerse despiertos operando en los mercados, y no es hasta que empiezan a hablar de sus patrones de comportamiento cuando se dan cuenta de que también son adictos a las criptos.
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Un expaciente, que ya se estaba recuperando de su adicción al alcohol y a las drogas, describe haber puesto múltiples alarmas en su teléfono para poder despertarse durante la noche y comprobar los precios de las criptomonedas. Pronto se encontró con una recaída en el alcohol y la cocaína. Marini lo considera un ejemplo más de adicción cruzada, en la que una adicción alimenta a otra.
Normalmente me divierte burlarme de la toxicidad de la cultura de las criptomonedas, sobre todo cuando se dirige a los 'no-coiners' [término que se usa para referirse a las personas que no creen en las criptomonedas] como yo. Pero historias como ésta no me producen ningún placer. Puede que las criptos se disfracen de memes y remeras de Dogecoin, pero ya es hora de que empecemos a verla como lo que es: una forma de juego bastante peligrosa.
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