ANÁLISIS

Larreta en plan "todos unidos triunfaremos"

El jefe de Gobierno cree que la coalición tiene un problema de conducción y alerta que la amplitud de la mesa nacional es un obstáculo para la toma de decisiones. "No voy a ser el jefe de la oposición", suele repetir ante sus hombres de confianza. Rechaza ser el líder de Juntos

Poder sacar provecho de los éxitos electorales no es una cuestión simple, que viene dada de antemano. Muchas veces los triunfos despiertan dudas, ruidos, disputas cuya gestión requiere de un esfuerzo mayúsculo para preservar el sentido de la unidad, especialmente en espacios donde conviven expresiones heterogéneas y proyectos de poder alternativos. En gran medida la dinámica puertas adentro de Juntos por el Cambio tras la victoria de noviembre se inscribe en esa disyuntiva y abre fuertes interrogantes sobre la capacidad de la coalición opositora de sortear con éxito las diferencias en la apuesta de consolidarse como alternativa a la oferta kirchnerista en 2023.

El traspié legislativo en el debate por la modificación de Bienes Personales, los devaneos por la re-reelección de los intendentes bonaerenses, y más recientemente los cruces entre los cuatro gobernadores opositores por el alcance del respaldo a la Casa Rosada en medio de las negociaciones con el FMI pusieron en evidencia esa situación. Mostraron desconfianzas, pujas de personalismos y mucha confusión sobre el sendero que transitará la coalición en los próximos tiempos.

"No es un crisis de liderazgos, tenemos un problema de conducción", machaca Horacio Rodríguez Larreta una y otra vez ante sus hombres de mayor confianza. El jefe de gobierno porteño, quien ya no oculta los planes de trabajar por su proyecto presidencial para 2023, está convencido que la amplitud de voces que se expresan en el marco de la mesa nacional de Juntos supone un enorme contratiempo a la hora de la toma de decisiones. 

Y por eso alienta la conformación de una especie de mesa chica, de unos pocos miembros, destinada a definir la estrategia del espacio en los temas clave. Imagina sentados en esa mesa a los tres gobernadores radicales, a él mismo, a algunas de las cabezas legislativas de la coalición y algún referente de los halcones del PRO. No lo aclara, pero supone debería ser Patricia Bullrich.

Avanzar rápido en la construcción de un esquema de conducción más acotado constituye por estas horas la prioridad central del mandatario porteño. Entre su equipo de colaboradores creen que la necesidad de "administrar la unidad" dentro de Juntos se volverá el principal desafío que enfrentará su jefe político en la consolidación de su proyecto presidencial. No se trata de pulsear por convertirse en el líder del espacio, sino de fijar posiciones, plantear diferencias y poder consensuar acciones. "No voy a ser el jefe de la oposición", suele repetir Rodríguez Larreta una y otra vez.

Descree, entonces, de los obstáculos internos que podrían significar para sus planes figuras como la de Mauricio Macri, Bullrich o algún jefe radical e, incluso en un ámbito más amplio, minimiza la capacidad de acción del propio oficialismo para reconfigurarse en pos de retener el poder. 

Interpreta que el esfuerzo para mantener la unidad de Juntos es la condición necesaria para la viabilidad de su proyecto político. ¿Condición suficiente también? En un contexto económico complicado, con pocas chances de crecimiento pero despejado el temor de un default con el FMI y de una fuerte agudización del escenario social producto de un ajuste agravado, sospecha que la unidad opositora y un discurso moderado podrían ofrecer elementos dinamizadores a su favor en una sociedad golpeada por la realidad y profundamente descreída de la política.

En la intimidad de quienes lo rodean, Larreta suele ser categórico cuando se refiere a las chances electorales de Macri y del propio Alberto Fernández de cara a 2023. Considera que un deterioro del escenario económico y social redundará en una reivindicación importante de la gestión de gobierno del ex presidente, pero está convencido que difícilmente esa situación se traduzca en la alternativa de una nueva candidatura exitosa.

Respecto a Fernández es más tajante y crítico. Si alguna vez hubo una relación cordial entre ambos, eso es tiempo pasado, y pisado para el jefe de Gobierno. De todas maneras reconoce que hoy por hoy el Presidente es quien tiene más posibilidades de encabezar la oferta electoral del oficialismo y encarar la apuesta por su reelección. Aunque advierte que hace tiempo que perdió la credibilidad en importantes sectores sociales y que "es imposible que la recupere".

Sobre Cristina Kirchner suele opinar bastante poco. Asegura que apenas conoce a la Vicepresidenta, pero si abre algunas dudas respecto a sus verdaderas condiciones de construcción política. Sospecha que a veces se le asigna un genio mayor del que realmente posee.

La consolidación de un proyecto nacional es el otro plan en el que concentra sus esfuerzos Larreta. Cree que su gestión de la pandemia le permitió un nivel importante de conocimiento de su figura en todo el país y lo posicionó con cierta fortaleza en materias como educación y salud, dos históricos puntos flacos del PRO. Ahora va en la búsqueda de construir alianzas para afianzar su sueño de desembarcar en la Casa Rosada en menos de dos años.

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Comentarios

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  • SM

    Stanley Mullard

    10/01/22

    Larreta parece ser el único que no lee el rechazo creciente a su candidatura.

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