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Entre Qatar y los malabares por el dólar, los precios y el bono de fin de año

Las grandes empresas no tienen muy en claro cómo atravesarán, en los próximos cuatro meses, el programa Precios Justos. Aunque la cartelería aún no llegó a las góndolas y faltan firmar unas cuantas adhesiones, desde Economía aseguran que la lista de precios que divulgaron cuando se hizo el anuncio se está cumpliendo. La referencia apunta a la canasta de alrededor de 1800 productos que tendrá que mantenerse inalterable hasta el fin del programa. Pero en el fondo, esa no es la nómina que más preocupa a los fabricantes, porque un alto porcentaje son productos de marca propia de los supermercados. Es cierto que muchos de ellos están elaborados por empresas líderes, pero la responsabilidad del valor final de venta es de la cadena, no del fabricante.

"Lo que fijaron es un aumento de 4% mensual para el resto de los bienes (más de 30.000). Ese es el verdadero congelamiento. Fijar esa suba mensual, mientras el dólar, la tasa, los salarios y otros costos corren al 6%, es un dilema que no sé cómo vamos a resolver", señalan desde una empresa de consumo masivo. La diferencia entre ese 4% y el resto de los costos abre una brecha creciente con los precios de reposición, con lo cual el margen que tendrán para seguir produciendo en el primer trimestre de 2023 es una incógnita. La pretensión oficial de que el precio sea el mismo en el área metropolitana y en el interior tampoco está resuelta: el recargo del transporte no está contemplado.

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¿Cómo funciona la apuesta del equipo económico? Su objetivo es reducir la inflación un punto porcentual por mes. Después del 6,3% de octubre, en el que el alza de alimentos estuvo influenciada por los productos estacionales más que por la harina, el pan o el aceite, Massa repite que noviembre "tiene que empezar con 5". Gabriel Rubinstein cree que llegar a un ritmo de 4% mensual es consistente con el 60% anualizado que figura en el Presupuesto. Los economistas le piden más contundencia en los números fiscales, porque saben que si ese frente no se ordena y el BCRA todavía actúa como financista de última instancia, cualquier baja en los números de la inflación será circunstancial. Massa reconoce que hay que hacer ese camino, pero prioriza otra convergencia. Tiene que haber dólares, porque ese faltante limita la producción y achica el consumo. Pero si el circuito se revierte, las empresas tendrán un poco más de margen para ir ajustando sus precios sin sacrificar rentabilidad. Acá entran en escena el swap chino y los dólares diferenciales, las ruedas de auxilio de Massa para que la economía no se frene más de la cuenta. Por lo menos hasta el verano.

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