Cambios de gabinete

Alberto Fernández por dentro: debilitado, sin 2023 y atado a Sergio Massa

El Presidente buscó la unidad del FdT con las movidas en el equipo de gobierno aunque su imagen se deterioró. La presión de gobernadores del PJ y los gremios. El rol internacional.

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Fue el meme que más clickeos recogió en las redes en las últimas horas. Alberto Fernández al teléfono dice: "Hola Cristina, perdoná la hora: ¿Yo con qué cargo me quedo?" La imagen no cayó nada bien en la Casa Rosada. Pero el sarcasmo ilustra una cruda realidad: la de un Presidente acorralado, debilitado, sin planes para su reelección 2023 y con toda la suerte de su gobierno atada al designio de Sergio Massa o a los malhumores de la Vicepresidenta.

El albertismo ya es un puñado de dirigentes que rodea al jefe de Estado por inercia y sólo reza por llegar ilesos al final del año que viene para entregar el mandato. Un allegado y amigo de Alberto Fernández comparó la situación del primer mandatario con la del presidente Sergio Mattarella de Italia que, en estos días, quedó como figura decorativa tras la renuncia de Mario Draghi y pendiente de la suerte de un primer ministro que llegará por elecciones anticipadas.

"Alberto está sumamente debilitado y depende de Massa y Cristina para llegar al final", asegura un secretario de Estado. El esquema traduce que la llegada del superministro Massa al poder sólo presagia una mayor fragilidad del Presidente.

En el entorno de Alberto Fernández rescatan una consigna unánime: la decisión de avanzar con un profundo cambio de Gabinete sólo se ejecutó como antídoto para asegurar la unidad del Frente de Todos y evitar el colapso de la economía.

Los que dialogaron en las últimas horas con el Presidente sostienen que Alberto Fernández está muy conforme con la llegada de Massa y los cambios que hizo. No sólo esto: cree que la movida de fichas le saldrá bien para llegar ileso a diciembre del año que viene y mejorar la economía de la Argentina. Aunque admiten que el proyecto de reelección 2023 ya se abandonó. Es un papiro roto y sin retorno alguno.

REELECCION ARCHIVADA

"No es tiempo de pensar en ambiciones personales. Debemos apuntalar a Alberto en la peor crisis de Argentina desde 1945 a la fecha. Pensar en la reelección hoy sería irrespetuoso", dijo a El Cronista el secretario Parlamentario de Jefatura de Gabinete y referente del Movimiento Evita, Fernando "Chino" Navarro.

No es el único que cree que la llegada de Massa debe servir para apuntalar la unidad del FdT y evitar una crisis económica más profunda.

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En el nuevo esquema de poder Alberto Fernández sólo pudo empoderar a un puñado de sus hombres de confianza: el ministro de Obras Públicas Gabriel Katopodis, que unificará su cartera y se quedará con Transporte; Juan Manuel Olmos, que pasará como vicejefe de Gabinete y Miguel Pesce, que se mantendrá en el BCRA. El resto se repartió todo entre Massa y Cristina Kirchner.

El miércoles se anunciará un paquete de medidas armadas por el equipo del superministro Massa que serán previamente consensuadas con Cristina Kirchner y Alberto Fernández. La suerte del Presidente está atada a esas decisiones para frenar la crisis cambiaria y la debacle económica. Lo mismo ocurrió con Carlos Menem en su primer mandato con un Domingo Cavallo superministro. La concentración del poder en un solo ministro nunca fue buena receta en la historia de la Argentina.

También se busca frenar la imagen en picada del Presidente. La última encuesta que publicó El Cronista de la Universidad Di Tella sostiene que el índice de confianza de Alberto Fernández se encuentra en su nivel más bajo desde que asumió. La imagen negativa del Presidente es de las más alta de la dirigencia argentina.

Otra imagen de deterioro del poder de Alberto Fernández se visualizó en la reunión de más de tres horas que mantuvo el martes pasado en la Casa Rosada con 14 gobernadores del PJ. Todos le reclamaron cambios, exigieron sin tapujos medidas urgentes y hasta le recriminaron por la falta de acción. Después llegó el operativo clamor de los mismos mandatarios por la llegada de Massa al poder. 

La Liga de Gobernadores del PJ ya no responde al Presidente y ahora enviarán WhatsApp al nuevo superministro.

Algo similar ocurre con la CGT que emitió un comunicado con fuerte apoyo a Massa y destacando "el sentido positivo" de los cambios de Gabinete. Esta es una buena noticia para Alberto Fernández: por ahora no habrá en el horizonte cercano la convocatoria a un paro nacional como el que se mascullaba en las últimas semanas en la central obrera y en otros gremios.

En este complejo contexto, Alberto Fernández está atado a la suerte del poder de Massa, Cristina Kirchner, los gobernadores del PJ y la CGT para evitar una debacle más profunda de la Argentina. 

MALESTAR EN LAS CALLES

Algunos encuestadores hablan de un clima de malestar social en las calles similar al de 2001. En la Casa Rosada le bajan el precio a esos pronósticos. Pero hay estado de alarma en algunos despachos del Gobierno porque ven que el Presidente está ajeno a las protestas callejeras. 

Se vio el jueves por la tarde. La Plaza de Mayo estaba colmada de piqueteros opositores que exigen más planes y trabajo. Pero puertas adentro de Balcarce 50 se despuntaba una puja de poder por nombres, cargos y ravioles de organigrama de Estado.

El analista Patricio Giusto coincidió con otros encuestadores en que la situación actual del país "es muy similar a la de 2001": un clima de ebullición social que da lugar para cualquier tipo de desbande en las calles. 

Daniel Scioli y Julián Domínguez se van del Gobierno molestos. Eran dos pilares que tenía Alberto Fernández y que ahora mirarán la película a la distancia. El Presidente trató de mostrar la salida de Scioli de Producción y su regreso a la embajada en Brasil como una muestra de su redefinición de poder. Pero todos saben que el ex gobernador bonaerense se fue molesto con Alberto Fernández, evitó la convivencia salvaje con Massa y se recluyó en Brasilia. Otro signo del debilitamiento presidencial.

En el plano internacional Alberto Fernández tampoco quedó muy bien parado. A las pocas horas de que Silvina Batakis dejó Washington, luego de una visita al FMI, el Tesoro estadounidense, inversores y el Banco Mundial, al embajador Jorge Argüello le llovían mensajes con preguntas, dudas y hasta recriminaciones por la jugada de la ahora ex ministra de Economía. 

¿De qué sirvió semejante exposición y movida de Batakis en Estados Unidos si se sabía que no duraría más de 15 días en el cargo y que su suerte ya estaba definida con la llegada del superministro Massa?

Mayor confusión se dio en el FMI: además de no entender qué pasó con Batakis, que estuvo el lunes en las oficinas de Pensylvania Avenue, tuvieron que salir a desmentir una supuesta charla de Alberto Fernández con Kristalina Georgieva que la Casa Rosada dio como real. 

DESCONCIERTO INTERNACIONAL

Pero el malestar y desconcierto con la Argentina no sólo se enfoca en Washington. En las embajadas extranjeras apostadas en Buenos Aires también se preguntan cuál es el poder que tiene realmente hoy Alberto Fernández y no saben si acudir a Cristina Kirchner y ahora a Massa para evaluar definiciones de agenda diplomática o inversiones.

Un embajador europeo se animó a decir en las últimas horas ante El Cronista que "la imagen del Presidente está tan deteriorada que no tiene sentido entablar un diálogo con él y sólo restará esperar a que termine su mandato".

Argüello, por su parte, transmitió el malestar de Washington a Buenos Aires por el fallido viaje de Batakis y su propio desconcierto. No hubo muchas respuestas o explicaciones. 

En la Casa Blanca ratificaron en las últimas horas la invitación postergada de Joe Biden a Alberto Fernández que se haría a fines de agosto. Pero esto no será más que un signo de protocolo obligado. En Washington ya ven al presidente argentino como el pato rengo y saben que deberán esperar a su sucesor para redefinir las relaciones bilaterales a futuro. Tampoco Biden goza de mucha popularidad en Estados Unidos.

"Dios los guarde", escribió en tono críptico Gustavo Beliz al renunciar a la Secretaría de Asuntos Estratégicos. Lo cierto es que más de un funcionario del Gobierno cree que el Presidente necesitará de un milagro para poder surfear de aquí a diciembre de 2023. 

Alberto Fernández deberá lidiar con el pesado rol de pato rengo hasta el final de mandato, quedó debilitado y su suerte dependerá de Massa. Buscará ocupar un rol de líder regional con la CELAC, el Mercosur resquebrajado y la eventual victoria de Lula da Silva en Brasil. Pero en el fondo lo acecha un teorema inevitable de la política: por más que haya un milagroso éxito en la gestión del Gobierno, los laureles serán para el superministro Massa que también tiene aspiraciones presidenciales y prepara el terreno para 2023.

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