SALIENDO DEL CLOSET CORPORATIVO

Seis enseñanzas del método que usó Israel para controlar la inflación

Existen algunas similitudes y moralejas posibles del programa que implementó exitosamente Israel en 1985, cuando padecía una inflación mensual del 10%, fuga de capitales, pérdidas de divisas y un déficit fiscal de 16 puntos del PBI.

Hace unos seis meses que vengo sosteniendo que no podemos resignarnos a seguir soportando tasas nominales de inflación tan altas que nos desordenan la vida y que alteran tan negativamente el humor social. 

Paso por paso, el plan de shock que necesita el Gobierno para domar la inflación

Los empresarios vivimos en una carrera constante para volcar a precios los aumentos de nuestros costos de mínima o recuperar en algo o mucho la rentabilidad, de máxima. Los sindicatos hacen lo mismo en las paritarias intentando lograr aumentos nominalmente astronómicos para poder ofrecerles como trofeos a sus asociados sin reparar que ese remedio siempre llega tarde y sólo reaviva más la enfermedad inflacionaria crónica

Así se describe ni más ni menos que la tan mentada puja distributiva que es el emergente de un proceso de recomposición de precios relativos que se reproduce de una forma desordenada y caótica. 

Alguien me diría que hay que dejar al mercado que se auto regule solo. Yo creo que en esa puja hay dos partes muy desiguales y el Estado puede ejercer un rol regulador que garantice que en casos de excesiva dominancia no se registren abusos indebidos. 

Un ejemplo sencillo alcanza para ilustrar el tamaño de la distorsión si comparamos lo que vale un par de zapatillas de marca y el sueldo mínimo vital y móvil; cambiarlos uno a uno, mano a mano nos dice que algo no funciona bien en el proceso de distribución de ingresos y que es imposible sustentar esa desigualdad en el tiempo sin consecuencias severas. 

González, uno de los artífices de los acuerdos de la Moncloa en la España post-franquista

El ex presidente español Felipe González lo argumentó durante su paso por la Argentina. "Un factor de sostenibilidad para el sistema es una redistribución de la renta para que no aumente la desigualdad lacerante", afirmó en una charla realizada en el Hotel Alvear. 

El milagro de un mini Pacto de la Moncloa en el subsuelo del Hotel Alvear

En ese sentido una suma fija incorporada a los salarios más bajos tendría un efecto muy positivo en materia de shock redistributivo aunque sea muy poco valorada por algunos sectores sindicales que equivocadamente intuyen una pérdida de poder frente a sus trabajadores al no poder capitalizar ese logro en las discusiones paritarias. Una mirada corta y finita. 

Es en este contexto que el último fin de semana expresé en Twitter la bala de oro que dispone el gobierno para recuperar competitividad electoral implementando un plan de shock anti inflacionario atrás del cual se mancomunen las tres fuerzas políticas representadas en el Frente de Todos

¿Hay algún otro logro de mayor impacto de cara a las elecciones que bajar la inflación? Tal apreciación generó una reacción desproporcionada en algunos sectores políticos y periodistas más vinculados con la rama derecha de la grieta; no quedó tan claro si era por la propuesta en sí o por la especulación de la competitividad electoral que tal iniciativa le generaría al Frente oficialista. 

Pero en todo caso me pareció interesante recordar algunas similitudes con el programa que implementó exitosamente Israel en 1985, bajo la gestión del Primer Ministro Shimon Peres (en la foto que ilustra esta nota), cuando padecía una inflación mensual del 10%, fuga de capitales, pérdidas de divisas y un déficit fiscal de 16 puntos del PBI. 

Michael Bruno, uno de los principales responsables del diseño y la ejecución de este plan destaca sus principales conclusiones sobre dicho programa: 

1. Reducción del déficit fiscal a la mitad en el primer año fue condición necesaria pero no suficiente. Recordemos que ellos venían de un déficit de 16pp y nosotros terminaremos 2022 con el 2,5%. Y sobre esto acordemos que el Ministro Sergio Massa ha venido trabajando meticulosamente en una reducción no menor del gasto público. 

2. Necesidad de sincronizar salarios, precios, tarifas y dólar. Un fracaso en esta ecalización implica una derrota en el plan anti inflacionario. Una vez más nos viene a la mente la comparación entre el par de zapatillas de marca y el salario mínimo y la importancia de avanzar en una recomposición salarial de suma fija a los escalafones más bajos. 

3. Cuando los factores económicos están distorsionados no alcanza con atacar el déficit fiscal porque la puja distributiva continuará presionando. Pretender que a esta velocidad inflacionaria, la política fiscal y monetaria estricta corrige el desmadre de los precios es ilusorio. 

4. Una reducción gradual es prácticamente imposible a causa de la inercia inflacionaria. Este factor es uno de los que Bruno destaca como de los argumentos qué más difícil le resultó a la hora de persuadir a los demás sectores políticos y económicos. 

5. La tasa de cambio debe tener un ancla nominal; en el caso de Israel optaron por una devaluación inicial del 20% pero en nuestro caso dada la alta brecha existente yo propongo un desdoblamiento inicial que desemboque a mediano plazo en una unificación cambiaria. 

6. El respaldo político es clave. A raíz de la importancia del último punto es que me expresé enfáticamente en la gran posibilidad que tiene el Frente gobernante si estuvieran dispuestos a deponer diferencias (incluso ideológicas) y converger en las necesidades de la gente. 

El premio si lo hacen bien sería una gran recuperación en su competitividad electoral de cara al 2023. Podrán hacerlo 

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