Saliendo del closet corporativo

Paso por paso, el plan de shock que necesita el Gobierno para domar la inflación

A esta altura de la escalada inflacionaria, ya no es posible apostar a una estabilización gradual y consensuada con empresas y sindicatos. Se necesita un plan de shock, con una ecualización previa de los precios relativos de la economía

 En los últimos meses se viene discutiendo en los ambientes académicos primero y últimamente en los medios de comunicación, si es posible reducir drástica y rápidamente la inflación o si deberíamos apostar a una estabilización gradual y lenta pero consensuada con empresas y sindicatos

Lo primero que deberíamos hacer es recordar que estamos transitando un fenómeno de MUY ALTA inflación que excede el registro de tres dígitos anuales. El año pasado lo hacíamos a la mitad de esta velocidad y aún así resultó entre frustrante e imposible el intento de gradualidad. 

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A pesar de la irritación que le genera a los economistas más liberales y ortodoxos, la inflación persistente genera anticuerpos que reconocen rápidamente sus efectos y protegen a los actores sociales que disponen de un buen sistema inmune. Esos anticuerpos se llaman indexación general de la economía. Y su inercia, una vez desatada, adquiere una dinámica autónoma de las distorsiones macroeconómicas y monetarias conocidas como déficit fiscal y la emisión monetaria. 

A esta altura creo que la mayoría de los liberales debe estar escandalizados. El gran problema es que, tal como en la biología, no todas las personas tienen una protección inmune satisfactoria. Y en este caso, cuanto más vulnerable, informal y periférico se encuentre en la escala social, menos protegido se encuentra. Lamento si esta verdad suena populista, pero como dice Serrat, nunca es triste la verdad: lo que no tiene es remedio. 

A raíz de esta conducta autónoma, es muy improbable que la indexación pueda desandarse gradualmente dado que se retroalimenta sistemáticamente en base a lo ocurrido en el mes (a veces semana) anterior, generándose de este modo un círculo vicioso de compleja desarticulación. Sí, la famosa multicausalidad que tanto enoja a muchos de mis colegas cuando se la invoca. 

Aquí es donde algunos kamikazes corporativos sostenemos la necesidad de aplicar un plan de shock que corte de cuajo el proceso indexatorio de una forma similar a lo que en medicina se conoce como un torniquete frente a una hemorragia. El torniquete no elimina las causas principales de la inflación que son los desajustes macroeconómicos pero permite desescalar los niveles de nominalidad exagerada y remitirla sólo a los valores que justifican el déficit y la emisión vigentes. 

Luego deberán tomarse otras decisiones más profundas para estructurar un nuevo equilibrio financiero. Pero volvamos al plan de shock. No hay ninguna posibilidad de hacerlo exitosamente sin un requisito previo cuyo diseño y ejecución requieren de una pericia considerable.

Se trata nada menos que de la ecualización de los precios relativos de la economía para corregir por lo menos las distorsiones más groseras percibidas a la fecha de su implementación. Las tarifas públicas probablemente requieran otro ajuste menor pero plano a todos los usuarios y sin demora. 

El gran problema es que, tal como en la biología, no todas las personas tienen una protección inmune satisfactoria. Y en este caso, cuanto más vulnerable en la escala social, menos protegido 

Los precios de los bienes y servicios están siempre y por definición bien al día, por contar con estructuras de costos y márgenes suficientemente profesionales en las empresas que los mantienen actualizados. 

Nos quedan entonces los otros dos precios claves de la economía: el de los salarios y el dólar. Para los salarios correspondería revisar las paritarias acordadas por cada sector industrial y proceder a anticipar los porcentajes futuros que aún no fueron aplicados. Lo propio habría que hacer con las jubilaciones y el salario mínimo.

Especial atención habría que asignarle para evitar que ninguna de estas paritarias acordadas quede significativamente por debajo de la inflación transitada en el año y a la fecha de inicio del plan. No sería mala idea tampoco (Dios me perdone este pecado...) pensar además en una suma fija que revitalice el poder adquisitivo más que proporcionalmente en los sectores más bajos de la pirámide

Nos queda entonces ecualizar y estabilizar el mercado cambiario, o sea, el precio del dólar. En este enfoque de shock, lo más adecuado es aplicar un Desdoblamiento Cambiario. No es recomendable un salto devaluatorio en el dólar oficial porque rápidamente se trasladaría a los precios y no se habría generado ninguna ganancia de competitividad. 

Pero sí podemos descomprimirlo y dar una señal de apertura gradual en los mercados, propiciando la creación de un solo dólar financiero (similar al que hoy conocemos como MEP) donde podríamos hacer circular un 30% de la economía. Por el lado de la demanda concentraríamos todos los dólares especiales lanzados en las últimas semanas: turismo exterior y bienes de consumo suntuario; por el lado de la oferta, las exportaciones de las ciencias del conocimiento y un 30% de la soja y sus derivados. 

El dólar oficial quedaría circunscripto a las importaciones de insumos productivos y medicamentos, así como las exportaciones de los granos vinculados a la producción de alimentos. Con este desdoblamiento lograríamos administrar los dólares escasos de una forma transparente, evitaríamos un impacto negativo en los precios de la canasta básica de los argentinos y por último pero no menos importante, lograríamos bajar la brecha cambiaria a la mitad, con un flujo permanente de exportaciones en este mercado secundario. 

Especial atención habría que asignarle para que ninguna de estas paritarias acordadas quede significativamente por debajo de la inflación. Y no sería mala idea tampoco (Dios me perdone este pecado...) pensar además en una suma fija

Una vez concluida esta etapa de ecualización, estaríamos en condiciones de pasar a implementar un congelamiento de precios, tarifas, dólar y salarios por el transcurso de seis meses. Es fundamental hacerlo con un andamiaje jurídico apropiado (DNU) que establezca penalidades apropiadas para el caso de incumplimientos. 

Durante este período semestral se deberán analizar las situaciones puntuales que puedan haber quedado con algún nivel de desfasaje para corregir quirúrgicamente a partir de la finalización del congelamiento. No están dadas las condiciones para excluir del presupuesto nacional todo déficit y emisión hoy. Pero tampoco se justifica seguir sometiendo a la población a una nominalidad del 100% que no le sirve a nadie y que tampoco representa la realidad de nuestra macroeconomía. 

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Comentarios

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  • RN

    Raul Nieto

    18/10/22

    Sigue demasiado generalizados en las definiciones sobre el plan que expone y pone como ancla el valor del dolar al generar 2 cotizaciones

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