Inversión extranjera directa: ¿pueden Estados Unidos y China convivir?
La inversión extranjera directa (IED) China en América Latina (AL) se ha desacelerado algo en los últimos años de acuerdo a las estadísticas de organizaciones globales publicadas. Las razones varían, pero la realidad es que ha habido una notable tendencia a la baja en los anuncios de proyectos en los últimos años, una disminución gradual en el valor de los proyectos nuevos de IED a lo largo del tiempo y una caída más pronunciada en el valor de las fusiones y adquisiciones chinas ( M&A) en la región. La aparente reciente caída de la IED china en AL es atribuible a numerosos factores, pero está relacionada, al menos parcialmente, con una reconsideración de las prioridades de inversión por parte del gobierno de China y sus empresas.
La realidad es que las empresas chinas en muchos casos buscan un mayor compromiso con AL, pero a través de acuerdos más pequeños en promedio, y en sectores que están directamente alineados con los propios objetivos de crecimiento económico de Beijing. Muchas de estas nuevas áreas prioritarias son descritas por China como "nueva infraestructura", término que abarca diferentes industrias (telecomunicaciones, tecnología financiera y transición energética, por ejemplo) que están relacionadas con la innovación, y que son una parte crítica de la propia economía de crecimiento de China. Estos sectores se encuentran entre aquellos que algunas naciones del G7 también han tratado de priorizar en AL y otras partes de América del Sur.
Ya sea en términos de valor o de número de acuerdos, la IED China en estas industrias está aumentando y representa el 58 por ciento (alrededor de 3.700 millones de dólares) del total anual de IED China en la región en el 2022 y más del 60 por ciento del número total de acuerdos de IED, anunciado por empresas chinas ese año. ¿Que nos dicen las estadísticas?
En América Latina, las empresas chinas invirtieron alrededor de 160.000 millones de dólares en unas 480 transacciones entre 2000 y 2020, principalmente a través de fusiones y adquisiciones y, en menor medida, proyectos totalmente nuevos y otras inversiones directas no financieras.
China es ahora el principal socio comercial de América del Sur y el segundo de América Latina en su conjunto, después de Estados Unidos. Las exportaciones latinoamericanas a China son principalmente soja, cobre, petróleo y otras materias primas que el país necesita para impulsar su desarrollo industrial.
China ha orientado sus inversiones en América Latina hacia sectores estratégicos como minerales críticos, tecnología y energía renovable.
Brasil obtuvo la mayor proporción de la IED China en la región durante dos décadas hasta 2022, con 78.600 millones de dólares o el 42 por ciento del total.
Perú fue el segundo mayor receptor, seguido de México, Argentina y Chile. La inversión de Beijing en México se concentra cada vez más en manufacturas de alto valor, y las empresas chinas trasladan la producción desde su base de origen a México para aprovechar el acceso comercial privilegiado de ese país al mercado norteamericano (nearshoring).
Si bien la inversión ha crecido de manera constante, el comercio entre China y América Latina se ha disparado en las últimas dos décadas, pasando de 14 mil millones de dólares en 2000 a 495 mil millones de dólares en 2022. Las exportaciones chinas a la región consisten en bienes y servicios cada vez más de alta tecnología, aunque en las importaciones de Beijing los productos de América Latina todavía consisten principalmente en materias primas, tal como lo fueron históricamente (¿se acuerdan de las teorías de Prebisch?).
Los inversores chinos siguen centrados en sectores de interés tradicionales, incluidos los relacionados con la seguridad alimentaria y energética de China. Algunos de ellos todavía representan una porción significativa de la inversión total, pero la inversión dentro de estos sectores también está cambiando de maneras que son consistentes con el creciente enfoque de China en la innovación.
En general, el tipo de proyectos de infraestructura a gran escala que alguna vez caracterizaron la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), la iniciativa de política exterior emblemática del presidente chino Xi Jinping, ya no son tan representativos de la inversión China en AL como lo fueron antes. En muchas partes de la región, el interés chino en canales, ferrocarriles y otras importantes infraestructuras de transporte y energía está siendo reemplazado por un creciente énfasis en la innovación, ya sea en tecnologías de la información y la comunicación, energía renovable u otras industrias emergentes resultado del enfoque actual de Beijing en su propia modernización económica y competitividad global. Históricamente, las empresas chinas se centraron en los vastos recursos agrícolas y extractivos de la región. De 2003 a 2022, la IED China ascendió a 187.500 millones de dólares en AL, todavía muy por debajo de los flujos de IED de Estados Unidos o Europa durante el mismo período.
En promedio, la IED de China alcanzó los 14.200 millones de dólares al año entre 2010 y 2019, pero cayó a un promedio de 7.700 millones de dólares entre 2020 y 2021, y luego a 6.400 millones de dólares en 2022.
China parece haberse concentrado en las industrias de generación y transmisión de electricidad ("servicios públicos") de AL. Por ejemplo, en 2020, China Yangtze Power, una filial de China Tres Gargantas, anunció planes para adquirir Luz del Sur, la empresa de servicios públicos más grande de Perú, responsable de suministrar electricidad al sur de Lima. A través de ese acuerdo, China Yangtze Power también adquirió participaciones en Inland Energy, que participó en la presa de Santa Teresa I y en la construcción de las plantas de generación de energía Santa Teresa II, Lluclla y Lluta. China Tres Gargantas también tiene participaciones en las represas Chaglla y San Gabán III de Perú. En Chile, China Southern Power Grid compró una participación en la empresa de transmisión de energía Transelec en 2018 y State Grid compró la distribuidora de energía Chilquinta Energía en 2019 y CGE en 2020. En total, los acuerdos de generación y transmisión de electricidad representaron casi el 74,4 por ciento del total de transacciones de fusiones y adquisiciones. en los últimos cinco años y una cantidad significativa (16.900 millones de dólares) del valor total de la IED China en la región durante ese período. Nada despreciable.
En conclusión: Argentina necesita de China financieramente para rollover la deuda con el FMI. Necesita de China para inversiones en infraestructura de caminos, generación de energía, puertos y minería. Y necesita de China y Brasil para comercio exterior. No necesita inversiones chinas en las áreas mas sensibles para Estados Unidos (comunicaciones, espacio radioeléctrico, aeropuertos, petróleo). Es decir, todas las áreas deberían estar abiertas a la libre competencia de los oferentes quienes por la realidad de su propio mercado no se excluirían. Tampoco muchas de ellas necesitan de subsidios extraordinarios sino de una regulación que perdure en el tiempo. Una realidad compatible con las ideas "libertarias" del presente Gobierno.
Las más leídas de Columnistas
Destacadas de hoy
Members
Cuál es el precio del dólar oficial y de los dólares financieros CCL y MEP.
Toda la información que necesitas sobre cómo sigue la semana en los mercados.
Bonos, acciones, riesgo país, Cedears, plazos fijos.
Compartí tus comentarios