El escándalo del imperio cripto envuelve a prestigiosos abogados de Wall Street
El trabajo de Sullivan & Cromwell antes y después de la quiebra de la plataforma de criptomonedas FTX genera controversia, inclusive en el Departamento de Justicia de Estados Unidos
Desde que Algernon Sydney Sullivan y William Nelson Cromwell abrieron su despacho en 1879, Sullivan & Cromwell se ha convertido en un estudio de referencia para las empresas más importantes del mundo, desde General Electric hasta Goldman Sachs.
En 2021, el estudio de abogados empezó a trabajar con un joven empresario que, tanto en sentido figurado como literal, estaba lejos de su base en Wall Street, pero que algunos creían que podía ser el próximo superhombre financiero. FTX, con sede en las Bahamas, era todavía una empresa en sus inicios, pero su fundador, Sam Bankman-Fried, se estaba convirtiendo en la imagen respetable, aunque excéntrica, del emergente sector de las criptomonedas.
Durante los siguientes 16 meses, Sullivan se embolsaría 8,6 millones de dólares en honorarios realizando varios encargos para FTX. Ahora el estudio de abogados podría tener unas ganancias inesperadas de decenas de millones de dólares pagados por ayudar a gestionar el imperio de las criptomonedas caído en desgracia, ya sin su fundador.
La cantidad que Sullivan ganó con el boom de FTX, y la que puede ganar con su caída, son modestas si se comparan con los ingresos totales, que, según American Lawyer, ascendieron a 1700 millones de dólares en 2021. Pero su papel protagonista en la operación de rescate ha puesto el foco en este estudio por su relación con la fintech ahora en quiebra.
El viernes, un juez federal que supervisa la quiebra, permitió a la nueva dirección de FTX contratar a Sullivan como principal abogado del proceso, tras rechazar las objeciones de que la empresa estaba demasiado implicada por su relación con la plataforma como para mostrarse imparcial en la investigación sobre las supuestas irregularidades. El nuevo CEO de FTX, John Ray III, ha declarado su interés en devolver cuanto antes los fondos a los titulares de cuentas con la ayuda de Sullivan.
"La aprobación de Sullivan probablemente suscitará inquietud entre algunos inversores", reconoce Jared Ellias, profesor de la Facultad de Derecho de Harvard y abogado especializado en quiebras.
Cuando las criptomonedas empezaron a irrumpir en el mercado, las inversiones de Sullivan se dividieron por generaciones, según un ex empleado. El estudio, que cuenta con 900 abogados y tiene su sede en el distrito financiero de Manhattan, incluso prohibió a sus abogados tener criptomonedas. Al principio se mantuvo la cautela, hasta que llamaron a la puerta start-ups tan destacadas como Coinbase, DCG, Galaxy y Gemini y FTX, que necesitaban asesoramiento cuando empezaron a interactuar con reguladores financieros.
La relación entre Sullivan y FTX comenzó en julio de 2021, cuando el estudio fue contratado para el asesoramiento sobre una pequeña adquisición. Uno de los socios de Sullivan, Ryne Miller, acababa de dejar el despacho para convertirse en asesor general de la plataforma.
La firma fue elegida, según un antiguo empleado de FTX, por su experiencia reguladora. Ayudó a FTX con las consultas de los reguladores que se preguntaban si los clientes estadounidenses estaban accediendo indebidamente a la plataforma internacional de la bolsa de criptomonedas. El despacho también ayudó a elaborar la innovadora propuesta de FTX a los reguladores estadounidenses para automatizar la gestión de riesgos en los mercados financieros. Cuando el desplome de FTX comenzó a ser evidente a principios de noviembre, Miller acudió inmediatamente a Sullivan para que le diera ideas sobre cómo podría responder.
Al parecer, Sullivan nunca colaboró con FTX en la captación de nuevo capital, lo que podría haberle permitido tener acceso a información confidencial que podría haber compartido con los inversores. Por tanto, la firma de abogados no habría tenido motivos para cuestionar el valor de mercado o la situación financiera de su cliente.
Sullivan parecía, en cierto modo, el despacho ideal para investigar miles de millones en criptomonedas y tokens repartidos por todo el mundo ya que está especializado en banca, servicios y regulación financieros, y muchos de sus socios principales son antiguos reguladores.
Tras la caída, se sucedieron numerosas objeciones al trabajo de Sullivan en la quiebra de FTX de múltiples sectores, incluido el US Trustee Program, una división del Departamento de Justicia de Estados Unidos, y de cuatro senadores estadounidenses. Protestaron por el hecho de que el estudio no hubiera hablado claramente de su relación con Miller, consejero general de FTX, que había sido socio de Sullivan antes de incorporarse a la plataforma de criptomonedas. También dejaron entrever la posibilidad de que la firma acabara teniendo que investigar sus propias acciones.
El opositor más destacado al acuerdo fue el propio Bankman-Fried, que en Twitter y Substack arremetió contra el nuevo régimen de FTX, al tiempo que negaba los comentarios de que Sullivan no tuviera una estrecha relación con el imperio de la criptomoneda antes de su colapso. Bankman-Fried insistió en que fue coaccionado por Sullivan y Miller para declararse en quiebra, incluso cuando alegó que estaba a punto de captar fondos para salvar la empresa.
Sullivan presentó una declaración más detallada de su relación con FTX, en la que insistía en que la veintena de encargos que había realizado eran "especiales" y que la plataforma nunca había sido clasificada como cliente "habitual" a nivel interno. En cuanto a las demás acusaciones, el estudio las negó. Andrew Dietderich, el principal abogado de quiebras de la firma, atestiguó en los documentos judiciales que sólo había hablado con Bankman-Fried en dos ocasiones.
A raíz de las críticas del fundador de FTX, es probable que a partir de ahora al despacho le resulte difícil forjar lazos con nuevas start-ups de moda. Ankush Khardori, ex fiscal federal y abogado del sector privado, afirma que los grandes estudios de abogados están deseando apostar por empresas prometedoras que creen que pueden convertirse en clientes importantes a medida que prosperen.
"Todo esto hace que estos estudios sean muy vulnerables por aceptar clientes que al final pueden resultar un fraude. Sullivan parece no haber aprendido la lección o sencillamente no le importa con tal de seguir cobrando sus honorarios", concluye Khardori.
Compartí tus comentarios