La macro, la micro y la metáfora de la tortuga
Estamos en la antesala del inicio de un nuevo proceso electoral que probablemente nos ocupe todo lo que resta de 2023. Lo primero es no olvidar la importancia de poder celebrar cuatro décadas ininterrumpidas de democracia que, con todas sus imperfecciones, sin dudas es condición necesaria para avanzar hacia un futuro que nos integre a todos, nos permita prosperar y especialmente, construir diálogos pacíficos y honestos.
Pese a la fragmentación y a la crispación de las posiciones electorales, una necesidad de cambio es demandada por la mayor parte de la sociedad que aspira a concretar las posibilidades reales de crecimiento y bienestar que tiene Argentina, y que sin dudas estos años recientes lo han convertido en una asignatura pendiente.
En este sentido, quién sea la persona elegida para representarnos y conducirnos los próximos años, enfrentará un escenario 2024 a priori con condiciones propicias para dar un paso hacia adelante. La estabilización de la macro se lleva todas las luces en este sentido, y no será tarea sencilla, pero luego de un 2023 lleno de adversidades, el próximo año vendrá con algo de oxígeno para implementar las medidas ineludibles.
Mindset Latam: lo bueno, lo malo, lo feo
¿Y qué viene después de la macro? Aun cuando pensemos que la tan ansiada estabilidad macro va a llegar, el problema de desarrollo persiste y se agudiza.
Valores como inclusión social, igualdad de género, digitalización sostenible y lucha contra la desigualdad monopolizan la agenda que promueve la Unión Europea. Y demuestran la necesidad de una cooperación horizontal, bilateral y complementaria para abordar desafíos y promover un mundo más justo y equitativo. En este marco, existe un consenso de que la gobernanza y administración de recursos deben ser ágiles y coordinados, enfocándose en la desigualdad, el cambio climático y los problemas relacionados con la escasez de alimentos, agua, servicios basados en el conocimiento y energía.
¿Estamos sentados en la mesa de esta discusión? Lamentablemente no.
La dimensión del cambio y los desafíos que vienen
Mientras Argentina se enfoca en corregir la macroeconomía como valor esencial, Europa avanza en fortalecer y renovar sus vínculos con América latina y el Caribe en un contexto de reconfiguración geopolítica mundial. La agenda de desarrollo promueve valores sostenibles y fiables para abordar desafíos como el cambio climático y mejorar sistemas sanitarios, acceso al agua, transición energética, competitividad y seguridad de las cadenas de suministro globales. Pero para el éxito de la asociación UE-América latina y el Caribe, se requiere respaldar acuerdos políticos con una agenda clara, diálogo bilateral complementario y horizontal, inversiones significativas y una hoja de ruta para su implementación. La articulación de un plan de inversión y comercio es fundamental, considerando las bases compartidas en historia y valores.
En esa partida, Argentina tiene que aplicar toda su inteligencia económica y actuar de manera decidida a través de sus representaciones para mostrarse como un socio estratégico confiable y complementario para las cadenas de valor.
¿Somos capaces de promover el desarrollo sostenible a través de soluciones innovadoras y alianzas verdes y digitales inclusivas? La respuesta está en la micro.
Tantos años en el pantano de la inestabilidad y el corto plazo, naturalizaron comportamientos económicos de corto aliento y hoy parece demasiado ambicioso pensar más allá. Sin embargo, es prioritario entender que una macro saludable sólo nos iguala en términos de jugar en 'la misma cancha' que el resto, pero qué juego despleguemos es la verdadera conversación.
La trampa de la calidad
En estos días de noticias meteorológicas surrealistas, nos enteramos de que muchas especies ven alteradas sus conductas habituales. Un caso muy llamativo es el de la tortuga que repentinamente interrumpe su hibernación dadas las altas temperaturas. Las olas de calor no tienen precedente en los registros estadísticos y vemos los efectos de romper un sistema de señales que se asegura que todo un ecosistema funcione regularmente.
Esta desorientación en la conducta de los animales nos sirve para graficar con mucha claridad la realidad micro de nuestra economía y nos alerta sobre el arduo trabajo que debemos encarar luego que logremos estabilizar la botonera de la macro.
Algunas palancas que hoy sostienen la economía, aquellos sectores que han podido resistir a las crisis y las turbulencias recientes debido a particularidades que los resguardó, tienen fundamentos que necesariamente se tendrán que revisar, y que en muchos casos sólo resuelven el nivel general de su actividad, es decir, el denominado PxQ, pero no suman (incluso restan), en avanzar sobre la calidad, condición necesaria en un mundo integrado y competitivo.
Me refiero a quienes crecen amparados por las limitaciones de la competencia externa, también traccionados por una demanda interna muchas veces incentivada fiscalmente y un consumidor al que le queman los pesos y tiene un surtido acotado para definir su compra. O los sectores que encuentran sus oportunidades en una dimensión del gasto público que no es sostenible, o incluso aquellas oportunidades extraordinarias de hacer buenos negocios a partir de la inflación. Los desórdenes de la macro, como todos los desórdenes, generan hábitos negativos y en el momento de la sanación, el tratamiento implica modificaciones que no son agradables. La economía deberá repensarse en sus fundamentos microeconómicos y es como la decisión de dejar de fumar.
Aunque es comprensible que la centralidad de nuestra discusión esté en la agenda de lo urgente, de la inflación, de las reservas, del FMI y del valor del dólar en cada minuto; superar estos desafíos significará sólo cambiar la locomotora a vapor por una eléctrica. Otra conversación es a qué vía nos subimos, cómo hacemos para subirnos y si por fin, coincidimos en el camino elegido.
Compartí tus comentarios