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La dimensión del cambio y los desafíos que vienen

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"Cuanto más leemos y miramos en línea, más difícil se vuelve notar la diferencia entre lo real y lo falso. Es como si supiéramos más, pero entendiéramos menos", dice el filósofo Michael Patrick Lynch.

La historia como disciplina nos aporta con especial nitidez la idea de que los acontecimientos del presente podrán ser puestos en su verdadero lugar cuando transcurre cierto tiempo que nos provee de una mínima perspectiva, una lejanía suficiente que nos vuelve más criteriosos y nos brinda las referencias justas.

La imagen de que estamos en medio de una ola de cambio y mientras la estemos surfeando no podemos saber su verdadera dimensión es muy gráfica. El dilema se presenta para las decisiones que no pueden esperar, aquellas para las cuales ex post ya es tarde.

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Hay tres dimensiones relevantes que nos dan la magnitud de la transformación que estamos protagonizando: el alcance, la profundidad y la velocidad.

Movilidad

El impacto de las grandes tendencias en la movilidad tiene un carácter 360, por eso es un gran ejemplo cuando hablamos de disrupción. El cambio climático, las nuevas 'conciencias' sociales, las nuevas tecnologías y sus aplicaciones están construyendo un nuevo paradigma, donde posiblemente todo aquello que era estructural en la antigua cadena automotriz ya no esté, o permanezca en los márgenes del nuevo ecosistema.

Estamos observando la transformación más grande en la movilidad de los últimos 100 años. Por un lado, la oferta tenderá a electrificarse: se estima que el 30% de los nuevos autos vendidos en el 2030 serán completamente eléctricos, por lo que la necesidad de reconvertir la infraestructura vial será cada vez más fuerte. Además, en un contexto donde el consumidor pierde interés en ser dueño de un auto, la gobernanza del automóvil entrará en disputa entre las terminales que ingresan a la comercialización, los nuevos jugadores tecnológicos que ingresan al mercado y las tradicionales concesionarias. Hay un nuevo tablero en el que las fichas no detienen sus movimientos y los roles se entrelazan.

Este incremento en la competencia amenaza los márgenes de rentabilidad de las concesionarias, los cuales caerán hasta el 7% para el 2030. Por otro lado, la pandemia fue un gran acelerador de la digitalización, posibilitando que las concesionarias desarrollen nuevos negocios digitales y exploten los datos que generan; el 78% de los CEOs del sector cree que la mayoría de las ventas en sólo siete años será online.

Esta transición se acelera constantemente, alentando cada vez más una oferta de movilidad interconectada, amplia y eficiente. Por ello, no sólo las actividades tradicionales de las concesionarias están siendo rediseñadas, sino que además se adicionan nuevas propuestas disruptivas y la oferta de una nueva movilidad. Así, la fisonomía y actividades de las concesionarias está experimentando grandes cambios para la próxima década.

Hay significativos casos que ilustran lo anterior. En materia de movilidad, Cazoo, una empresa inglesa dedicada a la comercialización de autos usados, que transformó su modelo de negocio hacia la venta de automóviles usados certificados con envío a domicilio, además de ofrecer diferentes planes de suscripción para el alquiler de automóviles. Kinto, el programa de movilidad de Toyota, no sólo ofrece suscripciones y alquiler de automóviles, sino que incorpora soluciones de car-sharing y programas de mantenimiento y chequeo del vehículo.

El gran disruptor del negocio es Tesla. Apostando por la integración, sustentabilidad y tecnología, la empresa estadounidense desarrollo un modelo de negocio basado en la gestión digital centrada exclusivamente en el cliente, alineando incentivos entre producción y venta. A su vez, Mercedez-Benz también apuntó a mejorar su vínculo con el cliente a través de la implementación de un modelo de agencia, tomando mayor injerencia del proceso comercial. Audi avanzó sobre la comercialización, pero en el espacio digital: desarrolló una experiencia de compra basada en realidad virtual, explorando un nuevo mundo que es el Metaverso.

Más allá de que los cambios que están sucediendo en las principales economías (EEUU, China, Europa, Japón) llegarán al país con cierto rezago, Argentina no está exenta de la transformación. El mapa de actores protagonistas de la movilidad será difícil delimitar, la minería ya es parte de la agenda, empresas de tecnología, de ciencia de datos, de entretenimiento, de otros sectores que encuentran espacios en la micro movilidad, en nuevos servicios b2b dentro del ecosistema. En cierto punto, apuntan a resolver el movimiento de personas y cosas es una convocatoria cross a toda la sociedad. Desde empresas Mov@tech a gobiernos locales repensando sus espacios y el transporte, desde la logística de última milla, plataformas de delivery hasta empresas de servicios digitales buscan facilitar el acercamiento a un consumidor más exigente y customizado.

Repensarnos rápido

La movilidad no es una excepción a la regla, por el contrario, es un fiel representante de movimientos profundos que atraviesan todas las estructuras sociales. No podría ser de otro modo si entendemos cuales son las fuerzas que habilitan el movimiento.

La crisis del nomenclador es lo primero que se nos presenta, las categorías con las que pensamos los límites sectoriales ya no aplican, están obsoletas, es que el nuevo paradigma tecnológico nos propone una infinidad de posibilidades, de vinculaciones, de modelos de negocios.

Paradójicamente el triste rezago argentino se traduce en estructuras que aún se conservan estancas, aisladas, en vez de incorporarse a una economía hiperconectada, que tracciona ecosistemas complejos. De esta manera es que producimos dos realidades que conviven, la economía que requiere ayuda permanente y aquella que dinamiza y traccionan por sí misma.

Más allá de esto que nos permite comprender nuestro pasado reciente, lo más importantes es cómo nos interpela para pensar el futuro. En un año tan importante donde debemos decidir entre todos a quién le confiamos el liderazgo para los próximos años, tal vez el aspecto más relevante que deberíamos evaluar de los candidatos es qué nivel de comprensión tienen realmente de esta transformación y cómo liderarán el camino que abra la agenda del futuro.

Salir de lo meramente discursivo y avanzar en las ideas de política pública, porque sin dudas los efectos de este nuevo paradigma disrumpen con toda fuerza sobre la manera de pensar el rol del estado, dónde y cómo debemos accionar, cuales son los mejores instrumentos.

En definitiva, ¿cuál será el rol del Estado que nos asegure las condiciones para que las fuerzas de desarrollo que están ahí a la espera, efectivamente se desplieguen con toda plenitud?

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