Opinión

La confusión del Ratón Pérez

Venimos conversando desde este espacio sobre la incertidumbre que debemos administrar en las empresas para avanzar en nuestro plan de negocios. El desafío de gestionar un escenario en el que las reglas de juego son cada vez más discrecionales, las medidas que son parches y que se despegan, y desnudan un problema mayor, una dinámica de gestión que nos obliga a revisar la letra chica de cada normativa, restricciones a las importaciones y una inflación que crece de 4%- 5% a 6%-7%, sin detenerse y que nos impide proyectar costos y valores.

La ausencia de un ancla real que nos permita a normalizar nuestra economía se agudiza hoy con mayor ruido e inestabilidad política. El 2023 está condenado a una volatilidad continua.

¡Y falta mucho! Más de 90 días para las PASO, para saber quién juega en las presidenciales, qué alianzas se generan, y cómo se articulan con las elecciones locales. Más de 180 días para las elecciones de octubre, el ballotage, la transición. Una secuencia interminable, donde el descontento con el presente puede ser capitalizado por nuevas figuras que representan el castigo, pero que no logran representar las certezas para lo que se viene.

El rechazo de los argentinos agotados es un dato nuevo que visibiliza la frustración. Nuestros padres decían sabiamente que en Argentina después de una mala racha, venía la buena. El desafío de estas elecciones es generar esa esperanza por el recambio y que el voto no sea un sacrificio sino una puerta.

Mientras tanto, las preguntas generadas por las oportunidades de largo plazo que tenemos por delante, propiciadas por factores geopolíticos y activos estructurales de nuestro país, continúan abiertas. ¿Cuán necesaria es una macroeconomía sana y previsible para que las oportunidades se concreten? ¿La dimensión de estas oportunidades trasciende la mala praxis de un gobierno?

La realidad cotidiana seguramente nos vuelve poco optimistas. Cuando un hijo le reclama a su madre porqué el Ratón Pérez le dejó pesos y no dólares, entendemos en serio cuales son las consecuencias de una inflación descontrolada.

En otras palabras, un país que cada mes vibra la inflación en la tapa de los diarios, si revisa si crece o se cae, si se invierte o se sienta en la caja. Un país que discute si es blanco o negro, que desprecia los grises es un país que tendrá dificultades serias en objetivar un mínimo de expectativas necesarias para desarrollarse.

Es cierto que el mundo se crispa en la visión de largo plazo, con opiniones radicalizadas, pero es verdad que también cuentan con una organización de la economía que posee una madurez que preserva los ciclos prolongados y estables. Esta madurez es la que evita que las expectativas económicas de corto plazo sean perforadas por la ambigüedad. Hay un ancla colectiva que preserva las condiciones de vida de todos.

UN LUGAR DONDE APOYAR LOS PIES

En estas circunstancias, un lugar donde puedan hacer pie las expectativas y logren estabilizarse es más que deseado y bienvenido. Pero debemos entender que el deterioro en la construcción de una mirada mínima común es el sustrato de esta incapacidad.

El momento actual está determinado por un fenómeno emocional colectivo que vuelve menos previsible y más compleja la construcción de mayorías y, por ende, los procesos de acuerdos. Un estado de desánimo que habrá que revertir para generar oxígeno.

Sabemos que el sesgo de confirmación, ese concepto que tanto ha ayudado a la comprensión de procesos cognitivos en épocas pasadas, tan bien representado en Uriah Heep, personaje de Charles Dickens, viene tomando nuevas formas en los últimos años, con las disrupciones en la conectividad y los espacios virtuales de comunicación y socialización.

La inclinación de toda persona a recortar y seleccionar los elementos de la realidad de manera inconsciente con el desvío necesario para confirmar aquello que ya pensaba previamente, encuentra en el Algoritmo de las redes sociales un aliado perfecto.

Este fenómeno que tiene carácter universal, sin dudas está resignificando la dinámica política en las sociedades, proceso que aún no sabemos hacia donde se encamina. Sin embargo, al pensar algunas dimensiones de la organización económica y la toma de decisiones en las empresas, observamos que la 'normalidad' en esas sociedades permiten resguardar cierto orden frente al poder del Algoritmo.

Nuestra economía revela claramente de que algo está roto, y no estamos pudiendo repararlo. Lo que perdimos es una iteración funcional y virtuosa entre una construcción colectiva de un escenario futuro posible que sirva cómo ancla de las expectativas individuales fragmentadas, y a su vez, estas expectativas mejoren las posibilidades de ocurrencia de nuestro escenario. Algo así como una profecía autocumplida en modo crowdfunding.

El desafío para Argentina es doble, el sesgo de confirmación ya contaminó la dinámica de las expectativas, que no encuentran punto de referencia, no sabemos cuánto valen las cosas, si son caras o baratas, pensamos en pesos o pensamos en dólar blue, o en dólar oficial, o en dólar soja, y así, para cada persona hay elementos customizados para su percepción.

Hasta el Ratón Pérez cayó en esta confusión, pero sabe que todo pasa y que más allá del presente hay un futuro que se avecina. Hay fuerzas que pueden ralentizarse pero que más tarde que temprano se impondrán. Hay una Argentina que está subida en esta agenda y marca el camino.

La visión de largo plazo impone nuevas presiones, la más importante es la obligación de negocios con visión sostenible. En este sentido, el mundo debe combinar y hacer frente a tres agendas que se interrelacionan e impactan sobre los gobiernos, la sociedad y las empresas: la Agenda de Acción Climática (promoviendo la descarbonización), Agenda de Conservación de Ecosistemas y Biodiversidad (buscando un uso razonable de la misma) y Agenda de Desarrollo Sostenible (siguiendo la lógica de los ODS).

Son muchísimos los casos de empresas que trascienden el ruido político y la inestabilidad económica y avanzan en esta dirección superadora y virtuosa. No podemos seguir rebotando en conversaciones chiquitas mientras otra argentina tracciona. Seguramente el verdadero sentido de este escenario electoral es dar un paso en positivo en la construcción de un liderazgo, no sólo con la conciencia profunda de lo que está en juego, sin con las definiciones adecuadas.

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