En esta noticia

A lo largo de las 13 películas que componen la saga de terror Halloween, Michael Myers, el asesino enmascarado que las protagoniza, "murió" siete veces. Le dispararon, lo electrocutaron, lo prendieron fuego, le cortaron la cabeza y le volvieron a disparar. Pero, con alguna explicación rimbombante o rebuscada de por medio, siempre regresó a la vida.

Muchas veces se pronosticó la muerte del cine, en particular en los últimos años de la mano del crecimiento del streaming. Y la pandemia podría haberle dado su golpe de gracia con un 2020 en el que solo se vendieron 8,9 millones de entradas en la Argentina, un 18,4 por ciento del total del año anterior. Sin embargo, no solo no empezaron a correr los créditos finales del negocio, sino que hoy, aseguran, este se encuentra casi recuperado. Podría decirse que atraviesa su propia remake.

Tras el golpe de aquel primer año de aislamiento, la taquilla contraatacó el año pasado. Según el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), en 2022 se cortaron 34,5 millones de tickets. Esto situó al mercado argentino como el de mayor recuperación en América latina, de acuerdo a un relevamiento de IBOE/comScore, con un 29 por ciento de caída versus el promedio de asistencia entre 2015 y 2019.

"La performance de enero y febrero ya superó las cifras de 2019", asegura Gabriel Feldman, CEO de la cadena Cines Multiplex. Incluso la Argentina volvió a la alfombra roja internacional con la nominación de Argentina, 1985 al Óscar a la mejor película internacional.

Pero, como toda historia, todavía hay conflictos por resolver. Los blockbusters regresaron con fuerza arrastrando a millones de espectadores a las salas. Por caso, Minions: nace un villano, estrenada en junio de 2022, acumuló 4,6 millones de tickets y quedó en el tercer puesto histórico a nivel nacional. En tanto, el lote de películas medianas fue el que aún no consiguió ponerse de pie por falta de material debido al stop en las producciones durante la pandemia y por otro factor fundamental: el público.

"Se generó un bache de contenido que hizo más lenta la recuperación y vimos que un sector etario, el mayor de 50 años, perdió el hábito de ir al cine por distintos motivos. Para que vuelva ese público tiene que estar el contenido porque no es el target de las películas de superhéroes", indica Gabriela Zamora, gerente Comercial de Cinemacenter, que administra 19 complejos en el país. Entonces los tanques se volvieron más tanques y las medianas y chicas perdieron participación.

El drama Los espíritus de la isla (The banshees of Inisherin) recibió nueve nominaciones en los premios Óscar, pero en la taquilla argentina no llegó a cortar 40.000 entradas. "Quizá en otro momento, con las nominaciones que tenía, podría haber metido más espectadores", comenta Pablo Sahores, director de Theatrical Distribution Cono Sur de The Walt Disney Company Latin America, encargada de distribuirla en el país. Aunque señala: "Hay síntomas positivos, por ejemplo una película como El menú (The menu) hizo números sanos (N.d.R: vendió 127.125 tickets)".

Por su parte, Mercedes Grosso, gerente de Ventas de United International Pictures, distribuidora que reúne los proyectos de Universal Pictures, Paramount Pictures y Sony Pictures, detalla: "Hubo una gran mejoría de las películas de terror, animación y acción que son las del público joven. Al público adulto le está costando más". Desde las distribuidoras de los principales estudios internacionales aseguran que la mayoría de las películas recuperan la inversión. "Los blockbuster siempre te devuelven. En cambio, en las otras el punto de equilibrio es más holgado, pero a veces devuelven con creces", remarca Grosso.

Y para los cines ese vacío no es menor. Según Zamora, para pagar los costos de energía eléctrica que demanda un complejo se necesitan vender, en promedio, 1000 entradas por sala por mes. Esto llevó a que muchos jugadores apagaran sus proyectores. De acuerdo a un relevamiento de Ultracine, en febrero de 2020 había 906 salas y 270 complejos activos, mientras que en el mismo mes de este año la cifra se redujo a 873 y 254, respectivamente.

Pero, dentro de esta ancha avenida del medio, uno de los segmentos que más sufrió fue el del cine nacional. A la pérdida de participación versus los blockbusters pochocleros extranjeros, que ya se apreciaba prepandemia, se le sumó una concentración del protagonismo en menos títulos. El año pasado se estrenaron 230 películas y una sola, Argentina, 1985, se quedó con más del 40 por ciento de los espectadores. El largometraje protagonizado por Ricardo Darín y Peter Lanzani puede considerarse un caso testigo de varios obstáculos que hoy atraviesa la industria argentina del cine.

Un as verde bajo la manga

Amazon Studios, coproductora de Argentina, 1985, decidió llevar la película a su plataforma, Amazon Prime Video, tan solo 22 días después de haberla estrenado en los cines. Esta ventana corta llevó a que las cadenas internacionales que operan en el país (Cinépolis, Showcase y Cinemark Hoyts) decidieran no estrenarla, ya que el acuerdo tácito es de, al menos, 45 días.

El gran tanque nacional del año cortó 1,1 millón de tickets y desde el sector apuntan que, de haber llegado a todos los complejos, podría haber triplicado ese número. "Nosotros entendimos que por su temática teníamos que tenerla si o si, pero con otra película seguramente no la hubiéramos estrenado", comenta Feldman, de Multiplex.

Al principio de la pandemia algunos de los grandes estudios experimentaron con estrenos simultáneos, pero tras algunos cortocircuitos con los exhibidores decidieron dar marcha atrás y retomar el modelo tradicional. Sin embargo, las plataformas no siguen el statu quo porque tienen objetivos distintos. Así lo explicó Ted Sarandos, hoy coCEO de Netflix, en la earnings call del Q3 2022: "Nosotros hacemos películas para nuestros miembros y lo que realmente queremos es que ellos la vean en Netflix". En definitiva no buscan construir un negocio en los cines, sino usarlos para aumentar el buzz para su plataforma.

Y tienen bajo la manga el as de la financiación, algo que las productoras buscan ante la dificultad de conseguir fondos para los proyectos. "Hay pocas películas argentinas pensadas para salas que hagan un número importante porque no tenés cómo financiarte. Es difícil pensar en una película con dinero del INCAA porque lo que el porcentaje que te puede aportar lo deja fuera de juego. Entonces haces películas chicas o te financias de otra manera, y hoy esa manera es con las plataformas", explica Vanessa Ragone, CEO de la productora Haddock Films y presidente de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica.

Ragone, cuya productora formó parte de la premiada El secreto de sus ojos, pone en números esta situación: "Una película de producción mediana, con actores conocidos, seis semanas de rodaje, locaciones, música y días de posproducción cuesta alrededor de u$s 1,5 millón. De eso hoy el INCAA solo puede aportar US$ 200.000 o 300.000 cuando antes eran unos US$ 800.000. Y para hacer películas que hagan buenos números necesitas determinada cantidad de dinero".

Cindy Teperman cofundó Infinity Hill junto a Axel Kuschevatzky y con su compañía formaron parte de la realización de Argentina, 1985. "En el mercado interno las condiciones para filmar y los medios con los que cuentan los productores son factores de mucha fragilidad. Es un proceso largo en el que las condiciones económicas son muy difíciles de estipular. El desafío de financiarse, a veces uno o dos años antes del estreno, generan un costo extra que la producción tiene el reto de afrontar, entonces las alianzas estratégicas son clave para poder realizar cualquier proyecto", resalta la productora. Y agrega: "Esto siempre ha sucedido, pero quizá hoy esto esté más acentuado".

Más allá de su estrategia de streaming, los nuevos players siguen apostando cifras multimillonarias para la pantalla grande. Según consignó Bloomberg, en noviembre pasado Amazon, que en 2022 desembolsó US$ 8500 millones para quedarse con el estudio MGM, se comprometió a producir entre 12 y 15 películas por año para estrenarlas en cine. Una de ellas, AIR: la historia detrás del logo. Y el medio también confirmó que Apple planea invertir US$ 1000 millones en largometrajes que tengan un paso por salas. El año pasado Apple Studios celebró el Óscar a mejor película de CODA, por la cual erogó US$ 25 millones para tener sus derechos a nivel global.

La ventana de la discordia

Las distribuidoras son otro de los eslabones que forman parte del negocio junto a los cines y las productoras. Estas tienen, principalmente, dos actividades: conseguir los espacios en los cines para las películas y promocionarlas con acciones de marketing y publicidad. A diferencia de los grandes estudios que tienen sus principales brazos de distribución, las plataformas se asocian a jugadores independientes para mover sus títulos. "Hay un renacimiento en el negocio", señala Manuel García, director de Cinetren y presidente de la Cámara de Distribuidores de Cine (Cadicine).

Para Sahores, de The Walt Disney Company, los años pandémicos no dejaron secuelas en las estrategias para difundir un estreno, pero sí, reconoce, se volvió más difícil predecir los éxitos. "Hoy tenemos más incertidumbre de cómo le irá a una película. Hay grandes apuestas que después no se cumplían en espectadores porque el mercado todavía no estaba como esperábamos".

Sobre la ventana, el ejecutivo de la compañía del ratón asegura que el modelo utilizado para Argentina, 1985 y El gerente (N.d.R: tuvo estreno en simultáneo en cines y Paramount+) genera confusión. "La gente entonces no entiende sin esperar a que se estrene en la plataforma o no. Nosotros hoy volvemos a estar seguros de que tiene que haber una ventana. ¿De cuántas semanas? No sabemos si tiene que ser un número fijo o por película, pero sí tiene que haber un mínimo".

Así como para los cines el candy es fundamental en su ecuación, para las distribuidoras lo es la venta de tickets. Según fuentes del rubro, el distribuidor se asocia, en promedio, en un 80/20 con el productor para la explotación de la película, mientras que, luego, se queda con el 45 por ciento del recorrido del título en salas. "El negocio se fue achicando entonces tuvimos que diversificar el modelo. Sumamos la venta en América latina a plataformas o TV haciendo de puente entre plataformas y proyectos que están en etapa de desarrollo que buscan financiarse. Actualmente es un 30 por ciento del negocio total, pero se va imponiendo de a poco al tradicional", cuenta García.

Pero el presidente de Cadicine hace hincapié sobre otro punto que le falta al cine nacional para recuperarse: "Las películas están, pero el público no se entera". De las 547 películas que se estrenaron en 2022, 230 eran nacionales, no obstante, estas concentraron solo un 8,2 por ciento de la taquilla. En 2015, el año record en el que se vendieron más de 52 millones de tickets, el cine argentino se llevó un 13,3 por ciento del share.

Al respecto, García pormenoriza: "A la hora de realizar y vender hay riesgos. Antes en esa timba había altos y bajos, pero había altos. En cambio, ahora es más infrecuente tener ingresos altos y casi siempre son bajos o medios. Los distribuidores buscan películas que sean eficientes a la hora del potencial en taquilla por historia, elenco, etc. Y las plataformas pagan una suma fija en dólares en comparación con un ingreso en pesos por venta de entradas. Pero termina siendo un cine argentino en el que los derechos están en manos de las plataformas y no de los productores".

¿Francella salvará el año?

La expectativa de recuperación total (o casi total) para este año también va de la mano de varios tanques que llegaran a las salas. En abril las dos grandes apuestas son Super Mario Bros (N.d.R: ya vendió más de 1,8 millón de entradas), la adaptación cinematográfica animada del clásico juego de Nintendo, y La extorsión, protagonizada por Guillermo Francella (N.d.R: acumula más de 365.000 espectadores). Luego aparecen en el horizonte otros pesos pesados, desde la séptima Misión Imposible, la décima Rápidos y Furiosos y la quinta Indiana Jones hasta Flash, Barbie y La Sirenita. Y esto reactivó planes prepandemia que las cadenas de cine habían archivado durante 2020 y 2021.

A fines de 2022, Cinépolis logró inaugurar su décimo complejo, ubicado en Plaza Houssay. La cadena mexicana invirtió US$ 4 millones en este proyecto, previsto originalmente para abrir en 2019, pero, primero el COVID-19 y luego un ida y vuelta con la habilitación por parte del Gobierno porteño, no le habían permitido estrenarlo.

Por su parte, Feldman espera abrir una nueva sede, la quinta de Multiplex, en San Vicente dentro de seis o siete meses, tras haber cerrado la sucursal de Cabildo en agosto de 2022. "En abril nos van a llegar seis proyectores nuevos para este complejo", adelante. Se trata de aparatos que utilizan fuente de luz láser la cual proyecta mejor los colores y consume menos energía. "Son todos productos importados. Instalar un cine es a valor dólar, pero el valor del ticket no se actualiza de acuerdo al dólar sumado a las dificultades para importar".

El ticket promedio en un cine de Recoleta hoy es de $ 1021, mientras que en el interior se ubica en $ 700. "Son entradas en pesos para compensar inversiones en dólares", resalta Zamora, de Cinemacenter.

Las cadenas aseguran que los desembolsos en grandes complejos no serán moneda corriente en los próximos años. Uno de los principales motivos tiene que ver con la falta de desarrollos de centros comerciales. "Es imposible pensarlo de manera independiente y dependemos de esas oportunidades para sumar complejos", apunta Diego Bachiller, gerente Comercial de Cinépolis.

La carrera se dará por mejorar la experiencia. La competencia, en ese caso, es con la comodidad del sillón al ver una película por streaming. Pantallas 4D y monster, sillas premium y un espacio previo a la pantalla que incluya más opciones de consumo, como merchandising de las películas en cartelera. "Primero fue la TV por cable, después el video y ahora el streaming - afirma Zamora -, pero el cine siempre está y hoy ya se recuperó".

La versión original de esta nota se publicó en el número 352 de revista Apertura.