Asesora a los famosos y a los CEOs top de la Argentina y explica por qué muchos mueren ante "el valle del desencanto"
Daniela De Lucía es coach y trabaja con empresarios y emprendedores. Su visión ante el fracaso y la nueva idea de éxito. Cómo aplicarlo al día a día de trabajo.
Lo vivió en carne propia y ahora quiere ayudar a empresarios y emprendedores a cambiar sus vidas. Se trata de Daniela De Lucía, una licenciada en Relaciones Públicas que trabajó durante 15 años en distintas multinacionales hasta que decidió dedicarse al coaching.
"Me iba bien, pero yo sentía que vivía en un 'ni'. Trabajaba 10 horas por día, llegaba a mi casa y no tenía muchas ganas de nada", dice en diálogo con APERTURA la reciente autora del libro Estás para más, de Editorial El Ateneo.
De Lucía ahora trabaja asesorando a ejecutivos de alta gerencia a partir de las lecciones de maestros con los que se formó como Tony Robbins, Cloé Madanes y Fred Kofman. Hoy, con más de 5000 horas de práctica profesional, es coach de CEOs, influencers y celebrities. En su cuenta de Instagram, además, tiene una fiel comunidad de casi 130.000 personas.
¿Cómo pasaste de la vida corporativa a la vida más independiente?
Trabajé durante 15 años en multinacionales y en el mundo de lo privado. Me iba bien, pero yo sentía que vivía en un "ni". Trabajaba 10 horas por día, llegaba a mi casa y no tenía muchas ganas de nada. Y dije: vivir la vida esperando las vacaciones no es un buen negocio para mi. Esos 15 días al año no me alcanzaban. Había naturalizado por años esa vorágine y ese cansancio, y luego me di cuenta que eso claramente no podía ser la felicidad. Yo trabajaba en Comunicación Externa, lo había elegido a los 18 años, pero empecé a ver un poco hacia adentro para ver si lo quería seguir eligiendo. Tenía 30 años y ahí empecé con el coaching. Primero lo apliqué en mí, viendo hacia adentro, y vi que me gustaba más ayudar a otros que dedicarme a la Comunicación. Ahí decidí reinventarme, una palabra que está muy de moda, y mi mirada es que uno puede ser muy feliz dentro de una corporación siempre y cuando uno lo elija y no deje que la corporación lo elija a uno. Tomar decisiones conscientes a la hora de seguir un camino profesional. Es posible la reinvención, vivir feliz con una carrera espectacular dentro de una corporación y también es posible iniciar un negocio o reinventarte a los 30 o a los 40 o a los 50. Porque tengo clientes que deciden reinventarse a cualquier edad, cuando parecería que ya estás hecho y que tu camino está tallado en piedra. Y no es así, porque todo el valor que construiste en ese camino te va a servir para el próximo.
¿Cometiste errores en esa transición? ¿Qué hubieras hecho diferente?
Para poder construir el camino de salida de una corporación y construir un negocio nuevo uno necesita estar 100 por ciento enfocado en lo nuevo. En mi caso siempre fui muy comprometida con todas las cosas que hice, entonces lo que me pasó es que quería hacer todo. Querés seguir siendo el empleado del mes y querés ser también el emprendedor genial. Ahí uno tiene que tener humildad para decir "todo no puedo". Si yo estoy decidiendo dejar la corporación para emprender, en el tiempo que sea, también tengo responsabilidades. Hay que pagar el alquiler, o lo que sea que esté en marcha. Lo que yo aprendí es que hay que cuidar tu energía y tu tiempo para entregarlo a lo nuevo y no estar tan efocado en el día a día de donde estás. Por supuesto no estamos diciendo que seas un pésimo empleado, uno va a cumplir y hacer bien las cosas, pero no al extremo. Tenemos que guardar energía para la otra construcción.
¿Hoy con qué tipo de profesionales trabajás?
Trabajo más con emprendedores y con corporativos de alta gerencia. Pero realmente lo que más me gusta son los emprendedores que están construyendo un negocio nuevo con todos los desafíos que eso implica. Crecer como emprendedor es crecer como persona. Para hacer la reinvención necesitamos desarrollar nuevas habilidades que nos permitan llevar adelante un negocio. Porque 8 de cada 10 emprendimientos en América latina fracasan antes de los dos años, entonces, ¿cómo hacemos para evitarlo? No alcanza con una buena idea o financiamiento. Lo más importante es tener una persona que pueda llevar adelante todas las frustraciones que se cruzan en el camino emprendedor.
Abrazar el fracaso
¿Dónde suelen necesitar más ayuda los gerentes de empresas?
El mayor desafío, en general, es la comunicación de su visión. Cuando estás en puestos de liderazgo naturalmente tenés una visión, un lugar hacia donde querés ir. Y poder transmitirla a las personas con las que trabajamos muchas veces es desafiante, porque algunas veces no van a ver desde tu perspectiva hacia dónde vamos, y necesitás persuadir al equipo. Acá entra un factor clave: el propósito. Un buen líder en una empresa también necesita comunicar por qué hacemos lo que hacemos. Ojo, esto no significa contar todo (porque a veces se van al otro extremo y cuentan todo con punto y coma y ahí se generan problemas por exceso de información). Hay que encontrar el equilibrio entre compartir información valiosa y entender por qué hacemos lo que hacemos para que todo el equipo trabaje en sintonía de esa visión.
¿Cómo ves la relación que tenemos con el fracaso?
Vamos sacando poco a poco el estigma del error porque nos dimos cuenta de que equivocarse está bueno y nos permite crecer. Siempre y cuando no caigamos en la frustración. Cuando tenemos ciertas expectativas y la realidad nos devuelve otra cosa, obviamente nos frustramos. Enojarse es humano. Ahora, cuánto tiempo nos quedamos en esa parálisis de lo que salió mal es clave. Hay que revisar el proceso para poder perseverar, que no es lo mismo que insistir. Insistir es hacer siempre lo mismo, perseverar es revisar procesos y probar una nueva forma de hacerlo. Es tener la actitud de saber que en algún momento lo vamos a lograr y que no es perder el tiempo.
Y el crecimiento no es lineal. Un emprendimiento que arranca muy bien puede estancarse un poco y aparece lo que se llama "el valle del desencanto". Hay que saber que llega, y que hay un momento en el que vas a estar en una especie de meseta, pero es necesario entender esas subidas y bajadas del mundo emprendedor porque si no la frustración es muy grande. Veo que muchos emprendedores se frustran por cosas que deberían ser aprendizajes.
¿La frustración es algo que no se puede evitar?
La frustración es humana, pero es necesario tener presente el propósito, incluso cuando el día a día nos pasa por encima. Porque a veces con la rutina y los problemas muchas veces nos sacan de foco de la visión, que en definitiva es lo que sostiene al emprendedor.
Una nueva visión de éxito
¿Cómo fue cambiando la idea de lo que entendemos por "éxito"?
En el siglo XX estaba más asociado a crecer económicamente, y en el XXI empezamos a ser cada vez más humanos. Creo que la tecnología nos distingue mucho de las máquinas y estamos siendo más humanos y, como tales, queremos ser más felices. Y queremos que nuestro trabajo tenga un sentido. La máquina empieza a hacer lo repetitivo y nosotros empezamos a hacer las cosas porque queremos. Tony Robbins, mi maestro, dice que el éxito es hacer lo que quieras, cuando quieras, donde quieras. Eso suena como una utopía, porque siempre hay obligaciones dentro de un trabajo y siempre hay un "tengo que", pero claramente el éxito ya dejó de estar solamente relacionado con lo económico y ahora no pensamos que una persona es exitosa solamente porque es millonario. Pensamos que es exitoso porque lo vemos sonreír, porque vemos lifestyle, porque persigue algo que lo enciende.
¿Qué diferencia a las personas exitosas?
Todos tenemos potencial y todos tenemos un valor distinto que nos hace únicos e irrepetibles. Ahora, hay personas que se quedan con ese valor dentro y no pueden entregarlo al mundo y hay personas que reconocen cuál es su valor, lo entregan al mundo y el éxito llega como consecuencia. Todos podemos lograr el éxito en lo que nos propongamos. Otra frase de Tony Robbins: "Para lograr el éxito del 1% necesitás hacer lo que el 99% no está dispuesto a hacer". Y esto no quiere decir sacrificarnos y trabajar 200 horas al día, eso ya quedó demodé. Sino realmente hacer las cosas con excelencia, una palabra que a veces asusta porque está muy vinculada a la exigencia donde nunca es suficiente. Estás para más se trata de ver lo que construiste hasta ahora y en quién te querés convertir para poder ir por más. Qué habilidades personales podés desarrollar y cómo hacés lo que hacés. ¿Lo hacés bien o lo hacés excelente?
¿Cómo lograr el diferencial?
Es cómo hacés vos lo que hacés. Sos distinto porque le ponés tu perspectiva, porque lo decís desde donde estás parado. Y esto aplica para quien quieras. En el siglo XXI el diferencial somos nosotros mismos, ya no es un tipo de estudio o nicho en el mercado. La clave está en la valentía de ser nosotros mismos. La valentía de ser nosotros mismos tiene recompensa.
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