Bitcoin y bajos impuestos: por qué Miami es la ciudad más atractiva para las empresas extranjeras

Las empresas de Europa y Medio Oriente eligen cada vez más la ciudad de Florida como su hub regional.

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Durante décadas, Miami ha sido conocida como la puerta de entrada de Estados Unidos a América latina. Pero al pasar unas horas en el despacho de Francis Suárez, el alcalde de la ciudad, queda claro que la metrópolis del sur de Florida se ha convertido también en un imán para los inversores de otros rincones del mundo.

Sentado en la sala de espera estaba Lech Walesa, el expresidente polaco, esperando pacientemente su turno para una audiencia con el alcalde. Los asesores discuten con entusiasmo la posible llegada a la ciudad de la conferencia de inversión respaldada por Arabia Saudita, apodada "Davos en el desierto".

"Somos receptivos y queremos que vengan los mejores, los más brillantes y los mejor capitalizados. ¿Por qué? Porque nos va a fortalecer", dice Suárez, sentado en su despacho modernista de paredes blancas. "Nuestros sueldos crecen más rápido que los de los demás".

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El creciente estatus de Miami como hub internacional -que ha contribuido a situarla en el primer puesto de la clasificación del FT-Nikkei Investing in American de las mejores ciudades de Estados Unidos para las empresas extranjeras-, ha coincidido con un aumento similar como lugar de elección para los inversores nacionales.

Los financieros de Nueva York y los empresarios tecnológicos de California empezaron a trasladarse a la ciudad durante la pandemia de coronavirus, alegando sus leves medidas de confinamiento y un clima cálido que hacía tolerable el trabajo desde casa.

Los inversores extranjeros siguieron su ejemplo. Aunque la inversión extranjera directa (IED) en Estados Unidos se desplomó en 2020, en el caso de Miami se disparó un 70%, con el Reino Unido, Panamá y España a la cabeza, según datos de fDi Markets, proveedor de información propiedad del Financial Times que realiza un seguimiento de la IED en zonas verdes, o inversiones transfronterizas que crean nuevos puestos de trabajo e instalaciones.


"Miami se ha promocionado tradicionalmente como la puerta de entrada a las Américas, y sigue siendo cierto", afirma Ilona Vega Jaramillo, vicepresidenta del Beacon Council, la organización de desarrollo económico de Miami. "Pero incluso diría que estamos superando eso. Creo que ahora somos un centro urbano global".

La ciudad cripto

Muchos lugareños dan crédito a Suárez, que puso a su ciudad en el radar de nuevos inversores fuera del estado con un juguetón tuit de cuatro palabras en 2020: "¿Cómo puedo ayudar?" (El tuit fue en respuesta a la sugerencia de un ejecutivo de Silicon Valley para que los frustrados inversores tecnológicos abandonaran el norte de California por el sur de Florida).

Suárez, a quien le gusta llamar a su ciudad "la capital del capital", siguió con la creación de más instalaciones para ayudar a las empresas a establecerse, incluida una oficina centrada en la asistencia a posibles inversores. A los extranjeros no les vino mal el hecho de que más de la mitad de los habitantes de Miami hayan nacido en el extranjero, la proporción más alta de cualquier gran ciudad estadounidense.

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Suárez ha logrado este reposicionamiento casi por completo gracias a la fuerza de su personalidad; el alcalde de Miami tiene poderes ejecutivos limitados, y el cargo es un trabajo a tiempo parcial. Republicano, ha conseguido ceñirse a la reputación histórica del partido como amigo de las empresas -los impuestos locales siguen siendo bajos-, al tiempo que se mantiene abiertamente crítico con las políticas antiinmigrantes de Donald Trump.

"El alcalde ha hecho un trabajo realmente bueno al crear este efecto de bola de nieve para que nos lo tomemos en serio", dice Kurt MacAlpine, director general de la gestora de activos canadiense CI Financial.

La empresa eligió Miami para su sede en Estados Unidos el año pasado y recientemente duplicó su contrato de alquiler en el 830 Brickell, el edificio de oficinas más nuevo del distrito financiero de Miami y sede de otros grandes nombres como Citadel, Microsoft, AerCap y Thoma Bravo. El edificio se terminará de construir en enero, y el alquiler previsto casi se ha duplicado a u$s 120 por pie cuadrado en tres años.

Al igual que muchos líderes locales, Suárez apunta a los grupos tecnológicos como posibles inversores, apostando que los altos costo y las presiones políticas en los centros tecnológicos tradicionales como San Francisco y Nueva York harán que el sur de Florida sea más atractivo.

Suárez señala como punto de inflexión la decisión de Nueva York de abandonar su oferta a Amazon para su segunda sede en Long Island City, ya que las grandes exenciones fiscales ofrecidas al grupo de comercio electrónico provocaron una furiosa oposición local en la Gran Manzana.

Ha hecho de los grupos de criptomonedas un objetivo particular. En agosto pasado, Suárez lanzó MiamiCoin, convirtiendo a Miami en el primer municipio en tener su propia moneda digital. La medida se produjo unos meses después de que la mayor conferencia sobre Bitcoin del mundo se trasladara de Los Angeles a Miami, y de que el exchange de criptomonedas FTX pagara u$s 135 millones por los derechos de denominación del estadio del equipo de basket Miami Heat.

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A pesar de la volatilidad del mercado de las criptomonedas -MiamiCoin ha perdido casi todo su valor de mercado desde su lanzamiento- Suárez sigue recibiendo parte de su salario en Bitcoin.

"Gran parte del ecosistema y la energía de las criptomonedas se estaba trasladando a Miami, y nosotros queríamos formar parte de eso", dice Peter Smith, cofundador de Blockchain.com, con sede en el Reino Unido, que trasladó la sede de su empresa en Estados Unidos de Nueva York a Miami el año pasado.

Los desafíos

La ciudad no ha estado exenta de problemas de crecimiento. Los precios de las propiedades han aumentado un 36% y los alquileres un 26% en el último año, y Miami registró en julio la mayor suba de los alquileres entre las ciudades estadounidenses por décimo mes consecutivo, según el sitio web inmobiliario Realtor.com.

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"Hubo un tremendo aumento de los alquileres, ya sean comerciales o residenciales, y eso hizo que fuera prohibitivo llevar a cabo lo que habíamos planeado en un principio", dice Luis Merchan, director ejecutivo de Flora Growth, una empresa mundial de cannabis que el año pasado anunció que trasladaría su sede de Toronto a Miami.

El crecimiento de la población también ha hecho más difícil para los extranjeros conseguir vacantes escolares para sus hijos.

"La falta de viviendas y de vacantes es un problema enorme", afirma Richard Florida, uno de los principales urbanistas del mundo, que divide su tiempo entre Miami y Toronto, donde es profesor de la Rotman School of Management.

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Miami puede enfrentarse pronto a los mismos problemas de bifurcación que han asolado San Francisco y Nueva York, con los superricos viviendo bien pero los trabajadores más jóvenes y peor pagados luchando por llegar a fin de mes. La ciudad ocupó el segundo lugar entre las mayores áreas metropolitanas en cuanto a desigualdad de ingresos en 2020, sólo por detrás de Nueva York, según datos del Censo de Estados Unidos.

A más largo plazo, la ciudad tendrá que hacer frente al impacto del cambio climático, con algunas viviendas en riesgo de inundación. Según la plataforma inmobiliaria Zillow, más de un tercio del parque de viviendas de Miami corre el riesgo de inundarse con la suba del nivel del mar.

Miami también puede tener que luchar para evitar las guerras culturales que han consumido el resto del estado, y que han irritado incluso a empresas que han hecho negocios en Florida durante décadas, como Disney.


El mes pasado, el consejo escolar de Miami votó en contra de una medida que reconocería el mes de octubre como el Mes de la Historia LGBTQ, una decisión tomada por la preocupación de que el distrito contravenga la llamada ley "Don't Say Gay" [no digas gay] de Florida, respaldada por el gobernador Ron DeSantis.

La ley, que prohíbe la discusión en las aulas sobre la orientación sexual o la identidad de género en los niveles inferiores, ha despertado la alarma en algunos sectores de una ciudad que históricamente se ha enorgullecido de ser una de las más tolerantes de Estados Unidos.

Liane Ventura, vicepresidenta sr. de la Cámara de Comercio del Gran Miami, insiste en que las guerras culturales aún no han afectado a los inversores, que siguen viendo la ciudad como un entorno favorable para los negocios.

"Aquí, en el sur de Florida, no nos ocupamos realmente de esas cosas", dice Ventura. "Hablamos más de cómo traer Bitcoin".

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