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Un nuevo actor para la promoción internacional

El comercio internacional aparece como una necesidad para Argentina, partiendo de un pésimo 2023 (caída de comercio total de 16%) pero después de muchos años de mala performance. Según el Banco Mundial, en 2022 Argentina fue el país con peor ratio comercio internacional/PBI de toda Latinoamérica. Y en 60 años nunca pudimos siquiera empatar el ratio de nuestra región (que en 2022 fue 80% mayor al nuestro).

Para recomponer fuerzas habrá que trabajar en el frente interno con reformas sustanciales para dotar a nuestras empresas de competitividad, mejorar la situación en frontera con burocracia y logística apropiada y desarrollar alianzas funcionales en el exterior. Lo que debería permitir a las empresas generar atributos competitivos. El mundo de los negocios internacionales se ha conformado en un espacio en el que prevalecen las empresas apropiadas (más que los productos elaborados o aún los países como plataformas). Es un mundo de empresas.

Ahora bien, hay una noticia que Argentina deberá considerar: la geopolítica está apareciendo como un factor influyente para favorecer o desfavorecer los negocios. El comercio internacional total no se retrae: en 2022 llegó al récord de u$s 32 billones, en 2023 crece muy levemente, pero en 2024 la Organización Mundial del Comercio augura un alza de 3,5%.

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Las definiciones internas argentinas parecen dirigidas a un nuevo marco de referencia (apertura, desregulación, economía de mercado). Y ello lleva a preguntarse por el rol de la tradicional actividad de promoción internacional, comercio, inversiones e inserción externa. En el mundo está ocurriendo un fenómeno propio de la época: las unidades políticas subnacionales (provincias, metrópolis, ciudades) están convirtiéndose en actores de fomento de la competitividad externas. Incluso lo hacen más allá de las políticas de sus propios países.

Las ciudades y las regiones subnacionales están deviniendo en unidades de incentivos de negocios externos en sí mismas. Porque desarrollan prestadores (subnacionales) cada vez más relevantes para que la tarea de inserción externa de actores privados, la acción inmersiva transfronteriza y la promoción internacional, todos ellos mejoren desde allí.

Entre las virtudes esenciales que pueden ser logradas desde lo subnacional se destacan:

  • Reducen costos de distancia;
  • Mejoran la vinculación con lo extranjero por la apertura cultural y la capacidad de infraestructura;
  • Normalizan la 'internacionalidad' con mayor intensidad -más que los lugares más aislados;
  • Tienen ecosistemas de proveedores necesarios;
  • Logran un ámbito apropiado en distancias cercanas y con cierta cohesión de convivencia;
  • Generan las usinas de conocimiento necesario para la globalización de nuevo tipo, lo que facilita la instalación de multinacionales en ellas.

Hay varios estudios analíticos relativos a las condiciones que una ciudad (metrópoli) debe lograr para mejorar su parificación exterior. Uno de ellos es el del Foro Económico Mundial (FEM) cuando efectúa -desde hace tiempo- un análisis de la relevancia de las ciudades para la competitividad internacional.

El FEM hace un punteo de factores que influyen en esa capacidad y que, bien ejecutados, conforman a las ciudades en nodos del intercambio global. Expresa esta fuente que hay factores de conectividad que hacen a aquella competitividad de relevancia sustancial y permiten generar la capacidad de las ciudades de ser parte de cadenas internacionales de valor. Ello refiere a competitividad en instituciones, en políticas y en regulaciones y en (lo que llama) conectividad física y conectividad soft.

La referida visión se apoya en una trilogía que puede considerarse un primer esbozo del cual emerja el mapa conceptual de propuestas para el mejor desarrollo de las ciudades en la materia que no ocupa. Señala el FEM que las condiciones son: instituciones (que incluyen liderazgo, políticas públicas y regulaciones, un ambiente de negocios conductivo, una economía abierta e integrada); la conectividad 'dura' (que se compone de conectividad marítima, terrestre y aérea, acceso a servicios de transporte y comunicaciones y prestaciones públicas esenciales); y la conectividad 'blanda' (que contiene una fuerza laboral educada, atracción de inmigración, buenas condiciones de vida urbana, proveedores para la actividad económica y el fomento de inversiones, políticas para la innovación y la investigación y desarrollo, infraestructura digital, instrumentos de reputación).

En esta línea, KPMG en su trabajo titulado Cities of the future global competition, local leadership, destaca que las ciudades deben generar varios "capitales", los que (cada uno y vinculados sistémicamente) conforman los "capitales de integración" (integrating capitals). Dice KPMG que esos capitales son el capital intelectual y social (formación en las personas), el capital relativo a un buen ambiente (que incluye los recursos naturales), el capital técnico (infraestructura y saber vigente), el capital cultural (valores y conductas), el capital democrático (involucramiento y participación) y el capital financiero (recursos monetarios que fortalecen y hacen funcionar la economía).

Así, una nueva Argentina debería generar en estos actores antes poco promotores acciones propias de tendencias globales dinámicas.


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