El gran elector: la inflación
La historia muestra que la inflación es la variable de la economía que tiene más efectos políticos y la Argentina ha registrado en julio su récord mensual de los últimos 20 años: 7,4%.
Pero no es un fenómeno solamente local. El 8 de noviembre Estados Unidos se encamina a una elección de medio mandato crucial para la Administración Biden. La inflación aparece como la amenaza más relevante para el Gobierno.
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Pero la inflación de julio dio esperanzas a los demócratas. El Índice de Precios al Consumidor registró un freno ese mes, pese a lo cual la inflación media está cerca de los máximos de los últimos 40 años. Una baja en los precios de los combustibles es la causa de este fenómeno políticamente favorable, aunque los alimentos, por el contrario, subieron.
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En Brasil, la primera vuelta de la elección presidencial es el 2 de octubre. En los últimos días se conoció la tasa de inflación de julio, que consigna una baja mensual de 0,68%. Es un éxito relevante para el Gobierno a menos de dos meses de la elección.
Venezuela, a su vez, ha tenido en julio un éxito importante, consolidando su salida de la hiperinflación: en términos mensuales fue de 5,3%. Ello implica que la inflación venezolana ha dejado de ser la más alta de América Latina, siendo sustituida en esa posición por la Argentina, que el mismo mes ha registrado una inflación de 7,4%.
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El éxito electoral de controlar la inflación registra muchos antecedentes en el mundo, pero en la Argentina en particular, porque la tasa de inflación ha sido un problema crítico y crónico al mismo tiempo. Como experiencias en las últimas décadas, en 1985 el Plan Austral permitió al gobierno de Alfonsín una victoria en una elección que se encaminaba a perder: entre abril y octubre revirtió la situación gracias a una drástica caída de la inflación.
En 1991 sucedió algo similar durante el primer gobierno de Menem: el Plan de Convertibilidad lanzado en marzo le permitió ganar una elección en octubre que iba camino a perder. Asimismo, en 1995, Menem fue reelecto en primera vuelta aunque el PBI caía más del 4%, porque mantenía la inflación bajo control. Es que los votantes prefirieron la estabilidad frente al consumo y la actividad económica.
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Las encuestas, en forma coincidente, muestran que la inflación es hoy la primera demanda de la opinión pública. Esta prioridad se incrementa a medida que baja el nivel social de las personas, pero se hace realmente urgente entre quienes viven en la indigencia o pobreza extrema y sólo consumen alimentos.
La tasa de inflación determina comer o no comer. Es así muy clara la relevancia que tiene la inflación en cuanto a la satisfacción o rechazo con la política al momento de definir el voto.
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Ya no se trata de señalar que Argentina es un país distinto en el que no pueden trasladarse los modelos de baja inflación predominantes en los países más desarrollados. Hoy vemos que Argentina ha superado en inflación mensual a Venezuela y que Brasil ha logrado deflación el mismo mes.
Desde la perspectiva del análisis económico, hay variables como el nivel de reservas, la emisión monetaria, el intercambio comercial, etc., que son relevantes y deciden el curso de la economía. Aunque para la mayoría de la sociedad la inflación es una prioridad, en el amplio segmento que vive en la pobreza o pobreza extrema lo es en términos absolutos. En los sectores medios también lo es, pero comparte la prioridad con el precio del dólar informal.
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Falta un año para las PASO y cerca de 15 meses para la elección presidencial. De acuerdo a las experiencias históricas entre control de la inflación y resultado electoral, tanto en la experiencia de Alfonsín (1985) como en la de Menem (1991), el plazo entre el lanzamiento de un plan antiinflacionario y el éxito electoral fue de medio año. Como mera hipótesis especulativa, cabe plantear si dentro de una estrategia de política económica en tiempo de crisis, no convendría al oficialismo lanzar un plan de este tipo a seis meses de la elección presidencial, empleando los meses previos para ordenar variables y pagar costos.
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Es una estrategia posible, pero ahora hay cambios en el sistema electoral. Están las PASO con voto obligatorio, que en realidad convierten el sistema electoral argentino en uno de tres vueltas, ya que las primarias serían la primera. No es que el resultado de las PASO se reproduzca automáticamente en la elección que tiene lugar dos meses y medio más tarde, pero sí incide mucho en ella y en la expectativa de triunfo o derrota. Además, cada vez más provincias están adelantando su elección local, desvinculándola de la nacional. Las elecciones de gobernadores y legisladores comenzarán en marzo del año próximo y cerca de dos tercios las realizarán antes que la nacional. Habrá una elección local cada una o dos semanas y sus resultados influirán en el proceso nacional, aunque lo no determinen.
Hoy el ministro de Economía es un político a quien seguramente no le pasa desapercibida esta cuestión. El problema es el "timing", es decir, cuándo debe pasarse del ordenamiento al plan antiinflacionario de acuerdo al cronograma y la situación electoral.
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