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La inflación espera señales fiscales y monetarias que ayuden a bajar la curva

Doblegar la inflación es el mayor desafío de Sergio Massa, porque su botonera tiene poder sobre algunas de sus causas, pero no le garantiza ninguno de los efectos deseados. Tiene que cumplir pautas básicas (equilibrio fiscal, corte de la asistencia monetaria al Tesoro, previsibilidad en el mercado cambiario que frene la demanda especulativa), aunque nada le asegura que podrá detener el ciclo remarcatorio.

El 7,4% de julio fue un golpe bien por debajo de la línea de flotación del Gobierno, porque erosiona la confianza y gatilla reclamos en serie, tanto en el sector privado como en el público. La prueba más dura la fijan los movimientos sociales, porque disputan la calle y corren al Frente de Todos por izquierda, algo que desagrada particularmente al kirchnerismo.

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Lo que debe reconocer el Gobierno ese que ese salto en el IPC fue producto de sus propias vacilaciones. Le podrán achacar responsabilidad a Martín Guzmán por su salida intempestiva. Pero Alberto Fernández y Cristina Kirchner no asumieron por completo que nominar a Silvina Batakis para el cargo no alcanzaba para calmar a los mercados. Menos aún en el contexto de desconfianza que arrastraba junio, cuando el abandono de inversiones en deuda CER obligó al Central a sostener sus precios a costa de una gigantesca emisión. La opción Massa no prosperó entonces solo porque el FdT no se dio el tiempo necesario para discutir y negociar. La lección parece haber sido aprendida y en principio es una de las razones por las que Massa gestiona con una autonomía que no tuvieron sus predecesores.

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Ahora viene la parte difícil. El secretario de Hacienda ya tiene la orden de no volver a solicitar adelantos al BCRA y el secretario de Finanzas consiguió $ 182.000 millones, el doble de lo que necesitaban para cubrir los pagos de intereses del mes. Lo que debería mostrar Massa es algún avance visible en el frente fiscal. La puesta en marcha de la segmentación tarifaria tal vez le brinde esa oportunidad. El frente cambiario debería ser menos duro en agosto, ya que se reprogramaron o cancelaron algunas compras de energía, lo que achicaría las necesidades en u$s 600 millones.

Lo que queda es, como en el judo, convertir el envión del ataque del oponente en una fórmula defensiva. La inflación alta también ayuda a licuar gasto. Guzmán ya lo hizo y se ganó las críticas de Cristina Kirchner, que consideró que esa jugada contribuyó al traspié electoral. Los tiempos cambiaron. Las prioridades también. Massa tiene un mes para hacer congeniar las cifras de hoy con el Presupuesto 2023 que enviará al Congreso.

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