Historias de marcas

El brasileño que triunfó en Buenos Aires vendiendo café y chocolate: así nació Bonafide

Geraldo Trinks creó la empresa en 1917 como un kiosco que vendía el café que importaba desde Brasil.

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Buenos Aires es reconocida por varias cosas y una de ellas son sus cafeterías. Varias comenzaron como pequeños emprendimientos y ganaron tal popularidad que se transformaron en grandes cadenas. Este es el caso de Bonafide que hoy cuenta con más de 200 locales en la región.

El sitio oficial de la compañía asegura que Bonafide nació oficialmente en 1917 cuando Geraldo Trinks abrió un kiosco en el Pasaje Güemes. Ahí vendía café a los clientes al paso y tenía una máquina tostadora para procesar los granos que importaba desde Brasil. Pero, en realidad, la historia de la cadena empezó a gestarse un tiempo antes.

Primeros pasos

Trinks era brasileño y sus padres, de ascendencia alemana, eran importadores de café (trabajo que él heredó). Según cuentan Francis Korn y Martín Olivar en su libro "En Buenos Aires 1928", el joven tenía su negocio en el puerto de Santos y desde ahí enviaba los granos a los Estados Unidos. Sin embargo, la Primera Guerra Mundial provocó que se le cerrara ese mercado. Entonces envío a uno de sus colaboradores a Buenos Aires para colocar ahí esos envíos.

La compañía nació como un kiosco que vendía café tostado en pleno centro porteño.

El emprendimiento funcionó hasta 1917 cuando un tostador le canceló un pedido de 500 bolsas. Trinks decidió viajar a la Argentina para resolverlo él mismo. Recorrió las calles porteñas en busca de un comprador, pero en el camino se encontró con una idea. Vio un negocio que tostaba el café y se lo vendía directamente a los consumidores. Así fue que alquiló un galpón y compró una tostadora de segunda mano para hacer lo mismo. En tanto, su hermano, Fernando, le mandaba la materia prima desde Brasil.

Origen de Bonafide

En otra de sus caminatas se encontró con un local que, además de golosinas y chocolates, vendía café recién molido. Eso lo llevó a repensar su emprendimiento, alquiló el local en Pasaje Güemes y se convirtió en su propio proveedor cafetero. Pero todavía necesitaba una marca y Trinks bautizó a su blend como Bonafide, que en portugués significa "de buena fe".

La oblea bañada de chocolate Nugatón es una de las marcas estrella de Bonafide

Para 1922 abrió un segundo local y agregó venta de caramelos, además de un sistema de delivery con bicicletas. Quince años después Bonafide se había convertido en una cadena con 17 sucursales en CABA y 28 en el Gran Buenos Aires y en 1940 empezó a lanzar más marcas propias, como Nugatón y Bocadito.

En los 60, ya controlada por la familia Massa, la compañía encaró una nueva expansión. Llegó a crecer tanto que Ezequiel Massa, gerente de Bonafide, apareció en la tapa de las figuras del año de revista Gente en 1967. Y a fines de los 70 ganó la licitación para vender golosinas y caramelos en los estadios de River y Vélez durante el Mundial.

En manos chilenas

Al principio encaró su crecimiento a través de locales propios hasta que en 1987 lanzaron sus franquicias. Cuatro años después, la empresa pasó a manos del grupo chileno Carozzi, perteneciente a la familia Bofill, en una operación que también involucró a la marca de pastillas de DRF.

Desde 2017 la cadena volvió a manos del grupo chileno Carozzi. 

Con Carozzi al frente lanzaron productos como el Chocman y Vizzio, asimismo se abrieron paso en el interior con locales en Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Mendoza. No obstante, en 2004 empezó a desprenderse de sus cafeterías propias para contar con franquicias en casi toda su red. La internacionalización de la marca llegó en 2007 cuando abrieron puntos en Paraguay, Chile y Uruguay.

En 2008 la argentina Molinos Río de la Plata compró el 49,4% de Compañía Alimenticia Los Andes (ex Bonafide Golosinas SA) y pasó a controlar las marcas de su portfolio junto a Carozzi. El acuerdo, sin embargo, no contemplaba el negocio cafetero. La alimenticia de los Perez Companc adquirió la totalidad de CALA en 2012, pero tres años después se la vendieron a la familia Bofill.

Más allá de que se la conoce por su negocio de chocolates, café y golosinas, desde 2018 la firma también está presente en el segmento de pastas secas. En Argentina tiene con una planta elaboradora en San Martin en la que, en 2019, desembolsó cerca de $ 600 millones para ampliar producción y almacenaje.

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