Tras la operación terrestre de Israel en Gaza, así pelea Hamás
Ante la superioridad tecnológica de Israel, la organización ha convertido Gaza en un refugio para la guerra de guerrillas.
Durante más de una década, la cúpula militar israelí reconoció a regañadientes un rasgo predominante en su enemigo de Gaza: Hamás sabía esperar su momento.
"Deja dormir a la bestia hasta que estés preparado", era el mantra de Mahmoud Ajrami, un veterano combatiente palestino que ha entrenado a una generación de militantes de Gaza.
Los ejemplos sobraban. En 2018, Hamás publicó imágenes de soldados israelíes en el punto de mira de sus francotiradores. El disparo nunca se produjo, ni siquiera cuando los israelíes dispararon contra manifestantes en la valla fronteriza. Otro video mostró a milicianos destruyendo un bus militar con un misil Kornet, pero antes esperaron a que los soldados desembarcaran y el conductor se fumase un cigarrillo.
La aparente moderación fue interpretada por Israel como una señal de que Hamás se estaba desalentado. Pero para Ajrami, la organización simplemente esperaba para atraer a Israel a una batalla en el momento que eligiera.
"Tráiganme a la bestia y la mataremos juntos", prometió a los combatientes frente a su villa palaciega en 2021, después de que Hamás se atribuyera la victoria sobre Israel en una guerra de 11 días que incluyó un feroz intercambio de cohetes palestinos y ataques aéreos israelíes, pero sin tropas terrestres.
El detonante fue el 7 de octubre, cuando combatientes de Hamás arrasaron ciudades y puestos militares israelíes, matando a más de 1400 personas y tomando 230 rehenes, según las autoridades israelíes: la mayor pérdida de vidas humanas dentro de Israel desde su creación. La escala y los horrores del ataque han llevado a Israel a la mayor operación militar de su historia en Gaza: sus ataques aéreos y su artillería han arrasado amplias zonas del territorio, dejando más de 8000 muertos, según funcionarios palestinos.
Con la superioridad tecnológica y el armamento de su lado, Israel ha lanzado su primera ofensiva terrestre en Gaza en casi una década. Desde última hora del viernes, una vanguardia se ha desplazado con tanques Merkava hacia zonas en gran parte despobladas del norte de la franja.
Pero a pocos minutos en coche se encuentran las madrigueras de los campos de refugiados de al-Shati y Yabalia y, después, la ciudad de Gaza, el corazón de la maquinaria política y militar de Hamás.
"Cuando las FDI [Fuerzas de Defensa de Israel]se adentran en Gaza, Hamás tiene la ventaja de jugar en casa, y están preparados", advierte Devorah Margolin, investigadora principal Blumenstein-Rosenbloom del Washington Institute for Near East Policy.
En agosto, el general de división Yitzhak Brik, exdefensor del pueblo militar, advirtió de que Israel "no estaba preparado para la guerra". Sus soldados no han librado una gran batalla terrestre desde 2014, la última vez que desplegó tropas dentro de Gaza, y las posibles amenazas de Irán han ocupado a sus altos mandos, más que las del territorio que tiene puerta con puerta.
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Mientras tanto, Hamás se ha ido reforzando militarmente cada vez más desde 2008-2009, cuando se enfrentó por primera vez a un asalto terrestre israelí, según funcionarios militares y analistas.
Ya entonces, el ala militar de Hamás, la Brigada al-Qassam, contaba con 16.000 combatientes y 2000 soldados de combate. Ahora, según las FDI, cuenta con hasta 40.000 combatientes de élite y un arsenal de drones y unos 30.000 cohetes. Ha disparado 8.500 desde el 7 de octubre, agotando los interceptores de la Cúpula de Hierro de Israel hasta el punto de que EEUU tuvo que enviar reemplazos por avión.
Emile Hokayem, director de seguridad regional del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres, señala que Hamás ha sido entrenado por "los mejores en el negocio", refiriéndose a la Guardia Revolucionaria de élite de Irán y su agente más poderoso, Hezbollah en Líbano. "También es una organización que aprende y que ha luchado varias veces contra las fuerzas israelíes", afirma Hokayem. "Hamás conoce muy bien su terreno y lo defenderá con ferocidad e ingenio".
Sus combatientes ya demostraron durante su ataque del 7 de octubre su capacidad para llevar a cabo una operación estrechamente coordinada en la que participaron al menos 1500 soldados que atacaron Israel desde tierra, mar y aire, al amparo de una andanada de 3000 cohetes que casi desbordó la Cúpula de Hierro israelí.
En Gaza, Hamás ha excavado una gigantesca red de túneles profundos a prueba de bombas y los ha abastecido de provisiones para resistir un asedio israelí de meses de duración.
"Llevamos preparados para una ofensiva terrestre [israelí] desde antes incluso de lanzar nuestro ataque", aseguró Ali Barakeh, un alto cargo de la dirección política de Hamás en el exilio, a Financial Times la semana pasada. "Tenemos algunas sorpresas para el enemigo", añadió. "Somos capaces de afrontar una guerra urbana con más facilidad que una guerra aérea: no hay comparación".
Muchas de las lecciones militares que Hamás ha aprendido de Hezbollah tienen su origen en un fatídico momento de 1992, cuando Israel deportó a Líbano a unos 400 palestinos, entre ellos dirigentes de Hamás, y los abandonó en pleno invierno en la ladera de una montaña en tierra de nadie.
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Irán y Hezbollah, predominantemente chiitas, vieron en ello una oportunidad para incorporar a Hamás, sunita, después de haber apoyar a la Yihad Islámica palestina en la Franja de Gaza, un grupo más pequeño que también está en esta batalla. Funcionarios israelíes afirman que Hezbollah ha compartido tecnología de cohetes, entrenamiento y otras técnicas con Hamás.
Desde entonces, Beirut se ha convertido en el hogar de varios jefes de Hamás y, con el tiempo, Hamás comenzó a construir una presencia militar en Líbano, como se demostró cuando un presunto depósito de armas de Hamás en Tiro explotó a finales de 2021.
Hamás no ha dejado de mejorar la calidad de su armamento, introduciendo de contrabando componentes para convertir cohetes rudimentarios en armas de precisión guiadas, e incluso construyendo un drone submarino.
Según Hamás, el grupo fabrica ahora misiles antiaéreos de hombro "Mutabar-1", que afirma que pueden derribar helicópteros israelíes, y cohetes antitanque "al-Yassin", que asegura que pueden penetrar el blindaje reactivo de los tanques Merkava israelíes.
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Mientras tanto, ha desarrollado un estilo de guerra urbana condicionado por su necesidad de contrarrestar la superioridad tecnológica y aérea de Israel forzando la batalla a una lucha callejera descarnada.
"Hamás es más el Vietcong que Isis", sostiene Hokayem, refiriéndose a los combatientes comunistas que finalmente derrotaron a las fuerzas estadounidenses durante la guerra de Vietnam, y al grupo yihadista que Israel compara con Hamás.
Al igual que hizo el Vietcong en Vietnam, Hamás ha convertido Gaza en una fortaleza de barricadas y ratoneras, incluida una red de 400 km de túneles en los que los combatientes de Hamás pueden refugiarse durante los ataques aéreos israelíes y utilizarlos para atacar a las fuerzas israelíes desde la retaguardia.
A medida que las tropas israelíes se adentran en Gaza, es probable que Hamás intente utilizar emboscadas sobre el terreno, ataques rápidos y bombas camufladas para desgastar al ejército israelí, compuesto en su mayoría por reservistas civiles, y enredarlo en combates callejeros.
"Hamás no tiene una doctrina codificada. Su enfoque consiste principalmente en dañar y perjudicar a los israelíes tanto como sea posible, utilizando una mezcla de fuerzas híbridas y convencionales", explica Bilal Y Saab, investigador asociado del think-tank Chatham House de Londres.
"Las operaciones también están muy descentralizadas. Existe una especie de estructura militar celular, en la que cada compañía opera por su cuenta", señala.
Las operaciones de propaganda de Hamás son otro componente importante. Los helicópteros israelíes derribados, los tanques destruidos o los soldados capturados ayudarán a la milicia a proyectar una imagen de victoria, según los analistas militares.
Al mismo tiempo, los cohetes disparados desde lanzaderas ocultas buscan llevar la lucha a lo más profundo del territorio israelí y reforzar la base de apoyo de Hamás, como cuando se cerró el aeropuerto internacional Ben Gurion de Tel Aviv durante la guerra de 50 días de 2014.
Otra lección que Hamás copió de otras milicias es la importancia de las comunicaciones seguras. Mientras que Hezbollah ha construido su propia red de fibra óptica, Hamás ha mantenido la seguridad de sus operaciones quedándose en la "edad de piedra", utilizando líneas telefónicas cableadas y evitando los dispositivos que pueden ser pirateados o que emiten una señal electrónica.
Uno de los motivos por los que Israel no pudo predecir el ataque del 7 de octubre, según un funcionario israelí, fue que estaba escuchando "las líneas equivocadas". Mientras tanto, información militar crucial se compartía a través de ese sistema "analógico" o de otro sistema encriptado, quizá importado de Irán, que Israel desconocía.
Se trata de un juego de manos tecnológico que encierra una poderosa advertencia para el ataque terrestre israelí.
"¿Qué más escondían?", dice el funcionario israelí. "¿No cree que nosotros nos hacemos la misma pregunta?".
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