Caos en la frontera EE.UU.-México: miles de personas esperan para cruzar bajo un fuerte operativo de seguridad
La vencimiento del Título 42, una restricción a la inmigración de la época de la pandemia, amenaza con agravar la crisis migratoria entre ambos países.
Las ciudades situadas a ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México se preparan para un posible aumento de los cruces de inmigrantes que podría durar semanas, lo que amenaza con desencadenar un problema políticamente tóxico para el presidente Joe Biden.
La norma conocida como Título 42, una medida de la época de la pandemia que permitía a los agentes fronterizos estadounidenses expulsar rápidamente a los migrantes de vuelta a México en lugar de tramitar sus casos de asilo, expira justo antes de la medianoche de este viernes. El inminente vencimiento del plazo ha desencadenado una carrera desesperada por cruzar la frontera; se espera que incluso más personas intenten el tenso viaje una vez que haya expirado.
Biden advirtió que la frontera será probablemente "caótica durante un tiempo", y EE.UU. ha enviado más de 1500 militares para ayudar con las consecuencias, que podrían repercutir en todo el país.
Las personas se desplazan por todo el continente americano en cantidades sin precedentes, a medida que los países de la región y de todo el mundo experimentan crisis políticas y económicas. Sólo en los últimos seis meses, las autoridades mexicanas han registrado migrantes de más de 100 países, algunos de los cuales esperan cruzar la frontera con EE.UU.
El martes, en una puerta de la valla fronteriza de Ciudad Juárez (México), cientos de hombres, mujeres y niños, muchos de ellos procedentes de Venezuela y Colombia, hacían cola bajo un sol abrasador con la esperanza de que los agentes abrieran la puerta. El grupo había intentado organizarse, y los migrantes llevaban números en los brazos escritos con lapicera para indicar su lugar en la cola. De vez en cuando pasaban camiones con guardias de la patrulla fronteriza estadounidense, pero no había ni funcionarios mexicanos ni grupos humanitarios.
Víctor Sánchez formaba parte de un grupo de venezolanos acurrucados bajo un árbol a la sombra en el lado mexicano el martes, hambrientos y cansados tras siete días de espera para poder entrar en EE.UU.
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"Tenemos que esperar a ver qué pasa... porque hay muchos rumores que dicen que no vamos a entrar o que nos van a llevar", dijo el joven de 29 años, añadiendo que había conocido a migrantes de todo el mundo en el viaje, incluidos Afganistán y China. "El sueño es cruzar y trabajar, porque la situación en Venezuela es demasiado fea".
Biden ha luchado por contener la ola de migrantes desde que asumió el cargo a principios de 2021, lo que le ha expuesto a críticas regulares, principalmente de republicanos, pero también de demócratas en las ciudades y estados más afectados.
"Esta catastrófica crisis fronteriza es una crisis de seguridad nacional, una crisis económica y una crisis humanitaria", dijo el miércoles Elise Stefanik, presidenta de la conferencia republicana de la Cámara de Representantes. "Cada distrito es un distrito fronterizo".
La reacción ha obligado a Biden a reforzar las fuerzas de seguridad estadounidenses en la frontera con México. Los que no crucen por una vía legal serán considerados inelegibles para el asilo, con algunas excepciones. Los expulsados no podrán volver a entrar en EE.UU. por cinco años y podrían enfrentarse a acciones penales.
Para desincentivar los desplazamientos, EE.UU. pretende abrir 100 centros regionales de tramitación en toda América latina y pronto pondrá en marcha una plataforma online para turnos.
"Nuestro enfoque general es crear vías legales para que la gente venga a EE.UU. e imponer consecuencias más duras a quienes decidan no utilizar esas vías", declaró Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional estadounidense. Culpó al Congreso de no arreglar "un sistema de inmigración roto" y de no dar a la administración los recursos que necesita para responder.
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En los últimos años, las políticas estadounidenses han provocado que los inmigrantes esperen cada vez más del lado mexicano, donde se enfrentan a posibles hechos de violencia, extorsión y robo a manos de las autoridades y los cárteles. Ciudades como Juárez, que antes eran breves paradas, se han convertido en importantes puntos de encuentro donde los migrantes esperan durante meses. La población local está cada vez más frustrada.
Esta semana, los migrantes seguían considerando si cruzar antes o después de la noche del jueves. Los refugios de Juárez, hasta hace poco llenos, se están vaciado parcialmente, con los migrantes entregándose voluntariamente en la frontera con la esperanza de solicitar asilo.
Más de 8700 migrantes fueron detenidos diariamente entre el sábado y el lunes, según Raúl Ortiz, jefe de la Patrulla Fronteriza estadounidense. Esa cifra fue muy superior al promedio de 7500 diarios del último año, que fue récord. Más de 2,3 millones de personas fueron detenidas cruzando ilegalmente entre octubre de 2021 y septiembre de 2022.
"Las políticas fronterizas tienen un aspecto distinto en Washington que en la frontera", afirmó Andrew Selee, presidente del Migration Policy Institute. "Los mensajes que reciben los propios migrantes sobre lo que está ocurriendo no siempre son los que pretenden los responsables políticos".
Para prepararse para más cruces, el puente principal de Juárez a El Paso (Texas), normalmente de cuatro carriles, se redujo a un carril, y los otros carriles se cubrieron con alambre de púas.
En El Paso, decenas de migrantes dormían el miércoles en la calle, frente a una iglesia. Uno de ellos dijo que había sido detenido cuatro veces por las autoridades de migración; otro dijo que había sido golpeado en la cabeza con una pistola por agentes del cártel a los que se negó a pagar.
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Carlos, un venezolano de 25 años que dijo huir de la extorsión y las amenazas, cruzó ilegalmente la semana pasada por miedo a los cambios en las normas, pero se entregó a la patrulla fronteriza y obtuvo autorización para quedarse mientras se tramita su caso.
No importa lo que haga EE.UU., la gente seguirá yéndose e intentando llegar allí porque la situación es muy mala en su país, afirmó: "Si envían a los militares a un sitio, entrarán por otro".
México se ha convertido en un aliado importante en la campaña del gobierno estadounidense para frenar la llegada de migrantes, y ha aceptado recibir a los migrantes de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Haití que crucen ilegalmente.
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El presidente Andrés Manuel López Obrador ha desplegado el ejército y la Guardia Nacional de su país para detener a los migrantes. Biden afirmó el miércoles que su homólogo mexicano se había mostrado "muy cooperativo".
Antes de que expire el Título 42, el gobierno de Biden publicó el miércoles una nueva norma para obligar a los solicitantes de asilo a pedir protección en terceros países seguros por los que pasen. Los grupos de defensa de los derechos de los inmigrantes la han denunciado como una "prohibición de tránsito".
Giovanni Lepri, representante de ACNUR en México, dijo que según el derecho internacional, era problemático. Afirmó que los demás aspectos de las nuevas normas pretendían favorecer la entrada legal.
"Esta es una situación muy difícil para los países, las personas, las instituciones, para la sociedad civil, porque los números son altos", dijo. "Tenemos que tener siempre presente que estamos hablando de personas, de seres humanos, y que las soluciones que se están estudiando... ponen en el centro la protección y las alternativas".
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