El show debe continuar
Javier Milei está demostrando que es posible ser un candidato competitivo en una campaña presidencial sin tener estructura política, experiencia en la administración del Estado o vocación democrática. Basta con hacerse el loco y saber manejar Tik Tok.
Hasta el domingo 13 de agosto, cuando demostró ser el candidato más votado del país, Milei era un candidato de imagen, un producto de entretenimiento funcional a los medios de comunicación y a las redes sociales, un economista ultra liberal que le restaba votos a Juntos por el Cambio (JxC) con propuestas disruptivas e incendiarias. Un freak que hablaba con su perro muerto. Un loco con una motosierra que prometía acabar (no transformar) el sistema político vigente para liberar a la sociedad del yugo de un Estado que consideraba opresor y confiscatorio.
Desde el domingo 22 de octubre, Milei se consagró como nuevo líder de la derecha, al menos hasta el 19 de noviembre, cuando se decida en segunda vuelta el próximo presidente de los argentinos. La decisión de compartir el poder con el expresidente Mauricio Macri y el sector más duro de JxC, pone a prueba la capacidad de liderazgo del candidato libertario para mantener la cohesión de su heterogéneo espacio político.
La sociedad espera más que un cambio de marca
Milei supo aprovechar, mejor que ningún otro candidato desde el regreso de la democracia, el poder de alcance masivo de la televisión y de las redes sociales para sintonizar con la frustración de los argentinos y canalizarla en contra de todo el sistema político. Para lograrlo, construyó un relato simple que le permitió posicionarse como "un ciudadano común (outsider) embarcado en una gesta moral contra todo el establishment político".
En la política como espectáculo, los votantes se sienten atraídos por discursos grandilocuentes y actitudes disruptivas sin tener en cuenta las implicancias que las políticas propuestas pueden tener en su vida personal y en la comunidad que integran. La nueva lógica de los medios digitales demanda creatividad, pero también una sobre simplificación de las ideas. La competencia por captar la atención de audiencias tan diversas y fragmentadas obliga a los candidatos del espectáculo a adoptar posturas extremas que acentúan la polarización, nublan la razón y eventualmente dificultan la posibilidad de lograr acuerdos.
Hasta las elecciones PASO, el candidato de La Libertad Avanza supo dominar la agenda de debate en los medios de comunicación, obligando a los otros candidatos a definir sus posiciones en torno a temas como la dolarización, la función del banco central, el aborto, la venta de órganos, la libre portación de armas, la privatización de los servicios públicos, el déficit y el rol del Estado, entre otros.
Con esta agenda de temas controversiales, Milei logró llamar la atención del electorado, posicionarse como la mejor alternativa de cambio, imponerse en las PASO como el candidato más votado y desplazar a JxC del balotaje. Independientemente del resultado final de la segunda vuelta, a partir de diciembre Milei podrá tener un rol determinante en la política nacional. Sin embargo, para conservar el poder, deberá demostrar habilidades políticas para forjar acuerdos, negociar leyes y lograr cambios.
A partir de diciembre responderán a él 37 diputados y 8 senadores en el Congreso Nacional, la mayoría con nula experiencia política, ninguna experiencia en la administración del Estado y pocas ideas en común. Influencers, pastores evangélicos, periodistas, cosplayers y sindicalistas, asumirán sus bancas para sumarse a la casta política que tanto han denostado hasta ahora.
El universo de votantes de Milei es heterogéneo, pero se destaca por ser predominantemente joven y masculino. La mayoría de sus votantes nació en democracia. No han experimentado en carne los golpes militares, la hiperinflación, la ola de privatizaciones de Menem ni la crisis del 2001. Casi ninguno de ellos sabe quienes fueron ni cómo piensan Margaret Thatcher, Ayn Rand, Murray Rothbard o Alberto Benegas Lynch, a quienes Milei identifica públicamente cómo "próceres" y "mentores".
Lo que observamos en los grupos focales que realizamos desde Reyes-Filadoro es que muchos de sus votantes no consideran seriamente las propuestas de Milei sino que se sienten atraídos por su personalidad provocadora, irreverente y rebelde. En general, no piensan en términos ideológicos, no se detienen a reflexionar acerca del rol estratégico que pueden cumplir empresas como YPF o Aerolíneas Argentinas ni las implicancias negativas que tendría en sus vidas privatizar el sistema previsional, desfinanciar la educación pública o desmantelar el Estado de Bienestar.
Algunos de sus votantes reivindican abiertamente los crímenes de la dictadura, la desregulación indiscriminada del mercado y la aplicación de las teorías darwinistas de selección "natural" basadas en la supervivencia del más fuerte, o sea de los sectores más acomodados de la sociedad.
"¡Casta o libertad!", arengaba Milei desde el escenario a una multitud enardecida que agitaba banderas amarillas con la cabeza de un león. La elección del color amarillo no parecía casual. "Quiero el poder para devolvérselo a ustedes", prometía a los seguidores que se acercaban a presenciar el espectáculo. "¡Primera vuelta la puta que los pario!" coreaba la multitud.
Aunque el espectáculo no fue tan exitoso como esperaban algunos, alcanzó para extender el cronograma electoral hasta el 19 de noviembre. Al día siguiente de la elección general, Milei se dirigió hasta la casa de Macri en Acassuso, donde fue recibido por varios integrantes del viejo elenco y por "la montonera", Patricia Bullrich. En la casa del ingeniero sellarían un pacto secreto para vencer al kirchnerismo, enemigo de ambos y "causa de todos los males que acechan al país". Al menos por ahora, pareciera que Milei no tendría intención de devolverle el poder al pueblo que lo votó sino al presidente que lo defraudó.
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