El fallo y el desacato a la Corte aceleran el juego de roles rumbo al 2023
El desacato a la Corte Suprema volvió a evidenciar el balance incómodo que intenta el Presidente. Mientras Sergio Massa se mantiene ajeno al internismo, el alcalde porteño ve oportunidad política en la crisis financiera. Silencio ostensible de los gobernadores SanCor.
La política es un juego de roles. Uno en el que los protagonistas pueden sentirse a gusto (o no tanto) con el papel que les toca. Cristina Kirchner raramente está a desgano con el protagónico que desempeña desde hace casi dos décadas. Puede ganar o perder en el camino (y fue derrotada muchas más veces de lo que se recuerda), pero en general no negocia su performance. El próximo martes dará, una vez más, rienda suelta a su carácter durante un acto en Avellaneda.
Alberto Fernández, en cambio, pocas veces se sintió a gusto en estos últimos tres años. Hizo equilibrios incómodos, entre su búsqueda de una identidad propia, los deseos de Cristina Kirchner, los de Sergio Massa, de los gobernadores, de la oposición, los medios y el humor social. En el tramo final de su mandato aspira a que ese sea su legado: haberse inmolado en nombre de la unidad frentetodista. Un garante de la estabilidad hasta el final que no traiciona pero que tampoco es reivindicado por ese sacrificio.
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El desacato a la Corte Suprema volvió a evidenciar el balance que intenta el Presidente. Para congraciarse con el kirchnerismo duro, liderado por CFK, Axel Kicillof y, esta vez, por el chaqueño Jorge Capitanich, el profesor de derecho penal se entrega a una aventura incierta: desobedecer un fallo de los supremos. En su favor, Fernández ya no tiene demasiado que perder. Incluso ya le bajó dos o tres decibeles a su voluntad de ir por la reelección. Cerca del Presidente alientan proyectos alternativos, pero a la vez familiares ideológicamente. ¿Cuál? El de un presidente que no fue: Daniel Scioli. El embajador tendrá mayor protagonismo desde el 1 de enero, cuando Lula asuma el poder en Brasil.
Alberto, sin embargo, no baja todas sus banderas y se resiste a armar la mesa política que tantas veces le reclamaron. Para el Presidente la única mesa posible es la que tenga un objetivo electoral. En concreto, que un representante de cada tribu frentetodista se siente a negociar los términos y condiciones de una PASO amplia. Cualquier otro tipo de reunión se parecería más a una auditoría de la gestión. Pero la mesa de rosca electoralista recién debería constituirse en marzo o abril, según la hoja de ruta albertista.
Mientras tanto, Sergio Massa se mantiene ajeno al internismo. El ministro acumula fotos, acuerdos, presentaciones y logros minimalistas dentro una situación económica que, en julio pasado, pintaba para catástrofe. El tigrense también patea para adelante la posibilidad de capitalizar políticamente su papel de interventor que, al menos, evitó el caos y transmite una sensación de orden.
Para Horacio Rodríguez Larreta, otro dirigente que a veces se ve forzado a flexibilizar su identidad, la última semana estuvo cargada de altibajos. Empezó inmejorable con un fallo que el supremo Rosatti había anticipado una semana atrás. El ex ministro de Néstor Kirchner afirmó ante un auditorio de 500 jueces, fiscales y defensores, que "esta Corte no negocia fallos". Lo dijo en la cena de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional.
Al guiño financiero de Horacio Rosatti le siguió un desaire: el rechazo de la Casa Rosada a reabrir la canilla libre de la coparticipación que, en 2016 y por decreto, Mauricio Macri había instaurado.
Pero la mala noticia puede convertirse en oportunidad. ¿Cómo? El alcalde aprovechó para subirse al ring contra el oficialismo, mostrando dos banderas que pocas veces se mezclan: firmeza e institucionalidad. Sin buscarlo, Rodríguez Larreta dio con una causa para mostrarle los dientes al peronismo, tal como le exige a diario el sector más combativo del PRO.
La contraindicación de esa jugada es quedar aislado y en minoría ante un sistema político que el alcalde porteño aspira a seducir y, eventualmente, a conducir. Apenas cinco gobernadores optaron por el silencio ante el fallo de la Corte: los tres radicales, más los dos jefes provinciales del eje SanCor. Los peronistas sojeros Omar Perotti y Juan Schiaretti se despegaron ostensiblemente de la Casa Rosada.
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Frente a ese corrimiento, los larretistas prefieren ver el vaso medio lleno: "No es poco. Son los que buscan promover inversiones en Litio, en Vaca Muerta, en el agro o en lo que sea, y que no quieren llenar de dudas a los inversores". La pelea derivada tras el fallo de la Corte es económica sólo en apariencia.
El economista Hernán Lacunza lo expuso brutalmente. Ministro potencial de Rodríguez Larreta, Lacunza señaló que el monto en pugna es apenas el 0,1% del PBI. "Eso no hace quebrar a una administración central. Es lo mismo que un bono a los movimientos piqueteros", comparó.
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