La venganza de Huawei: el arma secreta de China para ganarle una carrera clave a EE.UU.
El chip en el nuevo dispositivo del fabricante de teléfonos aviva el temor a que la política tecnológica de los Estados Unidos frente a China sea contraproducente.
Según lo más común en el negocio de los dispositivos, todo lo referido a la presentación a fines de agosto del smartphone Mate 60 Pro de Huawei fue inusual. En vez de hablar del aparato en una colorida reunión de marketing, la compañía empezó a venderlo silenciosamente online. Huawei ni siquiera reveló ciertos detalles tecnológicos clave, y aun así quemó sus inventarios en cuestión de horas. En China inspiró una ola de festejos patrióticos.
El debut resulta más fácil de entender si no vemos al Mate 60 Pro como un dispositivo móvil y lo entendemos más como un mensaje de una superpotencia a otra. Huawei Technologies Co ha estado durante años en el centro de los intentos norteamericanos por minar el desarrollo tecnológico chino. En 2019 el gobierno de Trump agregó a la compañía a la llamada Lista de Entidades, con lo que restringió su acceso a tecnología estadounidense y en los hechos destruyó su enorme negocio de smartphones.
Desde entonces tanto el gobierno de Trump como el de Biden reforzaron la presión sobre el sector tecnológico chino, de manera más reciente con limitaciones a las exportaciones que fueron presentadas en octubre de 2022 por el Departamento de Comercio. El Mate 60 Pro salió a la venta justo cuando la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, visitaba China, lo que inspiró memes en los que se la veía aprobando el teléfono con la frase "Embajadora de Marca de Huawei".
El motivo por el que los nacionalistas chinos vieron en el teléfono semejante golpe a Raimondo y a Estados Unidos radica en su procesador principal, un componente diseñado y producido en China que utiliza un chip de 7 nanómetros. (La industria de microcircuitos distingue a los chips según sus nanómetros, que es la milmillonésima parte de un metro. A menor tamaño de los transistores, más puede colocarse en un solo chip, lo que incrementa su potencia. Siete nanómetros son apenas menos que el triple del diámetro de una sola cadena de ADN).
El chip Kirin del Mate 60 no es tan avanzado como los chips de 3nm que aparecen en los nuevos iPhones de Apple. Pero las restricciones a las exportaciones pretendían atrasar la capacidad tecnológica china entre 8 a 10 años frente a Estados Unidos, y el teléfono demostró que el socio de Huawei en la producción de microcircuitos, el Semiconductor Manufacturing Internacional Corp. (SMIC) de Shanghai, podría haber quedado sólo cuatro años rezagado.
Instancias decisivas
Tras años de intensificarse, el conflicto entre Estados Unidos y China se aproxima a un momento crucial. En este otoño boreal se cree que el gobierno de Biden concretará las restricciones a la exportación y ampliará el rango de la tecnología estadounidense que aspira a alejar de los consumidores chinos. Al demostrar que puede producir sus propios dispositivos usando semiconductores fabricados en su tierra, China le dice a Estados Unidos que sus intentos por mantener la superioridad están flaqueando.
En último caso la disputa no es por smartphones sino por aplicaciones de importancia estratégica como la inteligencia artificial o la supercomputación, además de por la tecnología militar. "Si esos chips van a smartphones de Huawei, ¿adónde más irán?", inquirió Reva Goujon, director de la consultora Rhodium Group.
La situación sigue siendo complicada tanto para Beijing como para Washington. En China las sanciones estadounidenses son vistas como una amenaza constante. En Estados Unidos crece la preocupación de que sus medidas con contraproducentes. Varios aliados clave se mantienen ambivalentes respecto de sumarse a la campaña por aislar a la segunda economía del mundo.
Las máquinas de los millones
Un obstáculo importante para el gobierno de Xi Jinping es su prolongada falta de acceso a las máquinas productoras de chips más avanzadas del mundo, los equipos llamados litografía ultravioleta extrema (EUV en inglés).
Esos aparatos dirigen la radiación ultravioleta con longitudes de onda por fuera de la percepción humana sobre placas tratadas de sílice, donde trazan los diseños necesarios para crear semiconductores avanzados. Su desarrollo demandó décadas, cuestan cientos de millones de dólares y los produce una sola compañía, la holandesa ASML Holdings NV. ASML tiene prohibido vender las máquinas a clientes chinos, y son dudosas las perspectivas de que Beijing pueda contar pronto con alternativas propias.
Firmas chinas pudieron comprar litografías ultravioletas profundas (DUV en inglés), que funcionan de manera similar que las máquinas EUV pero usan radiación con longitudes de onda mayores y producen circuitos que no están en la vanguardia. Esas empresas consiguieron que las máquinas fabricaran productos relativamente avanzados como el chip que está en el centro del Mate 60 Pro. Es materia de debate hasta dónde podrán avanzar por ese camino.
Como el gobierno de Biden presentó el año pasado sus restricciones a la exportación antes de sumar a aliados como Holanda o Japón, los compradores chinos pudieron acumular equipos de ASML, Canon Inc y Nikon Corp.. Pero este año esa brecha quedará mayormente cerrada, y el manejo del equipo actual de SUV se tornará cada vez más difícil en tanto las empresas dejen de prestar servicios y mantenimiento.
Eso podría complicar más a las firmas chinas que se esfuerzan por ponerse a la par. Puede que SMIC haya creado una cantidad limitada de los chips de 7nm como demostración de fuerza, incluso si no descubrió cómo producirlos en grandes volúmenes de una manera económicamente sustentable. El 19 de septiembre, en un testimonio ante el Congreso estadounidense, Raimondo declaró que EE.UU no tiene pruebas de que China pueda fabricar a escala los componentes clave de los teléfonos Huawei. Analistas como Dylan Patel de SemiAnalysis son más optimistas sobre la capacidad de los chinos. "No hay razón por la que no puedan producir decenas de millones", señaló Patel, quien prevé que el año próximo Huawei despachará 40 millones de teléfonos con el chip de SMIC.
Bloqueo con grietas
Para liberarse de las restricciones norteamericanas, el gobierno de Xi tendrá que sostener inversiones sumamente costosas en su industria de semiconductores sin un plazo definido ni garantías de éxito. El gobierno chino fijó planes para gastar unos US$ 150.000 millones en su industria nacional de semiconductores entre 2014 y 2030, con la meta de producir el 70 por ciento de los chips necesarios para smartphones, autos, computadoras y otros productos. Pero ese empeño parece cada vez más exigente en tanto la economía china trastabilla. Un colapso de los bienes raíces asfixiaría en los próximos años a todos los niveles del gobierno, y limitaría sus recursos.
A pesar de los problemas de Beijing también hay preocupación dentro del gobierno norteamericano -donde el sentimiento antichino es uno de los pocos temas que tiene respaldo de ambos partidos- en cuanto al fracaso de sus políticas tecnológicas de línea dura.
En función de las medidas del año pasado, China no tendría que haber sido capaz de comprar microcircuitos avanzados para el desarrollo de IA o los procesadores de supercomputadoras, tampoco tendría que haber adquirido equipos capaces de producir chips de 14nm. El asesor de seguridad nacional estadounidense, Jake Sullivan, sostuvo varias veces que esas políticas eran esenciales para limitar la capacidad militar de China.
Pero el bloqueo estadounidense resultó poroso. Aunque el gobierno de Biden decía contar con el respaldo de sus aliados, las negociaciones con Países Bajos y Japón se extendieron por meses. Peter Wennink, director ejecutivo de ASML, rechazó en público las medidas y advirtió que China desarrollaría una tecnología rival. "Mientras más los presionen, más probable será que refuercen sus intentos", declaró en una entrevista en enero.
Los tres principales productores norteamericanos de equipos para chips -Applied Materials, KLA y Lam Reserach- se quejaron de que no pudieron vender sus máquinas avanzadas a China mientras otros competidores extranjeros sí lo hicieron. Las importaciones chinas de equipos de producción de chips se dispararon, especialmente en Japón y Países Bajos, y tocaron en julio el récord de US$ 4000 millones. Hasta fin de año ASML todavía puede vender máquinas SUV capaces de producir chips de 7nm.
Aunque China ha sido privada de los microcircuitos más refinados, sus empresas aún pueden poner las manos sobre productos de Advanced Micro Devices, Intel o Nvidia. Esta última desarrolló rápidamente un chip modificado para capacitar modelos de IA destinados al mercado chino que no quedarían sujetos a las reglas impuestas por el gobierno de Biden. Este año repuntaron las ventas de chips A800 y H800 de Nvidia en tanto gigantes como Alibaba, ByteDance o Tencent formaron rivales propios frente a OpenAI.
Para promover la producción local China también está volcando dinero en casi todas las etapas del proceso de los microcircuitos. Algunas compañías como Biren Technology trabajan en unidades de procesamiento de gráficos que podrían reemplazar a los chips de Nvidia en la capacitación de modelos de IA generativa. El Shanghai Micro Electronics Equipment Group, o SMEE, trabaja en alternativas para las máquinas de litografías de ASML. China también está construyendo más plantas que fabrican chips con tecnologías viejas que cualquier otro país del mundo, una jugada estratégica en pos de los semiconductores que ha suscitado preocupación en Estados Unidos y Europa.
No puede hacerlo solo
Raimondo está bajo mayor presión en Estados Unidos para contener el avance chino. Los republicanos en el Congreso criticaron a la Oficina de Industria y Seguridad (BIS, en inglés) del Departamento de Comercio por su "incapacidad para redactar y hacer cumplir con eficacia" las restricciones a las exportaciones. Han declarado que los dispositivos de Huawei demuestran que SMIC infringió las restricciones ofreciendo tecnología avanzada a Huawei, y llaman a privar por completo de proveedores norteamericanos a Huawei y SMIC mediante la eliminación de la capacidad de las firmas de vender tecnologías más antiguas en tanto posean una licencia.
El Departamento de Comercio no ha definido si SMIC violó los controles a la exportación. Dio comienzo a una investigación sobre el teléfono y hace tiempo que sopesa si debe bloquear de plano a Huawei. En septiembre Raimondo declaró en la Cámara Baja que estaba "molesta" porque Huawei hubiera introducido su teléfono mientras ella se encontraba en China, y prometió "tomar acciones adecuadas para proteger la seguridad nacional estadounidense". En un comunicado un portavoz de BIS comentó que las restricciones a la exportación son "apenas una de las herramientas del gobierno norteamericano", y señaló que sus acciones desde 2019 han tenido impacto sobre Huawei y el gobierno chino.
Si el gobierno de Biden quiere impedir que China produzca grandes cantidades de semiconductores avanzados para cosas como sistemas de misiles guiados por IA o flotas de drones, deberá contar con apoyo internacional. Japón, por caso, alberga a una decena de compañías que son dominantes en sectores clave de la cadena de proveedores en semiconductores. En teoría el primer ministro Fumio Kishida podría presionar a los líderes en componentes y productos químicos estratégicos para que corten los suministros que necesitan SMIC y otras firmas chinas para mantener sus máquinas en funcionamiento. Pero en ese caso Kishida tendría que pedirle a empresas que son pilares de su economía que sacrifiquen ingresos con la casi completa certeza de que China reforzará las inversiones en crear otros rivales.
Los Países Bajos están en una encrucijada similar. El gobierno obligará este año a ASML, las compañías de mayor valor del país, a que frene la venta de máquinas DUV a clientes chinos, pero podrá seguir vendiendo equipos menos avanzados. Dada la dificultad en las negociaciones con Países Bajos y Japón, no queda claro si otros países también cumplirán.
EE.UU. puede obligar a sus aliados a cumplir con más restricciones dirigidas a China, pero si lo hace incurrirá en riesgos políticos. El gobierno de Biden podría invocar lo que se conoce como la norma del producto extranjero directo, que habilita al Departamento de Comercio a regular productos extranjeros.
El 25 de septiembre, Huawei organizó un encuentro para mostrar sus productos más recientes. El jefe de consumo, Richard Yu, evitó hablar del Mate 60, pero hizo demostraciones con tabletas y otros equipos, y prometió incrementar la producción de smartphones para satisfacer el crecimiento de la demanda. Las tensiones con EE.UU parecen avivar el entusiasmo por los dispositivos en su país. Hace poco en un comercio de Huawei en Shanghai, Ding Ailan, de 39 años, revisaba las ofertas más recientes. Es usuaria de iPhone, pero piensan pasarse al Mate 60 Pro. "Ya no voy a comprar iPhones -avisó-. Quiero apoyar a nuestra marca nacional".
Colaboraron para este artículo: Yuan Gao, Lulu Shen, Debby Wu, Ian King, Vlad Savov y Cagan Koc.
La versión original de esta nota se publicó en el número 359 de revista Apertura.
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