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La pelea que libra Alberto Fernández dentro del Frente de Todos para no quedar en soledad

El jefe de Estado está cada vez más aislado y con escaso apoyo en el peronismo. La jugada contra la Corte demostró la debilidad del jefe de Estado. El juego de Cristina Kirchner, Massa y los gobernadores

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La embestida de Alberto Fernández contra la Corte Suprema cristalizó la radiografía más acertada de la situación actual del Gobierno: es la imagen fiel de un Presidente que deberá luchar con la soledad del poder en lo que resta de su año de mandato y un Frente de Todos que empieza a resquebrajarse con miras a las elecciones de octubre.

Quienes estuvieron con el jefe de Estado en los últimos días coinciden en que está de buen ánimo pero que lo ven cansado, físicamente agotado y cada vez más cerrado en su núcleo duro de funcionarios. 

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Alberto Fernández no habla con Cristina Kirchner desde hace meses, los gobernadores empezaron a rebelarse, los intendentes del PJ del conurbano se escurren y gran parte del Gabinete empieza a armar su estrategia electoral con juego propio.

La imagen negativa del Presidente sobrepasó la barrera del 75% y la dureza que buscó mostrar Alberto Fernández con la maniobra de alto voltaje político en su embestida contra la Corte no conmueve profundamente al kirchnerismo duro porque entrevén otra película que los acecha: la de una economía cada vez más castigada para los sectores bajos y medios, una inflación que se atenúa levemente y un clima social cada vez más caldeado de malhumor.

En este contexto, Alberto Fernández se rodeó en los últimos días de gesta anti cortesana de su núcleo cerrado. Estos son: el secretario de la Presidencia, Julio Vitobello; el canciller, Santiago Cafiero; el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos; la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra; el embajador Daniel Scioli y la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz. Incluso antiguos leales del círculo rojo como el secretario de Culto, Guillermo Oliveri o el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis empiezan a tomar distancia

La soledad del poder del poder de Alberto Fernández se vio potenciada con los bloopers de comunicación alentados por la portavoz Gabriela Cerruti en la estrategia por sumar gobernadores a la hora de presentar el juicio político contra la Corte.

REBELDIA DE GOBERNADORES

Los casos de distanciamiento que expusieron Juan Schiaretti (Córdoba) y Omar Perotti (Santa Fe) eran esperables para el Presidente. Estos gobernadores del PJ cada vez están más distantes de la Casa Rosada y empiezan a mirar la partida de las presidenciales con otro prisma. Además, esas provincias tienen causas pendientes con la Corte Suprema y no quieren entrar en un litigio.

En cambio, al Presidente le sorprendió la jugada de deserción del entrerriano Gustavo Bordet, el puntano Alberto Rodríguez Saá, el desplante del sanjuanino Sergio Uñac y el rechazo abierto del chubutense Mariano Arcioni. No esperaba semejante afrenta de estos. 

Pero todo se reduce a lo que el manual del kirchnerismo duro fija como regla: nunca armes una asamblea si no tienes los votos mayoritarios previamente asegurados. Es lo que no hizo ni el Presidente ni Cerruti al exponer el comunicado oficial de pedido de juicio a la Corte e incluir allí a mandatarios que luego desmintieron su apoyo.

El pelotón de los cuatro gobernadores líberos como son Omar Gutiérrez (Neuquén), Gustavo Sáenz (Salta), Oscar Herrera Ahuad (Misiones) y Arabela Carreras (Río Negro) habían firmado un documento cauto y medido cuando salió el fallo de la Corte a favor de la Ciudad por el reparto de la coparticipación. 

Pero en la Casa Rosada pecaron en error de cálculo y creyeron que estos acompañarían la jugada del juicio a la Corte. Nada más lejano a ello por una simple cuestión de preservación que comentaron en reserva. "La embestida a la Corte es símbolo de inseguridad jurídica en Argentina, Alemania, Estados Unidos o cualquier país civilizado. Y la inseguridad jurídica ahuyenta inversiones", dijo un gobernador de este grupo a El Cronista. 

¿Cómo se hace para promover la inseguridad jurídica en un país y al mismo tiempo pedir a los empresarios extranjeros que vengan a invertir?

El ajedrez en soledad de Alberto Fernández buscó sumar en los últimos días el apoyo en bloque de los intendentes del PJ bonaerense 

Pero la jugada se limitó a un encuentro en Chapadmalal con apenas un puñado de 12 jefes comunales de la provincia de Buenos Aires. Los de mayor peso político eran Lucas Ghi de Morón, Julio Zamora de Tigre, Juan José Mussi de Berazategui, Fabián Cagliardi de Berisso y Mario Secco de Ensenada. El resto de los barones del conurbano peronista adujeron "problemas de agenda" y se ausentaron de la foto en la residencia veraniega del Presidente.

En los próximos días Alberto Fernández volverá a buscar apoyo en el conurbano. Tiene previsto una recorrida en Miramar el lunes y el miércoles un acto en Cardales.


TEORíA DE LA DUREZA y ministros ajenos 

Alberto Fernández tiene una teoría de toda la ingeniería política que armó: a la embestida contra la Corte en Diputados, le sumó la denuncia penal que ordenó presentar al ministro de Justicia, Martín Soria, contra el ministro de Justicia y Seguridad porteño -en uso de licencia-, Marcelo D'Alessandro, por tráfico de influencias. El Presidente está convencido de aquel teorema que sostiene que a mayor nivel de dureza contra la oposición, mayor nivel de unidad y adhesión en el Frente de Todos conseguirá.

Sin embargo, los hechos no le están dando los resultados esperados. Cristina Kirchner aun no lanzó grandes elogios hacia el Presidente y los ministros más independientes empiezan a mostrar los dientes

Sergio Massa no dio mayores muestras públicas de la jugada anticortesana. Cuando armó la reunión con los gobernadores del PJ en la Casa Rosada para sumar apoyos, el ministro de Economía estaba presentando el Plan Gas. Y el viernes había viajado a la provincia de Schiaretti mientras había un encuentro con intendentes en Chapadmalal. 

Es cierto que Massa avaló que sus legisladores en la Comisión de Juicio Político respalden el pedido presidencial aunque sabe que los proyectos de ley económicos que pedirá al Congreso en extraordinarias como la ley de blanqueo, la promoción agroindustrial o el monotributo tecnológico corren severo riesgo de quedar cajoneados por la debacle política. 

El silencio de Massa es entendible. Los embajadores extranjeros e inversores le preguntan cómo logrará la Argentina ser confiable cuando la seguridad jurídica está en vilo. Desde Washington y la UE se preguntan qué pasará en la Argentina que viene. Alberto Fernández deberá dar esa respuesta en los próximos días cuando lo visiten el canciller alemán Olaf Scholz, el primer ministro de Japón, Hayashi Yoshimasa y Charles Michel, Presidente del Consejo de la Unión Europea. 

Los dos primeros llegan con un grupo de empresarios tan interesados en los negocios del litio, el petróleo y el agro como en sacarse dudas del vendaval político que se desató en la Argentina. Y Massa deberá estar allí para balbucear alguna respuesta fiable.

En paralelo a esto, el cristinista ministro del Interior Eduardo 'Wado' de Pedro también se aleja de la figura de Alberto Fernández y hace su propio juego. Para contrapesar el faltazo de varios gobernadores en el comunicado de pedido de juicio a la Corte, De Pedro emitió un comunicado de apoyo de todos los vicegobernadores del Norte Grande. 

Hace tiempo que el ministro del Interior se desmarca del Presidente. Empieza a jugar en la arena electoral por la presidencia de la mano de Cristina Kirchner

Lo mismo ocurre con el jefe de Gabinete, Juan Manzur, quien ya casi no deambula por los pasillos de la Casa Rosada y prepara su regreso a la gobernación de Tucumán. Sus allegados se mantienen enigmáticos: "Nada confirmado y nada desmentido", dicen.

El panorama no se le presenta nada fácil al Presidente y la soledad acecha en la Casa Rosada. Los planes por la reelección cada vez son más lejanos y por ahora el único antídoto que encontró Alberto Fernández para despejar todos estos males es profundizar su kirchnerismo sobreactuado con embestidas contra la oposición y la Corte. El problema es que esta estrategia podría generar una crisis institucional mayor.

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