Dos gobiernos en pugna: Alberto apuesta al diálogo y Cristina se radicaliza al extremo
El Presidente cree que se puede revertir el resultado electoral a atenuarlo por lo que busca acuerdos con distintos sectores para el día después; el kirchnerismo fomentó la ruptura con los empresarios y alentó a Jone Huala
La Argentina convive en estos días con dos gobiernos en paralelo: aquel que decidió liderar Alberto Fernández bajo la idea del diálogo y del "Si" electoralista del catalán Gutiérrez Rubí y, el otro, encarnado por el cristinismo duro que se radicalizó con signos de extremismo preocupante.
La derrota electoral del Frente de Todos en las PASO profundizó los tiempos de enfrentamientos internos en el oficialismo que escalaron en peligrosos andariveles y que después de las elecciones legislativas del 14 de noviembre resultarán difíciles de remontar.
Alberto Fernández encomendó ayer en la Casa Rosada a sus funcionarios mayor confianza como son Julio Vitobello, los ministros de Trabajo, Claudio Moroni; de Obras Públicas, Gabriel Katopodis; de Producción, Matías Kulfas y el canciller Santiago Cafiero a sostener la idea de diálogo aperturista con los gobernadores del PJ, la oposición en el Congreso con Sergio Massa como interlocutor y la CGT. La imagen de un gobierno dialoguista se completa con la decisión de avanzar cuanto antes en un acuerdo con el FMI por la deuda.
El decálogo albertista de buenas intenciones está sustentado en la idea optimista de que el resultado electoral de noviembre no será tan duro como el de las PASO.
Este espíritu se sustenta en encuestas como las de Aragón & Asociados que ayer mostraban un menor margen de diferencia (39,4% Santilli-37,1% Tolosa Paz) en la provincia de Buenos Aires. Así, el Presidente cree en la necesidad de un acuerdo de gobernabilidad que será más que necesario para llevar adelante los dos años que le restan de mandato si no logra retener la mayoría del Senado.
Los viajes a Washington del jefe de Gabinete, Juan Manzur y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, con el apoyo logístico del embajador en Estados Unidos, Jorge Argüello buscaron ablandar a la administración de Joe Biden para acelerar el proceso de negociaciones con el Fondo y apaciguar la incertidumbre económica de la Argentina. Por ahora: cero resultados.
Alberto Fernández buscará en la cumbre de Cambio Climático de Glasgow una reunión bilateral con Biden para ir al grano y destrabar de una vez el acuerdo con el Fondo. Es la última carta que le queda antes del vencimiento de la deuda en marzo.
El canciller Cafiero ayer tendió un puente con los empresarios de la UIA que están enojados con el congelamiento de precios. En una reunión que mantuvieron en el Palacio San Martín analizaron la agenda exportadora, el futuro del Mercosur y las estrategias de inserción internacional. Varios de los presentes aseguraron a El Cronista que no se habló de congelamiento de precios aunque admiten que el ánimo empresarial con el gobierno esta por el piso.
En paralelo, Alberto Fernández emitió gestos de buena sintonía con los movimientos sociales críticos al avanzar en el decreto de creación de puestos de trabajo para beneficiarios de planes y en el monotributo gratuito para los trabajadores de la economía popular. El ciclo albertista de buenas intenciones se completa con el llamado al diálogo con la oposición y la vista del ministro de Trabajo, Claudio Moroni el lunes que viene al Congreso a la Comisión de Trabajo.
LOS DUROS DEL GOBIERNO
En contraposición con todos estos gestos que unifican la campaña del Si está germinando un cristinismo duro cada vez más radicalizado en la misma Casa Rosada. Algunos preveían que esta profundización del esquema K llegaría después del 14 de noviembre.
La vicepresidenta parece haber acelerado los tiempos de radicalización del modelo porque, a diferencia del albertismo optimista, aventura una dura derrota en las urnas.
La decisión del Secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti de avanzar a toda costa con un congelamiento de precios por 90 días a pesar de la negativa del empresariado estuvo alentada en todo momento desde el Senado que preside Cristina Kirchner.
No sólo esto. La vicepresidenta dio rienda suelta al gobernador bonaerense Axel Kicillof, al ministro del Interior, Wado de Pedro y a la fiel soldado K, Débora Giorgi para cerrar un acuerdo con un grupo de intendentes del Frente de Todos que gobiernan municipios del conurbano bonaerense a fin de desplegar desde hoy un mega operativo de control de la canasta establecida de 1.432 productos con precios "justos y estables" hasta el 7 de enero.
La ex secretaria de Comercio, Paula Español, ya les había advertido a los empresarios antes de irse que era mejor acordar con ella porque lo que venía después era "cristinismo extremo". Es lo que está ocurriendo en los hechos y que se extiende a otras áreas del gobierno.
Es el mismo cristinismo duro que llevó al embajador en Chile Rafael Bielsa a encarar una defensa del beneficio de la libertad condicional del dirigente mapuche Jones Huala.
"Asumí personalmente la responsabilidad para aliviar la carga de trabajo de la Cónsul en Concepción. Pero eso no implica una injerencia en Chile porque yo sólo cuestioné la postura del representante del Ministerio del Interior, que no forma parte de la comisión, no la decisión de la Comisión. El preso tiene derecho a pedir asistencia consular", dijo Bielsa El Cronista para justificar su accionar.
El hecho es que en el gobierno asumen que esa decisión generó un efecto dominó de violencia en cadena en Rio Negro donde grupos que se declaran mapuches en Villa Mascardi produjeron diversos atentados en propiedades privadas de la zona. La ecuación es simple: Jones Huala brega por su liberación en Chile alentada por Bielsa y la negativa judicial arrebata los ánimos violemntos del otro lado de la cordillera.
La gobernadora Arabella Carreras pidió al gobierno nacional el refuerzo de fuerzas de seguridad. Anoche llegaban a la zona 100 efectivios de Gendaremería. Quizás sea tarde.
En varios despachos de la Casa Rosada ayer se mostraban molestos con Bielsa y evaluaban que avalar a Jones Huala en un tribunal es casi lo mismo que proteger el accionar violento de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), que encabeza el dirigente detenido en Chile.
La cristalización de un kirchnerismo duro desplegado a sus anchas ya se vislumbró claramente el 17 de octubre en la Plaza de Mayo donde Hebe de Bonafini y Amado Boudou cuestionaron duramente a Alberto Fernández y sus negociaciones con el FMI. El día después la CGT hizo su acto por el día de la Lealtad Peronista con gestos de apoyo a Alberto Fernández.
Ambos actos fueron una postal adelantada de dos gobiernos en pugna que se disputan en estas horas. Nadie sabe hasta donde se profundizarán las diferencias internas.
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