Massa y Milei imponen nuevas reglas y un cambio de época: duelo final con resultado incierto
El candidato de Unión por la Patria rearmó un peronismo desunido y arma una nueva coalición que le garantice liderazgo. Por su parte, el libertario rompió a la oposición en sociedad con Macri tras quitarle a Juntos por el Cambio su rol principal
Sergio Massa recuperó la cábala que siempre tuvo en Tigre. Reconciliado con Julio Zamora, intendente de su pago chico, ambos le dieron el OK al Sindicato de Comercio de la zona norte y el viernes al mediodía, como en los viejos tiempos, volvió el asado prelectoral que incluyó al leal Juan Andriotti de San Fernando. Por primera vez apareció Armando Cavalieri olfateando la chance de un triunfo del candidato de Unión por la Patria más que la carne sobre la parrilla.
El mensaje de Massa fue prudente, por la veda, el contexto y la perspectiva. Varias veces mencionó la necesidad de mostrar esperanza como motor del voto por sobre el enojo que expresa su competidor Javier Milei y La Libertad Avanza.
En el espacio es vox populi la convicción de que hasta ahora Massa obró un par de milagros. Ser candidato a Presidente de la Nación por Unión por la Patria y agrupar, camino al balotaje, al peronismo K y no K fue el primero. El segundo fue entrar a la segunda vuelta siendo ministro de Economía a pesar de la pobreza y la inflación.
Si gana podría tramitar su santidad con un tercer milagro electoral que se explicaría por su capacidad de trabajo, la profesionalización de la campaña -algo inédito en su Gobierno y en el peronismo- pero especialmente gracias a los desaciertos y la falta de construcción de la oposición en su conjunto.
También por el mensaje atemorizante de Milei que arrancó con la motosierra, defenestró el rol del Estado en un país estado-dependiente, propuso la dolarización y agitó fantasmas que retrotraen a la Argentina de un tiempo pasado que no fue mejor. Incluso referentes de distintos sectores, que nunca se expresaron en público, lo hicieron esta vez para que se vote en su contra y se defienda la democracia.
LLA agitó el fantasma del fraude electoral a pesar de la fortaleza y controles de un sistema sobradamente probado durante los últimos 40 años
Un escenario de tercio que rompió la tradición
La estrategia de Patricia Bullrich orientada a "aniquilar" al kirchnerismo y la obsesión de Mauricio Macri por deshacerse de Horacio Rodríguez Larreta, sumado a la crisis de identidad del radicalismo, alimentó la autodestrucción de Juntos por el Cambio. El voto opositor se dividió y el escenario quedó fraccionado en tercios.
Supo leerlo anticipadamente Cristina Kirchner que pactó con un Massa cada día más pragmático -ella también- y con vocación y ambición suficientes para afrontar un escenario por demás difícil. La Vicepresidenta pidió perdón y Unión por la Patria se movió, un poco, a la derecha.
En la recuperada tradición con delegados de los empleados de Comercio Massa se vio cansado tras tres semanas intensas de campaña donde logró mostrarse casi como exclusivo protagonista de la contienda.
El candidato no estuvo solo, aunque así se lo haya visto. Intendentes y gobernadores fueron interpelados para subir el porcentaje de la general del 22 de octubre. El reelecto bonaerense Axel Kicillof fue uno de los más activos: teme a un gobierno de Milei y reconoce la dependencia que Buenos Aires tiene de Nación.
En ese escenario hasta una parte del kirchnerismo admite que si Massa gana será más mérito propio y de su equipo que del resto de la fuerza política. Hasta el nombre tuvo que cambiar el Frente de Todos tras tres años en los que transitó la vía del autoboicot.
La garantía de supervivencia de Massa
En el tramo final sí hubo disciplina y las ausencias del Presidente Alberto Fernández, la Vicepresidenta y el diputado Máximo Kirchner fueron parte de la estrategia electoral. Por eso mismo habrá algo de corresponsabilidad tanto en un escenario de derrota como de triunfo.
Por temor a Milei, el Massa candidato -más que el ministro de Economía- pudo tender puentes con dirigentes que expulsó el kirchnerismo. Las adhesiones fueron una muestra de cómo sería el futuro si llegara al Ejecutivo. Su propuesta de unidad nacional no es sólo una promesa para ganar, es su garantía de supervivencia y la génesis de un nuevo peronismo sin doble comando y con un nuevo liderazgo.
¿Y Cristina? ¿Y Máximo? "Nadie va a tirar a nadie por la ventana. El kirchnerismo será un sector importante, no el único. Fueron dos décadas de kirchnerismo, el movimiento más longevo del PJ pero ahora tendrá menos poder", insisten quienes pronostican una reconfiguración a partir de este domingo.
Si así sucediera, en el Complejo C donde esperará los resultados, Massa deberá convocar seriamente a la unidad nacional e incluso cumplir la promesa de abrir el gabinete a otras fuerzas políticas. De eso, y sobre todo de la fiscalización y el operativo de este domingo, habló en la noche del viernes en una ronda de café con los intendentes de la Primera y Tercera sección electoral de Buenos Aires. Lo acompañaron el ministro de Obras Públicas Gabriel Katopodis y también Kicillof. El gobernador insistió en que todo lo que hicieron y lo que logren en Buenos Aires determinará el resultado nacional.
En el encuentro hubo intendentes más o menos optimistas, según los números que cada uno barajaba. Y aunque el oficialismo no agitó el fantasma del fraude, sino todo lo contrario, se resaltó una advertencia: "Cuidemos bien los votos".
La charla fue interrumpida por el aviso de que en el Teatro Colón una parte del público le cantó "sos la dictadura" a Javier Milei que emulando a Mauricio Macri fue a ver ópera con su novia Fátima Florez. "Uff, queda victimizado", se escuchó en la mesa mientras otros referentes apuntaron que la reacción espontánea de una parte de los asistentes podría ejemplificar lo que ocurrirá este domingo.
Contra Massa se cantó la misma canción el jueves en el cierre de campaña de Milei. Así de enrarecido está el clima que incluyó amenazas contra los hijos del tigrense y una cadena de fake news.
Optimismo libertario
Del otro lado también hay optimismo. Los desaciertos del Gobierno, los yerros presidenciales, y las peleas internas que sostuvo el cristinismo contribuyeron a la división del electorado y al crecimiento de Javier Milei que se quedó con el rol de opositor y que se asoció con Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Con ellos recibió a una gran parte del PRO que ignoró las afrentas electorales. Y Macri, que cayó con la derrota de su exministra, se revitalizó y reactivó su plan para centralizar el poder desde el vientre de un argento caballo de Troya.
Las idas y vueltas, incomprensibles después de las duras acusaciones que protagonizaron Milei y Bullrich no fueron antinaturales. El primer banderazo durante la pandemia unió en un abrazo sobre la 9 de julio al libertario y a la exministra de Seguridad. Si no se juntaron antes fue porque lo impidieron la Coalición Cívica y el radicalismo.
Tras la primera vuelta la UCR optó por la prescindencia institucional pero no pudo contener a su tropa. Una gran parte de los dirigentes salieron a militar el No a Milei. Otros trabajan detrás de escena.
Vecinos porteños que figuran en el padrón de la UCR recibieron una carta titulada "El radicalismo no tiene nada que ver con la extrema derecha". En la misiva se recuerda el triunfo de Raúl Alfonsín en 1983 y la permanente defensa de la democracia, se critican "ofensas" del "ingeniero Macri", se citan agravios de Milei y su "anti-radicalismo" y se pide votar en su contra este domingo. El sobre incluyó la boleta de Unión por la Patria.
Por el contrario Bullrich grabó un mensaje que se replicó en llamados telefónicos a todos los vecinos, sin distinción de afiliación y a favor del libertario.
El rol de las provincias opositoras
En Capital el presidente de la Juventud Radical Agustín Rombolá asumió un rol activo que lamentablemente le valió amenazas de muerte. Lo mismo ocurrió con diputados nacionales y otros dirigentes. En cambio, en Santa Fe el gobernador electo Maximiliano Pullaro evitó expresarse. Concentrado en su futura gestión tampoco hizo nada ni por uno ni por otro.
Misma actitud a nivel local tuvieron sus aliados del PRO mientras que el socialismo, que tiene su mayor peso nacional en Santa Fe, asumió un fuerte protagonismo contra el libertario alertando que representa un riesgo para la democracia.
En Córdoba Juan Schiaretti nunca anunció su voto pero criticó con dureza a Massa. Es conocida su amistad con Mauricio Macri pero no suficiente para que jugara abiertamente. El gobernador electo Martín Llaryora tuvo actitud similar a la de Pullaro mientras los intendentes se dividieron. En el norte cordobés intervinieron los gobernadores Gerardo Zamora, de Santiago del Estero, y Ricardo Quintela de La Rioja.
Milei necesita que Massa no llegue al tercio de los votos cordobeses, subir aún más en Santa Fe -donde a Patricia Bullrich le fue mal- y evitar un batacazo peronista en Buenos Aires. Apuesta gran parte de su estrategia a la Mediterránea y a Mendoza, dos distritos adversos para el oficialismo nacional.
La performance del libertario también es un milagro: pasó de ser un provocador mediático a un posible próximo Presidente de la Nación. En alianza con Macri rompió Juntos por el Cambio, una construcción que a la oposición le llevó años sostener, desde la pelea por la Resolución 125 al triunfo del 2015 y la supervivencia a la derrota de 2019.
No logró sin embargo seducir a todos. El jujeño Gerardo Morales se embanderó en su contra y muchos sectores políticos, sociales y empresariales lanzaron sus advertencias. Aunque camino al balotaje se tiñó de moderación, mantuvo su batalla contra "la casta" que incluye al resto de los sectores de poder como la justicia electoral, el periodismo y las cámaras empresarias como la de la Construcción que defiende la obra pública. Hasta el titular de la Sociedad Rural, Nicolás Pino, pidió un nuevo acuerdo social pero luego de muchas críticas aclaró que no está ni con Massa ni con Milei.
El desencanto del Círculo Rojo
El libertario además desairó al Coloquio de IDEA y más recientemente a la UIA aunque el anteúltimo día de campaña se mostró con humor frente a los empresarios del CICyP donde tuvo un cruce posterior con su exempleador Eduardo Eurenekian.
La elección reconfigurará toda la política. Sea quien sea el próximo Presidente
A la espera de este domingo el gran ganador en la Ciudad, Jorge Macri, se reservó su voto y no armó aún su gabinete mientras Elisa Carrió se autoexilió en Uruguay para no votar. Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Martín Lousteau se preservan aunque el todavía jefe de gobierno de la Ciudad hizo este sábado una caminata por Almagro, un barrio de clase media. Dejó un mensaje: "Siempre me van a encontrar por acá", dijo en su estilo también moderado. Si Milei no gana volverá a tener un lugar central.
Sin experiencia de gestión ni política habrá que esperar cómo se mueve, si gana, el libertario. Con menos estructura y una fuerza tan diversa, al punto que después de cada turno electoral perdió referentes, incluso su armador Carlos Kikuchi, podría simbiotizarse con Macri que lograría la resurrección política.
Del otro lado Massa, más ecléctico, parece listo para refundar, sin Cristina, al peronismo. Lo anticipó el propio Máximo Kirchner: "Estamos frente a otro 2003". Ese año fue el inicio de un kirchnerismo que sepultó la década menemista.
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