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Todos hablan de acuerdo, pero el Gobierno insiste con usar su receta

Si hay una apelación que marca lo delicado del contexto económico y social que atraviesa hoy la Argentina, es la frase "tenemos que ponernos de acuerdo de una vez por todas, para fijar políticas de Estado que sostengan el crecimiento de la Argentina". Con alguna que otra variación, este concepto se escucha en los últimos días en boca de políticos de todos los signos, empresarios, dirigentes gremiales sociales y hasta economistas, pero por alguna razón no funciona. Pacto Social, Pacto de la Moncloa a la Argentina, Consejo Económico y Social, son títulos de herramientas que aparecen en los enunciados pero sin llegar a tener un plan de acción como respaldo.

Cuando los que pasan el mensaje son los empresarios, lo que buscan señalar es que hay que encontrar algún tipo de consenso que nos aleje del precipicio. Lo que están dispuestos a discutir, esencialmente, es un acuerdo que ponga fin a las piruetas que hace el Gobierno a metros de lo que muchos ven como un abismo.

La pregunta que se hacen los hombres de negocios es si el oficialismo comparte esa vocación por una necesidad electoral o porque ya tienen la sensación de que necesitan hacer algo que les garantice cierto control del timón hasta el 2023.

Los condimentos que debe tener ese consenso no son tantos, y son conocidos por todos los actores. Su adopción no es gratuita, y una de las cuestiones que empaña la convocatoria a este tipo de diálogo es determinar de antemano el orden de los factores, ya que todos los involucrados admiten saben que la secuencia impacta en el costo político final.

La fórmula emisión, inflación y devaluación hoy es altamente inestable para la coyuntura. Por eso el pedido generalizado de empresarios y economistas es que haya un sendero de equilibrio fiscal que permita reducir la asistencia monetaria, y en paralelo un acuerdo con el FMI que libere el financiamiento del 2022, nutra al BCRA de reservas y facilite una reducción de la brecha.

El Gobierno imagina otra secuencia. Pide congelar precios para bajar la inflación, porque cree que si reduce la emisión y adopta un comportamiento cercano a algún tipo de ajuste renuncia a cualquier chance de revertir la derrota de las PASO.

Al oficialismo le cuesta tomar real dimensión de cómo se está tensando la cuerda en el día a día de las empresas. Algunas pueden responder por un tiempo a sus deseos, pero otras ya no saben cómo traducir a sus accionistas los requerimientos de la política argentina.

Con esta diferencia de visión, los llamados al diálogo seguirán siendo abstractos. La convocatoria volverá tras las elecciones, de eso casi no hay dudas. Pero a medida que pasan los días, el precio de ese pacto sube.

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Comentarios

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  • AZ

    Angel Zapata

    18/10/21

    Saben que no pueden solucionar nada , no pueden atraer inversiones , no pueden generar confianza , son todo lo contrario que necesita un país para empezar a ser normal
    Por eso la teoría de arrasar con todo es la que pusieron en práctica.

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