Los senderos del sobreviviente universo peronista

"Es un poco mover el avispero" dijo en una entrevista radial el diputado tucumano Agustín Fernández para justificar su salida del bloque de diputados de Unión por la Patria (UP). Alineado con los intereses de su jefe político, Osvaldo Jaldo (gobernador de Tucumán), Fernández junto con otras dos legisladoras inauguraron un nuevo bloque peronista en la Cámara Baja, al que bautizaron como Independencia.

Ciertamente, habiendo transcurrido ya más de un mes y medio desde la asunción de Javier Milei, las bancadas de UP en el Congreso han logrado minimizar las defecciones de tal manera que el anterior suceso secesionista había quedado limitado a la salida de tres diputados que responden al gobernador de Salta, Gustavo Sáenz. Sin embargo, este tipo de episodios rupturistas sirven para explorar algunas cuestiones más profundas, relacionadas a la reconfiguración del campo peronista en su rol opositor, el posicionamiento de sus distintas tribus frente al gobierno libertario y la preparación del terreno para las futuras disputas por el liderazgo de un movimiento herido pero no vencido.

Gobernabilidad: paciencia, pragmatismo y flexibilidad

La democracia representativa, lejos de ser un juego a todo o nada, permite a los perdedores en el nivel nacional retener resortes de poder legislativo, con el que pueden ejercer la defensa de su agenda de intereses, como así también palancas de poder territorial que habilitan la continuidad de gestiones ejecutivas en el nivel subnacional. En este contexto, uno podría entender la importancia de los gobernadores peronistas que han quedado en pie, no solo por la legitimidad renovada que han logrado validar ante sus electorados provinciales sino también por los legisladores nacionales sobre los que cada uno de ellos ejerce influencia directa. Este último aspecto representa una de las herramientas más importantes con las que cuentan para negociar con el gobierno central. En estas circunstancias, mientras algunos exhiben cierta apertura al diálogo ante las propuestas que surgen desde la Casa Rosada, otros se muestran más intransigentes.  

Con un desaparecido presidente del PJ nacional (Alberto Fernández) y un fantasmal presidente del PJ bonaerense (Máximo Kirchner), quienes se muestran más dispuestos a alzar su voz contra las reformas libertarias son los mandatarios de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y de La Rioja, Ricardo Quintela. El riojano se organizó velozmente para alzarse por la inconstitucionalidad del mega DNU ante la Corte Suprema, además de haberle dado impulso a una cuasimoneda que le ha servido como una nueva oportunidad de disputa retórica con el Presidente.

Kicillof fue uno de los que más rápido se movió para escenificar la confluencia de los sindicalistas con los gobernadores, intendentes y legisladores de UP en la previa del paro general de la CGT, al que asistió especialmente. Al día de hoy, es posiblemente quien mejor represente el modelo estatista y proteccionista forjado en los años de gestión kirchnerista y resistido hoy por una mayoría de la ciudadanía. Este atributo lo convierte en una antítesis perfecta de Milei, lo que explica que el oficialismo se sienta cómodo en la confrontación directa con su figura. Las dificultades para ordenar económica y financieramente a Buenos Aires, sumado a la necesidad de consolidarse definitivamente en su disputa con La Cámpora condicionan su involucramiento en la escena nacional.

En otro carril parecen posicionarse gobernadores como Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Raúl Jalil (Catamarca),  Jaldo o, incluso, Martín Llaryora (Córdoba), quien no forma parte de la conducción actual del PJ pero sostiene una adscripción irrebatible al peronismo. Entre ellos se pone de manifiesto una escudería peronista presta para habilitar un laissez faire al paquete de reformas oficial, condicionado a algún tipo de negociación política. En efecto, difícilmente salgan a exhibirse públicamente como los principales defensores del proyecto mileísta pero su necesidad de defender las principales actividades productivas locales y, en algunos casos, la búsqueda de apuntalamiento de sus presupuestos con fondos discrecionales nacionales operan como impulsos para encontrar una sintonía adecuada con Milei. Al Gobierno se le presenta la oportunidad de incorporar a estos interlocutores a la discusión sobre el nuevo paquete fiscal tras el fallido del primer intento de Luis Caputo.

Gobernar es estabilizar: el principal desafío para la próxima gestión

En medio de estos movimientos de iniciativas fragmentadas, la CGT pegó primero y activó el primer paro general contra la administración libertaria. Aprovechándose de condiciones materiales deterioradas que harían lógica cualquier protesta ciudadana genuina, la central obrera montó una reacción corporativa con la intención de expiar su absoluta inacción durante el gobierno anterior. Un todavía eclipsado Sergio Massa no se sumó personalmente, eventualmente manteniendo alguna desconfianza hacia una medida de este tenor de manera tan acelerada, pero sí lo hizo a través de la presencia de Malena Galmarini en la movilización hacia la Plaza del Congreso.

En contraposición, Cristina Kirchner permanece en silencio. La expresidenta conoce la potencia que siguen teniendo sus palabras para el auditorio del kirchnerismo más duro pero, al mismo tiempo, parece percibir la declinación de su poder relativo dentro del peronismo. En este sentido, es posible que nadie mejor que ella entienda que encabezar la contrarreforma al modelo libertario desde un liderazgo tan rechazado por un amplio sector de la ciudadanía sería la mejor forma de "hacerle el juego a la derecha".

En cualquier caso, más allá de la necesaria renovación de liderazgos que demanda este nuevo tiempo, una reinterpretación completa de la época exige una puesta en valor del ejercicio de la reflexión sobre el proyecto alternativo de país que el peronismo planea ofrecerle a la sociedad. En esa tarea, deberá repensar sus enfoques en torno al vínculo entre capital y trabajo, como así también el relacionamiento propuesto entre Estado y sociedad. De igual forma, tendrá que reordenar sus ideas en relación con la seguridad interior, su sintonía con los distintos sectores productivos, además de actualizar sus miradas sobre un escenario internacional en constante cambio. Sobre estos caminos se despliegan los desafíos del peronismo para reconstituirse en el presente y proyectarse hacia el futuro.

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