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La política tiene que achicar la incertidumbre, no agrandarla

A lo largo del 2022, quienes frecuentaban a Mauricio Macri tenían la seguridad de que el expresidente tenía claro cuál iba a ser su rol en Juntos por el Cambio durante el año electoral: convertirse en el garante de su propio legado.

Así se comportó Macri durante varios meses, pero el crecimiento de Javier Milei, apalancado en su defensa de un liberalismo extremo, lo hizo recalcular. Levantó su perfil, hizo visible su apoyo a Patricia Bullrich y se convirtió en un jugador más. Su estrategia no fue original: ante cada consulta evitaba confirmar si estaba dispuesto a ser candidato o no. Los dirigentes que recibían sus llamados reconocen que un día buscaba informarse sobre un tema y la siguiente vez preguntaba "¿qué vamos a hacer con esto?", como si estuviera sentado en Balcarce 50.

Más allá de algunas encuestas que le adjudicaban alguna chance, los racionales no ayudaban. El expresidente aún conserva una alta imagen negativa, y sabía que era imposible desarticular la competencia interna en las PASO, lo cual lo obligaba a competir con Horacio Rodríguez Larreta y Bullrich.

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La decisión que Macri comunicó ayer no fue un retroceso, sino un avance en la dirección que imaginó desde el comienzo: conservar el rol de referente ideológico y ponerse por arriba de las internas opositoras. Larreta le expresó a Macri, en su último encuentro, la conveniencia de usar las PASO. Todavía rescata la intensa movilización política que causó la pulseada bonaerense entre Diego Santilli y Facundo Manes. Pero el pedido que le transmitió el expresidente fue que la sangre no llegue al río. La competencia debe ser racional, no extrema. El objetivo es que ganador y perdedor se pongan a trabajar juntos el día después de las PASO.

Aunque son varios los analistas y empresarios que nunca habían apostado del todo a la posible postulación de Macri, la confirmación de que no será candidato llega en un buen momento, porque puede generar un efecto ordenador tanto puertas adentro de JxC como en el oficialismo. Si hay algo que no necesita la economía en un contexto tan difícil (tanto interno como externo), es que la política potencie la incertidumbre.

La crisis que provocó la renuncia de Martín Guzmán reflejó la falta de consensos internos en el Frente de Todos. Y el costo que se pagó entonces en términos de inflación y devaluación todavía repercute en la coyuntura.

Alberto Fernández todavía juega con la idea de ser candidato. No hay número que lo ayude. Tampoco a Cristina Kirchner. Pero vendría bien que la coalición de gobierno empiece a proporcionar sus propias definiciones.

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