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La política exterior de Estados Unidos hacia América Latina ha dejado atrás los impulsos ideológicos que dominaron décadas pasadas. Hoy prevalece un enfoque pragmático y selectivo, guiado estrictamente por cálculos de costo y beneficio. En este marco, la estrategia del gobierno argentino —un alineamiento abierto y sin matices con Washington— combina oportunidades concretas con riesgos evidentes, especialmente porque la Casa Blanca ya no actúa por afinidades políticas sino por intereses definidos.

1. El pragmatismo estadounidense

Washington ya no interviene en la región para moldear sistemas políticos ni para sostener aliados por razones ideológicas. Su atención se orienta a ámbitos donde los costos son asumibles y los beneficios son claros para su seguridad, su economía o su política interna. La Argentina de Milei, con un discurso frontal y disruptivo, intenta insertarse en este esquema mediante un acercamiento directo a Estados Unidos. Pero como ese vínculo se procesa bajo criterios estrictamente instrumentales, las expectativas de acompañamiento automático son supuestas.

En la política exterior estadounidense actual prevalece un enfoque pragmático y selectivo, guiado estrictamente por cálculos de costo y beneficio. (Fuente: Archivo)
En la política exterior estadounidense actual prevalece un enfoque pragmático y selectivo, guiado estrictamente por cálculos de costo y beneficio. (Fuente: Archivo)

La política estadounidense hacia América Latina está fuertemente concentrada en migración, seguridad y crimen organizado, con énfasis en México y Centroamérica. En esos campos, la retórica argentina puede alinearse simbólicamente con Washington, pero debe generar incentivos suficientes (por ejemplo en armamento y seguridad) para que EEUU destine recursos significativos.

2. China: desafío estratégico y oportunidad condicionada

La presencia creciente de China en la región sí coloca a la Argentina bajo mayor observación. Milei ha planteado un distanciamiento explícito de Beijing y una alineación plena con Washington. Ese giro podría abrir espacios de cooperación, especialmente en áreas donde China compite por influencia. Sin embargo, EEUU no está dispuesto a confrontar a Beijing en cada proyecto ni a sustituir de manera automática la inversión china. Para la Argentina, la clave es calibrar decisiones sin sobredimensionar el respaldo que Washington está dispuesto a ofrecer.

3. Recursos críticos y energía: un interés selectivo

La Argentina posee activos estratégicos —litio, energía renovable y recursos críticos— que sí encajan en las prioridades estadounidenses vinculadas a cadenas de suministro, transición energética y competencia tecnológica con China. Milei ha buscado atraer inversiónes y liberalizar estos sectores. No obstante, el apoyo de Estados Unidos dependerá menos de afinidad política y más de condiciones estables, previsibilidad regulatoria y viabilidad económica del país y los proyectos.

4. Economía, gobernabilidad y límites al apoyo externo

Inflación persistente, desequilibrios fiscales y fragilidades institucionales conforman un cuadro interno que Estados Unidos observa con cautela. La velocidad y profundidad de las reformas propuestas por el gobierno argentino generan todavía incertidumbre, y por ello Washington no parece dispuesto a comprometer respaldo financiero o técnico significativo más allá de iniciativas puntuales. Para la Casa Blanca, la estabilidad local es un prerrequisito indispensable.

5. La selectividad como regla

En el cálculo estadounidense pesan cuatro variables: migración, seguridad, recursos estratégicos y presencia china.

Fuera de esos ámbitos, el interes de Washington de intervenir disminuye. Esto refleja un cambio estructural: América Latina dejó de ser un frente central para la política exterior de EE.UU. y hoy recibe atención solo en temas de impacto directo para sus intereses.

El alineamiento político con Washington no garantiza apoyos automáticos: cada decisión será evaluada por su utilidad concreta para los intereses de EEUU. (Fuente: Archivo)
El alineamiento político con Washington no garantiza apoyos automáticos: cada decisión será evaluada por su utilidad concreta para los intereses de EEUU. (Fuente: Archivo)

Ese enfoque responde tanto a factores externos como internos. Tras las guerras de Irak y Afganistán, la opinión pública estadounidense rechaza nuevos compromisos costosos. El Congreso exige racionalidad presupuestaria y la política exterior se volvió menos proclive a intervenciones intensivas. El resultado es una estrategia hemisférica más contenida, con énfasis en alianzas flexibles, sanciones, disuasión y cooperación focalizada, antes que en grandes planes multilaterales o apoyos incondicionales.

6. Un liderazgo global bajo nuevas reglas

Aunque Estados Unidos busca mantener su liderazgo, ya no está dispuesto a hacerlo “a cualquier precio”. Su competencia con China y Rusia se basa en contención, tecnología, acuerdos con aliados y reparto de costos. El intervencionismo ilimitado dejó de ser una herramienta aceptable para la política interna estadounidense.

Conclusión: el desafío argentino

La selectividad estadounidense exige que la Argentina combine apertura internacional con una estrategia prudente y realista. El alineamiento político con Washington no garantiza apoyos automáticos: cada decisión será evaluada por su utilidad concreta para los intereses de EEUU. En un contexto donde la improvisación no se perdona, el desafío para la Argentina es más bien construir una inserción internacional que aproveche oportunidades estratégicas sin generar dependencia ni expectativas infundadas.