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Más allá de Mendoza: los 5 viñedos de Buenos Aires que quieren ganar con sus vinos

Los viñedos ubicados en la provincia de Buenos Aires empezaron como un experimento y ahora se asentaron con éxito. Quiénes son los protagonistas detrás de estas nuevas etiquetas.

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Los viñedos bonaerenses empezaron casi como un juego, proyectos experimentales inspirados en lo que sucedía en otras zonas del mundo parecidas a nivel geográfico y climatológico.

La valentía tuvo su recompensa porque la moneda cayó del lado favorable: las vides crecieron y los vinos gustaron.

Según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), la mayoría de los viñedos se plantaron a partir de 2015, y en el periodo 2015-2021 hubo un crecimiento del 260 por ciento en la cantidad de uva que ingresó a bodegas.

La provincia se mostró atenta al panorama, y en enero de este año, el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, promulgó la ley N° 15.404 de promoción e incentivo de la industria vitivinícola bonaerense, una iniciativa del senador Luis Vivona.

La normativa abarca diferentes aspectos, desde crear la marca "Vino Buenos Aires" hasta asistencia económica.

Made in Buenos Aires

Buenos Aires ocupa más territorio en el mapa argentino que ninguna otra provincia eso implica que haya buena variedad climatológica. Según Guillermo Corona, investigador y responsable del sitio Geografía del vino, se encontraron "por lo menos cuatro climas bien definidos, desde árido de estepa hasta pampeano templado, pasando por oceánico húmedo" y como prueba de la extensión, ejemplifica que "entre los viñedos de Carmen de Patagones y San Nicolás hay 976 kilómetros, casi lo mismo que desde Mendoza a Cafayate, Salta".

Sin embargo, la mayoría de las viñas se ubican en la zona cercana las sierras, como Puerta del Abra, un proyecto que inició el empresario Jorge Perez Companc, en 2013, con el propósito de elaborar "vinos premium" en Buenos Aires.

El viñedo de Puerta del Abra está ubicado en Balcarce, en el centro del sistema de Tandilia

"La idea era plantar vides en una zona no tradicional, empezando con pocas hectáreas de prueba, y a partir de eso, validar si era factible o no. Por estudios climáticos y edáficos, la teoría indicaba que Balcarce tenía que funcionar, pero no había experiencias previas", cuenta Delfina Pontaroli, enóloga de la bodega.

La ubicación es privilegiada, en el centro del sistema de Tandilia, un conjunto de sierras que recorren unos 300 kilómetros de la provincia. Ese cordón montañoso desempeña un rol clave porque hace que los vientos del Océano Atlántico impacten contra él y lleguen a todos los flancos de la viña, lo que garantiza la sanidad de las vides después de las lluvias.

El Instituto Nacional de Viticultura reconoció las particularidades de este terroir con la IG Balcarce.

Martín Abenel, enólogo experto en vinos naturales y winemaker de Santé Vins, es una de las personas que más sabe sobre la vitivinicultura bonaerense, trabajó con ocho viñedos de la provincia de Buenos Aires, pero hoy las uvas de sus vinos provienen de dos viñas: una ubicada en Médanos y otra en Pringles.

Según Abenel, más allá de las diferencias, "hay una plancha caliza en todos lados, que es compleja porque a veces, las raíces no logran traspasarla, por eso hay que romper antes de plantar".

En Tandil sucede lo mismo, allí se encuentra una de las bodegas precursoras de la provincia, Cordón Blanco, cuyas primeras vides se plantaron en 2008. En esa zona, también se da esta roca compacta, casi impenetrable: "Es un manto que no se encuentra en ninguna otra parte del mundo, va de Bahía Blanca hasta Ayacucho, aporta calcáreo a los vinos y hace que la vid sufra bastante porque el suelo es más pobre", señala Matías Lucas, enólogo y creador de la bodega.

En la Argentina los llamados "vinos oceánicos" o "de mar" no existían hasta que, allá por 2009, bodega Trapiche decidió embarcarse en un proyecto experimental y plantar vides en Chapadmalal con su proyecto Costa & Pampa.

Trapiche se estableció en Chapadmalal para su proyecto de "vinos oceánicos" Costa & Pampa

Iban a ciegas, pero en ese "todo o nada", la balanza se inclinó del lado correcto: lograron dar con vinos que conquistaron al público y obtuvieron buenos puntajes de parte de críticos internacionales, como James Suckling y Tim Atkin.

"Mientras nuestros competidores a nivel global tenían y hablaban de sus vinos costeros, hasta nuestra llegada a Chapadmalal, era algo que nosotros como país nos estábamos perdiendo. Hoy es otro segmento más en el que puede competir Argentina", sintetiza Ezequiel Ortego, enólogo de la bodega.

Panorama burbujeante

Con el camino más despejado, cada vez hay más empresarios, e incluso entusiastas, decididos a apostar por la vitivinicultura en la provincia.

Abenel ya está asesorando en otros dos proyectos, uno en la zona de Tres Arroyos y otro en Bahía Blanca, en ambos casos se trata de empresas olivícolas que decidieron incursionar en el mundo del vino. Y las novedades continúan, según cuenta este enólogo, se vienen "nuevas viñas en Pellegrini y en Carhué".

Costa & Pampa también explorará nuevos terrenos: "Vamos a ir acercándonos al mar para ver cómo varía su influencia mientras más cerca de la costa estamos, razón por la cual plantamos una pequeña viña a 1000 metros del mar", anticipa Ortego.

La onda oceánica también sedujo a Bodega Gamboa, que, aunque tiene base en Campana, acaba de plantar 2 hectáreas en Madariaga, a 15 minutos de Pinamar.

"Cuando empezamos, nos contactamos con el equipo de Costa & Pampa para que nos diera información; el cooperativismo en el mundo del vino es espectacular, siempre entre colegas compartimos datos de proveedores, plantas y cosas así", cuenta Eduardo Tuite, hacedor de la bodega.

Bodega Gamboa acaba de plantar dos hectáreas de vides en Madariaga.

Castel Conegliano marca otro estreno cerca de las olas. Ubicada 40 kilómetros hacia adentro de la costa de Mar del Plata, y bajo la dirección enológica de Tomás Stahringer, se dedica a la elaboración de Prosecco o, mejor dicho, de vino espumoso de uva Glera, ya que Prosecco se refiere a una Denominación de Origen Controlada.

En 2022, celebraron su primera cosecha y este año agrandarán la familia con otro espumoso. En este caso, elaborado a partir del varietal Moscato Giallo, también oriundo de Italia.

Desafíos de la innovación

En el caso del vino, Dios no atiende en Buenos Aires sino en Mendoza. La mayoría de las bodegas se ven obligadas a convocar enólogos mendocinos, es difícil encontrar personal capacitado para la cosecha, gran parte de las industrias que abastecen (fábricas de botellas, tapones, etc.) tienen sede en las provincias productoras, etc.

"Funcionamos casi como una bodega escuela, hacemos docencia con cada persona nueva porque la mayoría no viene de la industria vitivinícola, muchos incluso no vieron nunca un viñedo. Eso tiene el pro de aprender la viticultura desde cero, sin preconceptos, y la contra de que requiere tiempo", explica Pontaroli.

La mayoría de los empleados de la bodega son oriundos de Balcarce, pero en épocas clave, como la vendimia, suman personal de refuerzo, muchos son estudiantes de Agronomía de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) y también jóvenes de la zona que desean aprender el oficio.

Para Abenel la falta de personal capacitado en la zona marca una dificultad clave: "Lo que pasa en Buenos Aires es que la mayoría de los viñedos están asesorados por enólogos e ingenieros agrónomos mendocinos y no están cerca en el día a día. Hubo poca investigación de terroir".

En el periodo 2015-2021 creció un 260% la cantidad de uva que ingresó a bodegas, según el INV.

Tuite coincide: "Cuando empezamos con el proyecto, 12 años atrás, no había recursos humanos propios en la provincia, entonces traíamos a gente de Mendoza que quería aplicar la visión de allá acá y no estuvo bueno, hasta que dimos con un ingeniero agrónomo uruguayo, Enrique Mirazo, que trabajaba en Colonia, que es parecido a Campana".

Hace un año, contrataron también a Gabriela Celeste, ingeniera agrónoma especializada en enología, que, aunque vive en Mendoza, viaja una vez por mes a Gamboa y tiene conocimientos sólidos sobre la vitivinicultura bonaerense por haber asesorado a otras bodegas de la zona.

La esperanza es ley

La ley tiene como finalidad "la creación del régimen de promoción e incentivo para la industria vitivinícola y el comercio relacionado con ella en toda la provincia de Buenos Aires". Si bien se habla de "incentivos para la instalación de nuevos viñedos" y de "asistencia técnica y económica" no da mayores detalles sobre estos temas.

Lo cierto es que el proyecto original postulaba la reducción de la alícuota de ingresos brutos del 5 por ciento al 1,5 por ciento y la posibilidad de que las bodegas pudieran acceder al Fondo de Garantías Buenos Aires (FOGABA), que promueve el financiamiento, pero esos beneficios no se incluyeron en la versión aprobada.

Los productores coinciden en que, de todas formas, logrará incentivar el desarrollo de la industria. Tuite da un ejemplo claro: "Nuestro próximo plan es construir la bodega porque ahora vinificamos en un galpón, pero el tema fue siempre ver cómo lo financiábamos y ahora sentimos que vamos a poder financiar una parte con crédito".

Con el camino más despejado, cada vez hay más empresarios, e incluso entusiastas, decididos a apostar por la vitivinicultura en la provincia.

Y agrega: "En estos 13 años jamás aplicamos a un crédito, es muy bajo el nivel de crédito que hay en toda la industria argentina en general".

Mauricio Rossello y Álvaro Mansilla son dueños de Atlántica Bodega, una bodega especializada en vinos oceánicos de baja intervención. Hoy vinifican en un garage ubicado en Punta Mogotes, allí procesan la uva y hacen la crianza, pero su plan es abrir ese espacio al público en el corto plazo y ampliar así la propuesta enoturística de Mar del Plata y alrededores.

"Tenemos mucho para darle a la ciudad y al turismo y la ley nos da un incentivo, cuida al productor artesanal, nos permite entrar con la marca Vinos de Buenos Aires y acceder a beneficios vinculados a la promoción", describe.

El encanto del vino ahora llega con la fuerza de la ley.

La versión original de esta nota se publicó en el número 352 de revista Apertura.

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