Elon Musk: el 'comodín' en las negociaciones de Donald Trump con China
El imperio empresarial del hombre más rico del mundo se encuentra en un campo minado de posibles cruces sobre cuestiones de seguridad nacional y competencia tecnológica.
Su candidato a secretario de Estado, Marco Rubio, ha hecho campaña contra la influencia china y ha defendido medidas enérgicas contra grupos tecnológicos como Huawei. Michael Waltz, el nuevo asesor de seguridad nacional, califica a China de "amenaza existencial".
Sin embargo, uno de los asesores más cercanos del presidente electo tiene una relación mucho más complicada con China: Elon Musk.
El multimillonario nacido en Sudáfrica y autodenominado "primer amigo" de Trump se ha convertido en un actor potencialmente importante, aunque impredecible, en la relación entre las dos superpotencias mundiales.
El imperio empresarial de Musk se encuentra en un campo minado de posibles conflictos sobre cuestiones de seguridad nacional, competencia tecnológica, cadenas de suministro y libertad de expresión, así como sobre el futuro de Taiwán.
El hombre más rico del mundo tiene profundas conexiones con altos dirigentes del Partido Comunista Chino (PCCh), y se encuentra en medio del lobby con Beijing sobre importantes decisiones para su empresa de vehículos eléctricos Tesla, valorada en u$s1 billón.
Tesla ha recibido miles de millones de dólares en préstamos baratos, subsidios y exenciones fiscales del gobierno chino. El fabricante de autos depende en gran medida de su fábrica de Shanghai, la mayor de su red mundial, no sólo para vender a este país de 1400 millones de habitantes, sino también para exportar sus vehículos fabricados en China a otras partes del mundo. Los proveedores chinos de Musk, especialmente en baterías, también son cruciales para las operaciones de fabricación global de la empresa, incluidas las de Estados Unidos.
Pero la administración a la que Musk se incorporará como zar de la eficiencia parece dispuesta a cumplir la amenaza electoral de Trump de un fuerte aumento de los aranceles a todas las importaciones chinas en EE.UU., una decisión que podría afectar drásticamente al negocio de Tesla.
Musk podría potencialmente proporcionar un "puente crítico" entre China y la administración Trump, dice Philippe Houchois, analista del banco de inversión estadounidense Jefferies.
Dado lo que está en juego para Tesla, cabe esperar que el empresario actúe como una "influencia moderadora" sobre los aranceles que planea imponer Trump, añade Houchois, y "no está claro hasta qué punto o [durante] cuánto tiempo los mercados ignoran los posibles conflictos de intereses que van desde las responsabilidades políticas a la gobernanza y la compensación".
Aunque hay una larga historia de hombres de negocios que actúan como intermediarios entre Beijing y Washington, pocos, si los hay, han tenido más en juego que Musk. Otras partes de su imperio chocan directamente con puntos de tensión entre EE.UU. y China. SpaceX, su negocio comercial de cohetes y satélites, ha suscitado duras críticas de analistas militares chinos que ven en la empresa y su vasta red de satélites Starlink parte de la expansión del ejército estadounidense en el espacio. Y X, la plataforma de medios sociales, está prohibida en China.
Yaqiu Wang, directora de investigación para China de Freedom House, un grupo de defensa con sede en EE.UU., advierte de que Beijing se ha vuelto "muy hábil" en la manipulación de líderes empresariales extranjeros -incluso aprovechando el acceso de sus empresas al país- para obligarlos a "alinearse" con la línea del partido comunista, advierte.
"Musk no sólo es vulnerable a las presiones de Beijing debido a sus amplios intereses empresariales en China, sino que también parece disfrutar realmente de estrechas relaciones con los líderes autoritarios chinos", afirma. "Esta dinámica crea amplias oportunidades para que el PCCh influya en la política china de Trump".
La planta de Tesla en Shanghai
Hace cinco años, Musk consiguió fondos para lo que entonces era el proyecto más ambicioso de Tesla: una fábrica de vehículos eléctricos en una zona especial de libre comercio en la periferia oriental de Shanghai.
La posibilidad de facilitar el préstamo desató una feroz competencia entre los bancos chinos. Algunos presionaron al Ministerio de Industria y Tecnología de la Información, uno de los reguladores de Tesla en Beijing, para que los añadiera a la lista de prestamistas aprobados. Desde el punto de vista de los banqueros, el acuerdo no sólo era a prueba de fracasos financieros, sino que también era una oportunidad para demostrar su alineamiento con la política industrial verde de apoyo de Beijing.
Al final, los préstamos, por un total de casi u$s1400 millones, procedieron de un consorcio de algunos de los mayores prestamistas estatales del país: China Construction Bank, Agricultural Bank of China, Industrial and Commercial Bank of China y Shanghai Pudong Development Bank. La tasa de interés de la deuda se fijó en el 90% de la tasa de interés de referencia de China a un año, un descuento que los prestamistas estatales suelen ofrecer a sus mejores clientes, casi siempre otros grupos chinos.
El trato especial fue más allá. Musk convenció con éxito a los líderes del PCCh, incluido Li Qiang, entonces jefe del partido en Shanghai y ahora primer ministro y número dos de China, de que Tesla debía ser propietaria absoluta de su negocio en China. Para la industria automotriz, esto supuso un cambio sin precedentes por parte de Beijing, que siempre había exigido empresas conjuntas entre fabricantes de automóviles chinos extranjeros y locales.
"Todo el mundo sabía que ese año era el proyecto número uno para Shanghai, incluso para China", afirma un agente de crédito de Shanghai que participó en la operación. "Con el pleno apoyo del Gobierno, no hay forma de que registremos pérdidas. No hay acuerdo mejor que ese".
El terreno para la fábrica de Tesla ha sido alquilado al gobierno de Shanghai por 50 años. La compañía, que no respondió a las preguntas del Financial Times, no ha revelado el precio. En 2018, la Oficina Municipal de Planificación y Recursos de la Tierra de Shanghai dijo que una parcela de tierra fue alquilada por 973 millones de renminbi (u$s145 millones), muy por debajo de los precios de mercado en ese momento. Según Tesla, la compañía ha cumplido con los requisitos establecidos por Shanghai para gastar 14.000 millones de Rmb en la planta para 2023 y recibió un subsidio adicional de u$s76 millones del gobierno municipal el año anterior.
Un asesor político del gobierno de Beijing le dijo al FT que Tesla era probablemente uno de los "fabricantes de vehículos eléctricos más subsidiados de China".
La relación ha sido mutuamente beneficiosa.
Para Musk, la fábrica de Shanghai es la más grande de Tesla, con una producción de millones de autos y unos ingresos de u$s54.000 millones en los últimos tres años, lo que supone el 23% de sus ventas totales. Tesla también ha dicho que su nueva fábrica adyacente, que construye paquetes de baterías para el almacenamiento de electricidad, está en camino de iniciar la producción en el primer trimestre de 2025.
"Él es muy pro-China, siempre lo ha sido", dice un ex alto ejecutivo de Tesla que trabajó estrechamente con Musk durante más de una década. "La percepción de que China intenta fastidiar a EE.UU. no es compartida por Tesla".
Para China, el proyecto supone cientos de millones en impuestos anuales, en un momento de ralentización del crecimiento económico. Además, Tesla devolvió su préstamo principal en 2021.
Pero lo que es más importante para los planificadores económicos de Xi Jinping, la rápida entrega de la fábrica de alta tecnología de Tesla ayudó a acelerar la naciente industria de vehículos eléctricos del país, tanto en términos de la cadena de suministro local como de la popularización de los vehículos eléctricos entre los consumidores minoristas.
Los dirigentes políticos chinos "llevaban 20 años soñando" con una industria automotriz nacional, pero "el punto de inflexión fue el lanzamiento de Tesla en Shanghai", afirma Bill Russo, exresponsable de Chrysler en China y fundador de la consultora Automobility, con sede en Shanghai.
"Al igual que el iPhone impulsó la aparición de un gran número de empresas chinas de smartphones, el Tesla Model 3 desencadenó inicialmente la ola china de vehículos eléctricos", afirma Russo.
En los últimos cinco años, las operaciones globales de Tesla han profundizado su dependencia de los proveedores chinos que, por su escala, eficiencia y automatización, se han convertido en líderes mundiales.
Ante la advertencia de Trump de imponer aranceles masivos a las importaciones procedentes de México y de todos los socios comerciales de EE.UU., Musk ya ha actuado con rapidez para proteger a Tesla aumentando la producción en EE.UU. y deteniendo los planes de construir una fábrica en México, que fabricaría en parte autos para el mercado estadounidense. Pero incluso así, su empresa sigue estando muy expuesta al proteccionismo estadounidense.
Tina Hou, que dirige el área de research de automóviles en China para Goldman Sachs, calcula que más del 90% de los proveedores de Tesla para la fábrica de Shanghai son chinos y que, cuando Tesla construye fábricas en el extranjero, estos proveedores "salen" cada vez más con Tesla. Según las autoridades mexicanas, decenas de proveedores de Tesla se han establecido en México, incluidos grupos chinos. Musk también está trabajando con su proveedor chino de baterías CATL para la tecnología de la fábrica de baterías de Tesla en Nevada.
A finales de abril, Musk realizó su visita más reciente a China, reuniéndose con el primer ministro Li y otros líderes en Beijing, como parte de un esfuerzo para aliviar las preocupaciones entre los reguladores chinos sobre el riesgo para la seguridad nacional que plantean los autos que recolectan y procesan datos relacionados con los conductores chinos y su entorno.
Steve Orlins, presidente del Comité Nacional de Relaciones EE.UU.-China, dice que una medida de la gran comprensión de Musk del sistema chino es la decisión -tras el viaje de Musk en abril- de anular una prohibición sobre el uso de Teslas en propiedades del gobierno chino.
"¿Cuántas empresas estadounidenses han conseguido que se anulen prohibiciones? Esos tipos, ya sea Musk o su equipo operativo, alguien entiende el sistema. Porque eso, según mi experiencia, es bastante raro y notable", dice Orlins.
Sin embargo, el éxito futuro del negocio de Musk en China depende de la obtención y el mantenimiento de la aprobación reglamentaria de su plataforma FSD, el software de conducción semiautónoma de la empresa.
Musk cree que su giro hacia la conducción autónoma y la inteligencia artificial podría elevar la valoración de mercado de Tesla hasta los u$s5000 millones, cinco veces más que hoy. Pero también compite con un grupo de fabricantes de automóviles y grupos tecnológicos chinos rivales, desde BYD, Xpeng y Nio hasta Baidu, Xiaomi y Huawei, que están desarrollando tecnologías similares.
Ahora, dado el nuevo acceso de Musk a la Casa Blanca, una cuestión clave, según personas conocedoras de la industria automovilística, es si Beijing podría utilizar a Tesla como palanca a la hora de negociar con Trump, tanto en términos de aprobaciones de FSD de Tesla como de acceso a suministros de componentes clave.
"Tesla está buscando una solución sobre FSD, por lo que podría ser parte de las discusiones sobre aranceles: te damos FSD, negocias los aranceles", dice un analista de brokerage estadounidense, que pidió no ser nombrado.
Un ejecutivo de un fabricante rival añade: "Tesla depende enormemente de China para ser rentable y Musk tiene contacto directo con los dirigentes del PCCh. Es inevitable que él sea una pieza del rompecabezas".
Taiwán y la cuestión geopolítica
Entre los consumidores chinos, el rápido éxito mundial de Tesla, unido a la admiración por el espíritu empresarial inconformista, ha hecho que Musk sea objeto de culto y reciba el apodo de "el hombre de hierro de Silicon Valley". Musk se ha reunido al menos dos veces con Xi, el poderoso líder chino.
Y sin embargo, entre los funcionarios de defensa de Beijing, el imperio empresarial de Musk plantea varias cuestiones de seguridad nacional, poniendo a Musk en conflicto con la prioridad absoluta de Xi y su liderazgo.
Un comentario publicado en enero por dos autores del principal grupo de investigación del Ejército Popular de Liberación, el Instituto de Investigación de Guerra de la Academia de Ciencias Militares, describía a SpaceX como una empresa con "un claro enfoque militar" e "intenciones estratégicas" que ayudarían a EE.UU. a obtener una ventaja competitiva en la carrera armamentística espacial.
"Su despliegue de alta densidad amenaza gravemente la seguridad de los activos espaciales de otros países y afecta al funcionamiento normal de sus satélites", afirmaron.
Los investigadores añadieron: "Los satélites Starshield podrían realizar ataques de tipo kamikaze contra naves espaciales y estar equipados con cargas útiles de armas para llevar a cabo ataques espaciales, lo que supondría una amenaza para la seguridad espacial", en referencia a la versión de la red de satélites Starlink dedicada a aplicaciones de seguridad nacional estadounidense.
Musk le dijo al FT en una entrevista en 2022 que Beijing ha dejado clara su desaprobación de su despliegue de la red Starlink para ayudar a fortificar la Internet ucraniana tras la invasión rusa de 2022.
También hay indicios de que las opiniones personales de Musk chocan con las de otros miembros de la órbita cercana a Trump que desean que EE.UU. se muestre más firme ante la creciente asertividad militar de Beijing, incluso en Taiwán.
En discursos y entrevistas de los últimos años, Musk ha hablado de su profundo conocimiento de la política china y de su previsión de un conflicto inminente en torno a la democrática Taiwán, que el PCCh reclama como parte de China.
"Llegará un punto en un futuro no muy lejano en el que la fuerza militar de China en esa región supere con creces a la de EE.UU.", dijo Musk en la cumbre All-In celebrada en Los Angeles el año pasado.
"Y si uno se toma la política de China al pie de la letra, y probablemente debería hacerlo, entonces se utilizará la fuerza para incorporar Taiwán a China. Esto es lo que han dicho. Si no hay una solución diplomática, habrá una solución por la fuerza", dijo entonces.
Musk, según el ex ejecutivo de Tesla, intenta reducir las tensiones entre países y no exacerbarlas aún más, pero "al mismo tiempo" tiene que proteger su negocio.
Tesla está más preocupada por Taiwán que por los aranceles, afirma el ex ejecutivo, que añade que Musk ha estado trabajando para "mitigar" el impacto de un embargo a China reajustando la cadena de suministro de su empresa lejos de Taiwán.
"Eso ha sido así desde que quedó claro para Elon que Taiwán para China es como Ucrania para Rusia y [no hay] nada que puedas hacer para detener ese resultado inevitable. Quizá sea cínico, pero es una realidad geopolítica".
La propiedad de Musk de la plataforma X plantea más dudas sobre las interacciones del multimillonario con China y su incoherencia en materia de libertad de expresión.
Wang, de Freedom House, dice que la afirmación de Musk de que es un "absolutista de la libertad de expresión", hecha cuando compró la plataforma de medios sociales en 2022, ha quedado demostrada como una "completa farsa" por su aceptación de la censura china y los ataques a los críticos.
Añade que a pesar de "todos los problemas" con X, la plataforma sigue siendo utilizada por personas dentro de China como una forma de eludir la censura draconiana del Estado chino y los controles de Internet.
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