Biden perdió con China la batalla por América latina ¿qué puede pasar con Trump?
El viaje de despedida del presidente estadounidense a la Cumbre del G20 en Brasil y de la APEC en Perú refleja la menguante influencia de Washington.
Dos fotos recientes cuentan la historia de la batalla por la supremacía entre Estados Unidos y China en una de las regiones más ricas en recursos del mundo.
En ambas imágenes, el presidente Xi Jinping aparece en primer plano, flanqueado por su anfitrión latinoamericano. El presidente Joe Biden, en cambio, se queda al final de la última fila en una foto y está ausente en la otra.
Naturalmente, hay explicaciones oficiales. En la primera imagen, tomada en la cumbre de la APEC celebrada la semana pasada en Perú, los líderes aparecían en orden alfabético, lo que favorecía a China frente a la superpotencia rival que empezaba con la E. En la segunda, tomada en la reunión del G20 celebrada esta semana en Río de Janeiro, los diplomáticos estadounidenses dijeron que la foto de familia se había tomado antes de que llegara Biden.
Sin embargo, las fotos de la cumbre sirven como metáforas del eclipse de EE.UU. por China en América latina, una región que Washington solía llamar su patio trasero.
La contienda entre superpotencias es importante porque los recursos en juego son enormes. América latina posee el 57% de las reservas mundiales de litio, el 37% del cobre, casi una quinta parte del petróleo y casi un tercio del agua dulce y los bosques vírgenes del mundo.
Consciente de la importancia de la región, Xi añadió una visita de Estado a su agenda en Perú la semana pasada, encabezando una delegación de varios centenares de empresarios chinos e inaugurando la primera fase de lo que será un gigantesco puerto de u$s3500 millones destinado a revolucionar el transporte marítimo desde la costa del Pacífico latinoamericano hasta China.
En cambio, Biden anunció nueve helicópteros Black Hawk para un programa antidroga de u$s65.000.000 y una donación de trenes de segunda mano de California para el sistema ferroviario de Lima.
"Fue un contraste sorprendente", dijo Michael Shifter, profesor adjunto de la Universidad de Georgetown. "Tenés este enorme megaproyecto portuario chino que evocaba la historia de Perú remontándose a los incas y buscando la grandeza. Y luego lo que Biden entregó fueron más helicópteros para la erradicación de la coca. Eso parece completamente anticuado y rancio".
En Brasil, la mayor economía de la región, la historia fue similar. Xi fue recibido con todos los honores en Brasilia para una visita de Estado tras el G20, mientras Biden volaba de regreso a casa. El líder estadounidense visitó la Amazonia de camino a Río y anunció una donación de u$s50.000.000 a un fondo de conservación, mientras que se esperaba que Xi se centrara en las multimillonarias inversiones chinas.
El comercio de China con América latina se ha disparado en las dos últimas décadas, pasando de u$s12.000 millones en 2000 a u$s450.000 millones en 2023. Beijing es ahora el principal socio comercial de la mayoría de los países de la región y cuenta con el mayor volumen de inversiones. (México, con su acceso especial al mercado estadounidense a través del USMCA, es una excepción).
En los últimos años, Beijing se ha centrado en invertir en sectores clave de Sudamérica, como la extracción de minerales críticos, la generación y transmisión de electricidad y la infraestructura digital y de transporte.
Margaret Myers, experta en relaciones China-América Latina del Diálogo Interamericano de Washington, afirmó que el 60% de la inversión china en América latina se centra en sectores de alta tecnología que son prioritarios para ambas partes. "Ha habido un interés real en involucrar a China, especialmente en este tipo de inversiones".
Alex Contreras, que fue ministro de Economía de Perú mientras se construía el megapuerto de Chancay, le dijo al Financial Times que "cualquier inversión es bienvenida en una región que tiene un enorme déficit de inversión". Y añadió: "Si hay que elegir entre la ausencia de inversión y la inversión china, siempre se preferirá la inversión".
Sin embargo, a pesar de las frecuentes muestras de preocupación de EE.UU. por los avances de China en América latina -la general Laura Richardson, excomandante estadounidense que cubre la región, advirtió de que estaba "en la línea de 20 yardas [NdeR: un término de fútbol americano que refiere a la última distancia que un ataque tiene que recorrer para marcar un touchdown] de nuestra patria"-, la respuesta de Washington ha sido poco alentadora.
La Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica, una iniciativa promocionada por Biden como respuesta a Beijing, estaba "muy bien vestida", dijo Shifter. "Pero a la hora de comprometer recursos reales, no hay nada".
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca parece que dará a China un papel aún más dominante en la vida económica de la región.
Matias Spektor, de la Fundación Getúlio Vargas de San Pablo, vio pocas perspectivas de que Trump impulse el comercio y las inversiones estadounidenses en la región en su segundo mandato.
"Las promesas de Trump van en la dirección opuesta", dijo, argumentando que una retórica dura acumularía presión sobre los países latinoamericanos para frenar la presencia de China, mientras que Beijing tendría un incentivo para redoblar la apuesta, dejando la política interna de la región profundamente dividida. Spektor añadió: "Es el peor escenario posible".
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