Guerra contra la inflación: si no puedes contra tu enemigo, únete a él
La inflación de abril fue del 8,4% y se espera que el miércoles el Indec difunda un número mayor. Se la pronostica cerca del 9%, lo que consolida una cifra anualizada de tres dígitos. Con un ingreso de dólares que, este año, será dramáticamente inferior y, según muestran los números fiscales de abril, un nivel de gasto que continúa financiando su expansión con emisión de pesos, resulta poco probable que el Gobierno logre revertirla.
La meta, a esta altura indisimulable, es contenerla. Evitar que la espiralización -escaló sistemáticamente desde noviembre, cuando fue del 4,9%- pase a una fase mucho más preocupante. Hay elementos para sospechar que, a la economía, se sumarán más pesos que los que circulan ahora (casi $ 5,5 billones al 6 de junio; 42,5% más que hace un año). Difícil que mengüe el flujo de fondos públicos en año electoral. A eso, se suma una mitad de año de alta demanda de pesos, por el pago del medio aguinaldo. Hay aditivo en 2023: el final de paritarias negociadas por trimestre. Muchas vencerán este mes y los gremios, por más afinidad y voluntad de apoyo que se les suplique, se resisten a aceptar ajustes por debajo del IPC.
Los últimos movimientos de Economía fueron señales claras. Ayer, informó una adhesión del 78% al canje para despejar los vencimientos en moneda local de junio y septiembre. Se sacó de encima $ 7,4 billones de esos compromisos para 2024 y 2025 y el perfil de vencimientos para el resto del año se limó 64%, a $ 4,2 billones. Un paso importante para que esos pesos no drenen hacia la calle. Es decir, dólar e, indirectamente, a precios. Acto de prudencia que, en instancia decisiva de la negociación con el FMI, recibió elogios de Washington.
La otra foto del día para Sergio Massa fue la ampliación de los topes de facturación del monotributo, que beneficia a 5,5 millones de personas. El miércoles, el Ministro había anunciado la exención de Ganancias sobre el aguinaldo para sueldos de $ 506.230 a $ 880.000, un alivio para otros 513.000 empleados. Ambas medidas, en cierta forma, tienen hilo conductor con decisiones recientes. Por caso, la ampliación de de los límites de compra de las tarjetas de crédito, desactualizados por la aceleración inflacionaria en un país en el que, según la Cepal, el 64% de los hogares que toman financiamiento lo hace para comprar alimentos y medicamentos.
Con la extensión de Precios Justos -y el endurecimiento de controles y sanciones-, lucen como movimientos cuyo objetivo claro es ganar tiempo. Como si, en la guerra contra la inflación, ahora sólo se calibrara para atenuar consecuencias, ya no apuntar a que los precios bajen. Utilizar la fuerza de la nominalidad para, luego, recomponer. Una aplicación del viejo dicho: "Si no puedes con tu enemigo, únetele".
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