El proyecto de ley BIC y la empresa B
En un mundo tan complejo como en el que vivimos hay cada vez más exigencias sobre las actividades de las empresas. Entre ellas, cómo encarar los requerimientos de la transformación digital y cómo actuar frente a prioridades sociales de sostenibilidad y transparencia empresarial. La sostenibilidad tiene que ver con el impacto de las actividades de la empresa; la transparencia con la claridad de su propósito y la difusión de sus resultados.
Vamos a analizar algunos aspectos de los requerimientos de impacto y transparencia, que están relacionados con el proyecto existente de una ley para las sociedades de Beneficio e Interés Colectivo (BIC).
Ganar haciendo el bien (do well by doing good, literalmente hacerlo bien haciendo el bien) es un lema que se originó en el ámbito de la inversión socialmente responsable y que se ha usado tal vez en exceso. La idea que trasmite es que la inversión socialmente responsable es perfectamente conciliable con el objetivo de ganancia empresarial; y que, incluso, aumenta el potencial de ganancia y crecimiento de largo plazo.
De modo creciente, los fondos de inversión han ido adoptando pautas de inversión socialmente responsable para seleccionar los títulos que mantienen en sus carteras de inversión. Global Sustainable Investment Alliance recopila esta información en un informe que se publica cada dos años. En 2011, las inversiones institucionales realizadas con algún criterio de inversión responsable eran poco más de 13 billones (millones de millones) de dólares estadounidenses. El último informe publicado, Global Sustainable Investment Review 2018, muestra que el total a principios de 2018 era 30,7 billones de dólares: 14 billones en Europa y 12 en los Estados Unidos. (Está en curso de realización el informe de 2020.)
Sin embargo, una parte significativa de esas inversiones (más de 20 billones) se deciden con criterios de exclusión. El resto se orienta considerando criterios de compromiso empresarial, sostenibilidad temática e impacto.
El universo de la inversión responsable es muy variado, en cuanto a criterios y enfoques. Ha habido muchas acciones de marketing con la responsabilidad social empresaria, tanto en temas ambientales y de sostenibilidad como en las actividades orientadas a las comunidades. Además, con variado éxito se han desarrollado iniciativas para involucrar a las empresas y las entidades financieras, como fue la versión financiera del Pacto Global, Global Compact, que adoptó la denominación Who cares wins (Los que cuidan ganan).
Desde comienzos de los años 1990 se desarrollan las calificaciones de gobernanza empresaria y de responsabilidad social y ambiental. También hay marcos de estandarización para certificación según las actividades que realizan las empresas.
Todo esto ha acompañado la difusión del concepto de capitalismo de partes interesadas en la empresa (stakeholder capitalism), que en la actualidad está ampliamente aceptado, al menos en forma nominal. (Pueden verse los informes de McKinsey & Co, The case for stakeholder capitalism, 2020, y From principle to practice: Making stakeholder capitalism work, 2021).
Empresa B. En este ambiente de prácticas, relatos y evaluaciones variadas, B Lab, una entidad sin fines de lucro, desarrolla desde 2006 la certificación B Corp (o Empresa B). Para esa certificación se realiza una evaluación cuidadosa de las operaciones de la empresa, incluyendo la calidad de los productos y servicios, la relación con los empleados, el impacto en el medio ambiente y si la empresa apoyo a la comunidad y cómo lo hace.
Es una certificación referida a empresas, o sea entidades con fines de lucro, que incorporan en su propio modelo de negocios las prácticas de sostenibilidad económica, social y ambiental. Para esto deben adecuarse los sistemas de dirección y operación, empezando por la cúspide, es decir, el propósito declarado de la empresa y el funcionamiento de su directorio.
Como parte de la certificación, la compañía debe incorporar en sus documentos constitutivos (estatutos o contrato social) el propósito de considerar en sus decisiones a todos los interesados (stakeholders): accionistas y financiadores, empleados, clientes y las comunidades relevantes, así como el impacto ambiental de sus procesos. De esto derivan mecanismos para la evaluación del desempeño interno y de impacto, reglas de transparencia y el modo en que se procura que esta orientación de la empresa permee hacia los proveedores y los clientes (los eslabones del abastecimiento y la distribución).
Un estudio concluido en 2019, sobre empresas de Estados Unidos, observa que las empresas B tienen mejor desempeño en crecimiento y ganancias, en comparación con empresas comparables no certificadas. Las entrevistas realizadas muestran que quienes participan en empresas B rechazan el concepto habitual de responsabilidad social empresaria, que se plantea como una actividad separada de las restantes de la empresa. Para ellos, las prácticas de responsabilidad y sostenibilidad están incorporadas en cada aspecto del negocio.
Benefit Corp. En los Estados Unidos una consecuencia de la certificación B ha sido el desarrollo del marco legal de la denominada Benefit Corporation (Corporación con orientación al interés público). Es una calificación legal para una empresa que además del valor para sus accionistas, tiene tres atributos explícitos: propósito, responsabilidad y transparencia.
El propósito se refiere a un impacto positivo en la sociedad y el ambiente. Esto tiene una amplia gama de manifestaciones. Por ejemplo, desarrollar acciones que preserven los recursos naturales, promover oportunidades económicas y mejorar la salud de la comunidad, procurar productos beneficiosos a comunidades de bajos ingresos, etc.
El impacto social y ambiental debe ser evaluado anualmente por un tercero con estándares independientes. En esta evaluación se considera el desarrollo de la capacidad de la empresa para lograr su propósito de interés público. La diferencia con la Empresa B es que la evaluación se realiza con medios distintos a los de B Lab (el certificador de Empresa B). (Detalles adicionales pueden verse en Just Good Business: An Investor's Guide to B Corps, Yale Center for Business and the Environment, 2018).
La evaluación se resume en un informe para los accionistas y el público en general, que señala los beneficios públicos alcanzados durante el año (y también las circunstancias que impidieron la creación de un beneficio público en especial).
Situaciones conexas. Como un ejemplo de conexión entre el propósito de interés público y el ámbito de la inversión financiera puede mencionarse que en abril de 2020, BlackRock, el administrador de fondos de inversión más grande del mundo, lanzó el Global Impact Fund (Fondo de impacto global).
Es un fondo de inversión enfocado en los principales desafíos actuales: innovación en el cuidado de salud, eficiencia en el uso de agua y energía, prevención del cambio climático y mejora de la calidad de la educación.
En la actualidad también hay una creciente valoración del desarrollo de mecanismos para la capacitación y el aprendizaje permanente. Por ejemplo, a principios de 2020, IBM, Bosch y Barclays comenzaron programas de aprendizaje para capacitar en trabajos tecnológicos con trayectorias profesionales. Y, en noviembre de 2020, la Comisión Europea inició el Pacto por competencias (Pact for Skills), con incentivos a las empresas y otras organizaciones para ayudar a superar el desajuste que se avecina entre las habilidades de las personas y los trabajos disponibles. (Puede verse The necessity of doing well by doing good, de Jan Mischke, Jonathan Woetzel y Michael Birshan, publicado por Milken Institute Review en abril de 2021.)
Propuesta BIC en Argentina. En el proyecto de un régimen de sociedad de Beneficio e Interés Colectivo (BIC) en Argentina se agrega esta característica a los tipos de sociedades comerciales (por ejemplo, SA, SRL). Para adherir a esta característica se requiere el compromiso de generar un impacto social y ambiental positivo.
Tal compromiso se debe reflejar en los instrumentos constitutivos (estatuto o contrato social) y las actividades de la empresa deben enfocarse hacia impactos positivos según los objetivos que se enuncian. En forma anual se realiza un Reporte, sujeto a evaluación con estándares independientes, del cumplimiento de esos objetivos de impacto.
La figura, entonces, es similar a la de Benefit Corp de Estados Unidos. Proporciona un marco legal para las actividades empresariales orientadas a un interés público e independiza esa calificación de una certificación de B Lab.
Para concluir. Las configuraciones que empiezan con B (B Corp, Benefit Corp, BIC en caso de sancionarse ese régimen) se refieren a las empresas que incorporan en su modelo de negocios la generación de impacto positivo social y ambiental. Avanzan más allá de la noción difundida, y a veces difusa, de la responsabilidad social empresaria.
Las evaluaciones según estándares o marcos de buenas prácticas tienden a ser un componente ineludible de las actividades de las empresas. Cada vez más influyen en las relaciones con clientes, proveedores y financiadores. Esto ha ocurrido con las certificaciones de calidad y está ocurriendo con las prácticas de gobierno y de dirección de la empresa. Por esto, se forman ecosistemas de actores que están relacionados con el impacto positivo de las actividades.
Estas evaluaciones y certificaciones marcan un compromiso con la mejora en las actividades de la empresa. Tiende a ser valorado positivamente, tanto en el interior como en el exterior de la organización, que los criterios de sostenibilidad social y ambiental estén incorporados en todos los procesos.
Es un viaje largo, tanto para cada empresa individualmente como para las economías.
Se estima que en el mundo hay más de 200 millones de empresas de negocios. En la actualidad hay en el mundo unas 4.000 empresas B. Las formas B que se mencionaron, que son las reconocidas como tales sin la certificación de B Lab (típicamente, Benefit Corp), son alrededor de 6.000. Estas 10.000 son las que tienen en su propia configuración la consecución de un impacto social y ambiental positivo. El impacto del enfoque B, por su parte, se verá con la extensión de este concepto.
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