Opinión

El catenaccio como política económica

Importado de Suiza donde se conocía como verrou, cerrojo en francés, el catennaccio fue el sistema táctico super defensivo que popularizaron los equipos de fútbol italianos en los 60 ganando campeonatos locales y europeos. Ante un rival con mayor poder de juego, todo el equipo defendía a la espera de obtener un contragolpe fortuito que abra la oportunidad de una victoria. La misma táctica que adoptó el gobierno con la llegada de Sergio Massa y que se profundiza mes a mes. ¿Le alcanzará para ganarle al fantasma del 2019 donde la devaluación y el default de la deuda en pesos sentenciaron la reelección de Macri?

Hace un año en esta columna ( ver "¿Nadar o flotar con la corriente en el 2023?") planteaba los dos caminos que habilitaba el 2022: básicamente, elegir un plan de estabilización u otro de contención. Esta última estrategia es la que la realidad impuso o el gobierno eligió, dependiendo qué variables se decidan priorizar.

A partir de marzo las consecuencias de la guerra en Ucrania dejaron poco margen para tomar la sartén por el mango y asumir las consecuencias de un nuevo régimen macroeconómico. La inflación en alimentos y la energía se disparó a nivel global y su efecto sobre una economía con serios desequilibrios fue letal. Para dimensionar, el índice de precios de alimentos internacional que elabora la FAO alcanzó durante el tercer mes del año su valor más alto, con un salto del 34% anual. El traslado a nuestros precios internos no se hizo esperar, y en ese mismo mes la inflación llegó al 6,7% mensual.

La inflación también se desaceleró en la canasta de pobreza

El problema fue que el segundo shock internacional en sólo dos años encontraba al oficialismo subsumido en disputas políticas que se trasladaban a la economía. A la incertidumbre que trajo la guerra en Europa se sumaba la decisión de una porción relevante del gobierno de no aprobar en el Congreso el acuerdo de refinanciamiento de la deuda contraída con el FMI en 2018. En consecuencia, el programa económico que traía aparejado y le servía al equipo económico para contener las expectativas rápidamente perdió eficacia. Como resultado, frente a una inflación que se aceleraba y una economía global más compleja, la política económica no se modificó sustancialmente.

El súmmum de la falta de reacción y los problemas de coordinación fue la renuncia por Twitter del ex ministro Guzmán; el capitán saltaba del barco y el timón quedaba en manos de las peores expectativas del mercado. Así la inflación mensual tocaba en julio un nuevo pico de 7,4%, comenzándose a sepultar la posibilidad de un plan de estabilización exitoso. Entre otras cosas, porque la devaluación que requiere daría un nuevo impulso a los precios. Hubiese sido muy distinto hacerlo sobre una tasa mensual de inflación del 3,4%, como la de fines de 2021, o la de 5% en mayo y junio, respecto del 6,5% que promedió entre agosto y octubre.

En consecuencia, con la llegada de Massa al Ministerio de Economía el catenaccio se instaló como la táctica de un plan de contención. No existe una solución integral para los desequilibrios macroeconómicos sino que se contienen uno a uno. Evitar los desbordes, marcar hombre a hombre, sector a sector. Ahí seguramente radica la ventaja de un ministro más político que técnico. Conocer a los actores, articular y generar consensos. El problema son las expectativas. ¿Qué va a pasar cuando se termine el dólar soja? ¿Cómo va a contener la baja oferta de dólares durante el verano? ¿Y las mayores demandas de gasto público en un año electoral?

Ilan Goldfajn asumió la presidencia del BID: qué implica en la relación con Argentina

Convencer al mercado y coordinar las expectativas puede ser el talón de Aquiles de un ministro con posibilidades de ser candidato a presidente. Mientras un político puede darse el lujo de trazar escenarios más optimistas de los que la realidad permite inferir, un ministro de Economía no. Porque su palabra y decisiones se traducen directamente en acciones de los consumidores, los empresarios y los inversores. Construir credibilidad es siempre uno de los principales objetivos de ese cargo.

¿Con qué herramientas cuenta el gobierno para alcanzar una inflación del 3% mensual en abril como se propone? Un análisis sencillo da cuenta de que en el escenario actual ninguna. No existe margen para atrasar a los dos principales costos de la economía: el dólar y los salarios. Por caso, en los últimos tres meses la depreciación promedio del dólar oficial fue del 6,2% y este mes ya se ubica en 7%. Al mismo tiempo, las paritarias comenzaron a cerrarse por encima del 100% anual, o sea del 6% mensual. Entonces, lo mejor que le podemos pedir a Economía y al BCRA es que el catenaccio funcione: contener los desequilibrios macro, reducir las expectativas de un shock y que el aumento de precios retorne a un promedio cercano al 5% de mayo y junio pasado.

Hasta al momento, la estrategia da resultados en el corto plazo. La inflación de noviembre se ubicó en 4,9%, una caída de 1,4 puntos porcentuales respecto a octubre. Combinación de una mayor estabilidad y factores puntuales; la estacional caída en el precio de la verdura y la excepcional situación en el complejo ganadero que se reflejó en un aumento de sólo 0,9% en el precio de la carne en el Gran Buenos Aires. A nivel sectorial el impacto de las medidas del gobierno se observa principalmente en indumentaria y calzado, los precios aumentaron la mitad respecto al promedio mensual de 9% entre agosto y octubre. Es importante recordar el límite de la estrategia de los acuerdos de precios: la inflación es un fenómeno macroeconómico y como vimos en el párrafo anterior no hay fundamentos para una desaceleración importante y sostenida.

El desafío en 2023 sigue siendo mayúsculo. El frente cambiario sólo responde ante medidas de excepción como una nueva versión del dólar soja y a pesar del ajuste fiscal, el Tesoro encuentra límites concretos en su necesidad de colocarle deuda al sector privado. Una situación muy frágil en vistas de la mayor incertidumbre que siempre traen aparejadas las elecciones presidenciales para los inversores. Por eso la clave estará no sólo en lo que haga el oficialismo sino también en la señales que de la oposición. Un acuerdo explícito entre los equipos económicos de los principales candidatos sería un paso clave para evitar que las expectativas nos pongan nuevamente a la puerta de otro shock.

¿Quién capitaliza el 'efecto Messi'? Gobierno y oposición hacen cálculos sobre el buen humor social

Temas relacionados
Más noticias de Sergio Massa
Noticias de tu interés

Compartí tus comentarios

¿Querés dejar tu opinión? Registrate para comentar este artículo.