Un esquema Ponzi se basa en pagar ganancias ficticias a los inversores viejos con fondos de nuevos aportantes, creando una ilusión de éxito eterno hasta que el flujo de dinero nuevo se desacelera o desaparece y el esquema colapsa, quebrando a todos los que no pudieron rajarse antes de la implosión. Una forma en la que este flujo de nuevos muñecos financiando la salida de los viejos muñecos se corta es cuando ocurre una crisis, por ejemplo, como fue la del 2008 en donde por entonces se cae el Ponzi más grande de la historia: el de Bernard Madoff. El sistema actual de deuda soberana del G10 de alguna manera se comporta como un Ponzi en el sentido que ningún país paga su deuda, sino que, por el contrario, la deuda vieja se reemplaza (rolea) a través de la emisión de deuda nueva, en un espiral de nominalización infinitamente creciente. El ejemplo más contundente de este delirio es la burbuja de deuda soberana norteamericana. En la actualidad, los intereses de dicha deuda ya superan a los gastos de defensa, lo cual refleja la formidable dimensión de la criatura. Desde el 2008, momento en donde estalla la crisis financiera más grande de la historia, Estados Unidos comienza una vorágine de emisión de dólares, de déficit sin control y de endeudamiento creciente que no ha hecho otra cosa que noquear al dólar como refugio de valor alternativo y poner, por el contrario, a los activos reales de valor intrínseco (acciones, commodities, criptos, dulce de leche) como alternativa ante este descontrol al cual normalmente se lo asocia a países emergentes y no a los "integrantes serios del G10". Tremendo chamullo. Hace mucho tiempo que Estados Unidos se peronizó y las consecuencias están a la vista. Primero, un liderazgo que no compara ni de cerca con el que tenían décadas atrás. Segundo, su moneda está colapsando contra activos reales. Tercero, su deuda crece sin límites. Cuarto, todo el tiempo en déficit fiscal, y podría seguir con una enumeración que refleja más a "una Argentina" que a un "Estados Unidos". Wall Street conoce muy bien de la existencia de este Ponzi gigantesco y entiende a la vez que ya no existe escapatoria posible. Esto significa que probablemente no veamos una crisis de deuda norteamericana porque, si la misma se generase, esto llevaría a las tasas largas de interés que hoy cotizan a un nivel cercano al 5% a niveles totalmente inmanejables. Esto, a su vez, ocasionaría una suba estrepitosa en todas las tasas largas del G10 generándoles un problema fiscal al resto de los soberanos que tampoco se quedan atrás en esto de gastar más de lo que generan y de endeudarse infinitamente, nunca pagando el principal. Aunque parezca irónico e inverosímil, probablemente estemos frente a un esquema Ponzi "estable" porque desestabilizarlo quebraría al planeta entero en un equilibrio resultante tan miserable, que no le conviene a nadie. De manera tal que el mercado financiero internacional sabe muy bien que este jueguito Ponzi de gastar de más, de emitir de más y de endeudarse de más, no hará otra cosa que seguir licuando a la gran víctima de este delirio, la cual es el dólar y todos sus hermanos gemelos (euros, yenes, etc.). Por lo tanto, Wall Street no será dramática en operar el colapso de la ortodoxia fiscal y monetaria sino que simplemente, por cada dólar que le entreguen, lo reventará contra la compra de todo activo real que eventualmente pulule por el planeta y pueda reflacionar y por lo tanto, protegernos contra la persistente e intencional licuación monetaria. A lo largo de los años por venir, seguiremos en un entorno de esquemas Ponzis crecientes y descontrolados que tendrán como contrapartida la suba estrepitosa en la cotización de activos financieros. Todo rally (suba) de activo financiero puede entenderse como la otra cara de una tragedia que involucra a la formidable depreciación de todas las monedas papel del sistema financiero internacional. Imposible en este contexto no ser optimistas con el oro y el BTC.