ANÁLISIS

El plebiscito en Chile vota mucho más que una Constitución: el traspié de Boric y qué puede pasar si gana el Rechazo

A una semana del plebiscito de salida, la región de la Araucanía vuelve a darle problemas al presidente Boric y produce -junto con una de las mayores crisis del gobierno- la primera eyección ministerial en el gobierno de centro izquierda.

A una semana del plebiscito de salida con el que Chile aprobará o rechazará el texto de la nueva Constitución, la sureña región de la Araucanía vuelve a constituirse como una piedra en el zapato del gobierno de Gabriel Boric. Desde que asumió, en marzo de este año, el gobierno de centro izquierda del Frente Amplio ha dado varios traspiés y ha visto como su aprobación se desmoronó luego de experimentar una de las votaciones mas altas de la historia de Chile.

Cómo si una voluntad de no hacer nada hasta el próximo 4 de septiembre se hubiera apoderado del ejecutivo, el mandatario transandino tiene que administrar su imagen de "rock star" que llena estadios donde quiera que vaya, con el resultado de encuestas que dicen todo lo contrario y que por consiguiente arrastran con ella la posibilidad real de que gane el Rechazo y todo quede en foja cero. Sin nueva Constitución y con la tarea de volver a empezar el proceso.

"Arauco tiene una pena"

El pasado jueves 25 fue detenido Héctor Llaitul, cofundador y vocero de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), quien fue formalizado por delitos sancionados por la Ley de Seguridad del Estado.

La CAM es una agrupación mapuche armada, indigenista y nacionalista étnica que reivindica la violencia como método legítimo para conseguir sus objetivos políticos y que es considerada por el gobierno como una agrupación terrorista.

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Llaitul había convocado a organizar la resistencia armada frente al estado intermedio que el Congreso de la Nación analizaba decretar en el sur. La figura de "intermedio" significa establecer una categoría más deslavada al de estado de excepción que aprobó el parlamento por un nuevo período en junio de este año y que era una marca registrada de la anterior administración de Piñera.

La detención de comunero mapuche, que en un comienzo fue considerada como un triunfo por la administración Boric, se convirtió pronto en un dolor de cabeza

Un día después de la aprensión, la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) dio a conocer en el marco de la investigación una conversación telefónica donde una asesora de la ministra de Desarrollo Social y Familia, cartera conducida por Jeanette Vega, se comunicó con el mismo Llaitul para concertar una conversación con la titular de esa cartera. Ese contacto se habría dado el 11 de mayo, el mismo día en que la CAM llamó a retomar la resistencia armada.

Como consecuencia de aquello, el 25 de agosto pasado la ministra Vega se convirtió en la primera baja del gabinete de Boric. Anteriormente, la ahora ex funcionaria tuvo que retractarse por otros dichos donde aseveraba que "existen en la actualidad presos políticos mapuches".

El presidente Gabriel Boric y Sebastián Piñera, el día del traspaso de mando.

Este hecho pone al Gobierno en un traspié, justo una semana antes del plebiscito de salida donde la población decidirá si aprueba o no el nuevo texto constitucional que ha tenido no pocos detractores y muchos indecisos: un 16 %, cifra que constituiría el punto más alto en las últimas cinco mediciones según las encuestas.

La grabación a la que accedió la PDI no estuvo exenta de suspicacias por el origen de la filtración. Muchos piensan que el fuego amigo que ha caracterizado a la actual administración pudo haber tenido algo que ver.

Por su parte, el propio presidente aseguró el viernes 26 de agosto que no había encargado a ningún ministro, ministra ni funcionario del Gobierno a contactarse con Héctor Llaitul bajo ninguna circunstancia.

"El señor Llaitul claramente decidió tomar otro camino y por lo tanto doy esa garantía de que yo no he dado esa instrucción a absolutamente nadie y yo no estoy en conocimiento de que nadie lo haya hecho tampoco", dijo el mandatario durante una gira por el norte del país y sentenció: "El mandato al cual todos estamos enfocados es a lograr una solución duradera de fondo en el conflicto que hoy existe en el sur de Chile".

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Apruebo vs Rechazo

El destino del plebiscito de salida para aprobar o rechazar la nueva constitución estuvo ligado desde el comienzo con el rumbo político trasado por el gobierno de Gabriel Boric. Desde La Moneda, trascendió más de una vez que el gobierno optó por una política de "dejar hacer" hasta que hipotéticamente se aprobara la nueva carta fundamental. Y una vez con el triunfo en las manos, capitalizar dicha votación, convirtiéndola en un apoyo expreso al gobierno y un cheque en blanco para realizar los cambios de fondo que se propondría la administración Boric.

Sin embargo, la realidad dijo todo lo contrario. La encuesta Plaza Pública Cadem publicó a principios de agosto los números de su investigación. En ese momento un 47% de la población votaría por el Rechazo, mientras que tan solo un 37 % aprobaría la nueva carta fundamental del país. Por su parte, el 50% de los encuestados cree que el Rechazo se impondrá el próximo 4 de septiembre mientras que un 42% cree que el Apruebo triunfará.

De continuar esta tendencia, sobre una base de 100%, un 56% votaría Rechazo y un 44% Apruebo. Esta diferencia es favorable para la primera opción más allá del margen de error. De la mano de estos números, la aprobación del presidente Boric cayó 2 puntos y llegó a un 35% vs los 46,7% que ostentaba al asumir su mandato en marzo de este año. Por otra parte, quienes desaprueban su gestión alcanzaron el 56% marcando una diferencia de 21 puntos.

El presidente chileno Gabriel Boric en un encuentro con su par argentino Alberto Fernández (archivo)

Este panorama no es aleatorio. Las desinteligencias y descoordinaciones del gobierno, sin duda, le han pasado la cuenta. Vega llegó a desempeñarse como coordinadora interministerial del gobierno en la denominada macrozona sur por expresa petición de la ministra del Interior Izkia Siches, quien, a pocos días de asumir el gobierno, tuvo un primer traspié justamente en una visita a la Araucanía.

Asi entonces, con la lógica y vocación de diálogo por parte el gobierno de Boric, es que habría sucedido el acercamiento con el líder mapuche, que por entonces no estaba procesado ni tenía orden de captura. En esa misma línea, los intentos de diálogo con personeros mapuches no son patrimonio exclusivo de este gobierno. La anterior administración habría intentado también tender un puente de comunicación con los líderes de la CAM, sin resultado aparente.

Ahora, el gobierno teje un plan B por si el rechazo gana finalmente. Jorge Navarrete, abogado y analista político explica que el presidente habría sido imprudente al jugarse por una tesis electoral que dice que en la eventualidad que gane el rechazo, lo que está en juego es el proceso y el resultado, no el procedimiento ni la voluntad ciudadana.

"Por lo tanto, lo que tiene que hacerse es convocar a una nueva Asamblea Constituyente, más allá de que se discuta cómo deba ser. Y de inmediato le tiró la responsabilidad al Congreso de la nación cuando dijo que el Parlamento deberá decidir cómo se instrumentará dicha nueva Asamblea constituyente" explicó el abogado en el podcast Comando Jungle.

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Esto implica que se evitaría un nuevo plebiscito de entrada para convocar a una nueva asamblea constituyente, y se entraría de lleno a dicha asamblea.

Y por la cantidad de electores nuevos cuya intensión de voto es aún muy difusa, sumado a lo que dicen la encuestas, esa posibilidad es cada día más probable.

Para ello, según fuentes del Senado chileno, se coincide en que ninguno de los 155 convencionales originales serían reelectos y se elegiría una nueva Convención Constituyente que tuviese como insumos el texto rechazado más proyectos de constitución antiguos como lo fue el que la ex presidenta Michelle Bachelet envió al congreso en 2018 y que no tuvo tramitación.

Pero todos estos escenarios no serán ratificados hasta que se apruebe o rechace el nuevo texto constitucional. Sin duda una espera larguísima y angustiante para el gobierno de centro izquierda de Gabriel Boric.

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