Se hizo famosa por ser la "falsa Havanna" y hoy es líder de los alfajores VIP: así nació y se mitificó Cachafaz
Un ex empleado despechado, un afamado bailarín de tango y una fórmula robada son algunas de las leyendas que giran en torno a este alfajor.
Nació hace dos décadas, tomó fuerza a través del boca a boca y despertó interés a través de varios mitos y secretos cultivados por el bajo perfil de sus fundadores. El alfajor Cachafaz se hizo un lugar dentro del segmento premium desafiando el liderazgo de una de las marcas emblemáticas del rubro y luego se diversificó con líneas de productos integrales y orgánicos. Sin embargo, son pocas las verdades que se conocen detrás de su etiqueta dorada.
Todo comenzó a fines de los 90 cuando Marta Alcaraz enviudó y unos años más tarde empezó a elaborar alfajores en su cocina para generar ingresos para el hogar. No escatimaba en relleno y su especialidad eran los de maicena con coco rallado. Sus hijos, Leonardo, Javier y Gastón los vendían en los kioscos de Liniers, el barrio donde vivían.
Poco a poco los alfajores de la familia Alcaraz fueron ganando terreno, pero su gran despegue se dio en 2005 cuando lanzaron la variante de chocolate rellena con dulce de leche. En especial, este producto llamó la atención por su envoltorio dorado. Este era muy similar al del inconfundible líder del segmento: el marplatense Havanna.
El lanzamiento despertó suspicacias y, por supuesto, leyendas, que los hermanos jamás desmintieron, aunque tampoco confirmaron. Se llegó a decir que la receta del Cachafaz había sido creada a partir de un ex empleado de Havanna, quien, tras ser despedido, robó la fórmula secreta y produjo su propia versión del alfajor. Según Facundo Calabró, conocido en las redes como ‘El catador de alfajores', la llegada del Cachafaz "democratizó el diseño dorado" para el segmento premium. "Ya no pertenece solo a Havanna", esgrimió en su cuenta de Twitter.
Eso sí, la compañía se valió de los mismos proveedores de la histórica etiqueta y, de esta manera, alimentó el mito. Mismas tapas, mismo dulce de leche.
De bribones y arrabales
Con respecto a su nombre también hay dos versiones. Por un lado, Calabró asegura que se trata de un homenaje a Ovidio José Bianquet, el bailarín de tango apodado "El Cachafaz", quien, señala, era muy querido por el padre de los Alcaraz. Se basa también en que, en lunfardo esta palabra denomina a alguien descarado, atrevido. Y su logo "representa ni más ni menos que al típico arrabalero con su pañuelo y su traje bajo el ala del sombrero". No obstante, otros indican que ‘Cachafaz' es el sobrenombre de Gastón, el menor de los hermanos.
Del mismo modo, su razón social - Ensincro SRL - esconde otra curiosidad. Se trata de un guiño a la canción ‘Eso vive' de Catupecu Machu. "Se brinda en pos de un futuro en sincro con bombo en negras y amor sin fin", rockea la letra compuesta por Fernando Ruiz Díaz. En una entrevista con la revista Rolling Stone en 2018, el cantante de la banda reconoció su amistad con los Alcaraz y contó que Leonardo le regaló un tambor solar y un charango boliviano, mientras que Javier le obsequió un ukelele.
El portfolio crece
Volviendo al negocio, la firma creció con una planta propia en Ciudadela y amplió su línea de productos. En 2011 presentó un alfajor de mousse cuyo packaging recordaba al por entonces descontinuado Suchard. Para 2013 lanzó una línea de galletitas integrales y un alfajor de arroz. En ese momento su marca ya se había expandido internacionalmente y realizaba envíos a Brasil, Chile, España y los Estados Unidos.
También supo apostar por una línea más económica, en la que compiten gigantes como Guaymallen y Fantoche, bajo la marca Tanguito. Y a las galletitas integrales le sumó una línea orgánica con la etiqueta Cookids y barritas de arroz yamani. Además, cuentan con dos locales de venta al público en Galerías Pacifico y el Recoleta Urban Mall. Sin embargo, pasan los años y la marca se mantiene con bajo perfil. Aprovechando el marketing viral que le otorgó todo lo que calló.
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