Climate tech

Estos argentinos quieren salvar al mundo: son una nueva raza de emprendedores

Es un sector en auge que crece a pasos agigantados año a año, tanto en startups como en inversores interesados. En América latina y en la Argentina aún es una industria en desarrollo pero que busca hacerse un lugar.

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La conversación en torno al cambio climático ha ido en aumento en los últimos años, dejando de ser considerado un tema meramente ambiental, para ser entendido como lo que es: una problemática transversal a todos los sectores y la crisis más desafiante de nuestro tiempo. Motivados por el hambre de crear soluciones, son cada vez más los emprendedores tecnológicos que deciden involucrarse y crear negocios con propósito, que además de ser rentables, ayuden a mitigar los impactos del cambio climático.

Es así como surgió la categoría climate tech, que se refiere a tecnologías centradas explícitamente en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero o en la lucha contra el impacto del calentamiento global. Las aplicaciones de la tecnología climática pueden agruparse en tres: los que mitigan o eliminan directamente las emisiones, quienes ayudan a adaptarnos a los impactos del cambio climático y quienes mejoran nuestra comprensión del clima, según define el informe de PwC State of Climate Tech 2021.

Según ese mismo informe, la inversión en tecnología climática sigue mostrando un fuerte crecimiento como clase de activo emergente, con un total de US$ 87.500 millones invertidos durante el segundo semestre de 2020 y el primer semestre de 2021 y con un primer semestre de 2021 con niveles de inversión récord que superan los US$ 60.000 millones. Esto representa un aumento del 210 por ciento respecto a los US$ 28.400 millones invertidos en los doce meses anteriores.

El tamaño medio de las operaciones casi se ha cuadruplicado en el primer semestre de 2021 con respecto al año anterior, pasando de US$ 27 a US$ 96 millones. Los megadeals son cada vez más comunes y están impulsando gran parte del reciente crecimiento de la inversión de financiación en tecnología climática, puntualmente en los Estados Unidos, China y Europa.

Por su parte, América latina aún no se encuentra entre los principales destinos del capital de la tecnología climática, a pesar del enorme potencial de la región. Sin embargo, sin prisa pero sin pausa, el sector comienza a tomar forma haciendo foco en sectores como el agro, el agua y los bosques.

Un continente de oportunidades

"Todavía el ecosistema en la Argentina y en la región está muy verde pero hay mucho potencial", destaca Rubén Altman, fundador de Antom, empresa que busca invertir en emprendimientos circulares y regenerativos en América latina con foco en cuatro rubros: agricultura, cambio de uso de suelos, alimentación y residuos.

Altman fundó Antom junto a Elvira Museri, su mujer, luego de un viaje que le hizo replantearse su vínculo con la naturaleza y su aporte al futuro del planeta. "Vengo del mundo de la tecnología, del desarrollo de software. Viví en Londres y fundé dos emprendimientos relacionados al mundo blockchain. Fuimos de vacaciones a Belice y me encontré con la tremenda deforestación que sucede ahí y eso me hizo reflexionar sobre mi trabajo. Después vino la pandemia y me di cuenta que quería incursionar en la crisis climática y las posibilidades de mitigación. Quería que cuando mis hijos me pregunten en 20 años qué hice para frenar esto, tener algo que contestarles. Y así empecé un proceso que terminó en Antom", relata.

Rubén Altman, fundador de Antom. Foto: Twitter.

La empresa, con la que buscan promover el desarrollo de startups de impacto ambiental, está recién dando sus primeros pasos ya que surgió a fines de 2021, por lo que se encuentran en una etapa de difusión de la temática y en la búsqueda de proyectos en los que invertir entre US$ 25.000 y US$ 100.000, además de acompañarlos en su desarrollo. "Nos gustaría terminar el año con seis u ocho proyectos, es un año de aprendizaje en el que estamos haciendo foco en difundir y concientizar porque nos toca ayudar a desarrollar el ecosistema", explica y cuenta que si bien no existe un registro oficial, calculan que en la Argentina hay alrededor de 25 emprendimientos que podrían considerarse parte del rubro climate tech.

"El mundo va a transicionar a una economía descarbonizada y eso hace que tengamos que cambiar nuestra forma de producción y consumo y eso va a cambiar nuestra economía. Los emprendedores que puedan imaginarse el mundo que vendrá, van a formar parte de las nuevas empresas como Google y Amazon del futuro. Es un sector que va a crecer un montón, es transversal para la economía y fundamental para lo que se viene", destaca Altman.

Entre los desafíos que observa en el sector, señala el balance entre la urgencia con el mediano y largo plazo, y cómo hacer la transición ambiental en un contexto de urgencias macroeconómicas.

"En mi opinión, si no podemos leer lo que se va a demandar, esas urgencias van a ser peores", concluye.

Emprender con impacto

A comienzos del 2022, una empresa argentina fue noticia por tener de inversores a Leonardo DiCaprio y Manu Ginóbili, además de recibir dinero de Transition Global, de David y Ari Helgason, y de Giant Ventures, de la familia Branson y de ser contratados por empresas multinacionales como Coca-Cola, Colgate y McCain Foods.

Esa empresa se llama Waterplan, fue fundada por cuatro argentinos -Matías Comercio, Nicolás Wertheimer, José Ignacio Galindo y Olivia Cesio- y se inscribe dentro del rubro climate tech ya que utiliza inteligencia artificial para eficientizar el uso del agua. La plataforma fue diseñada para predecir las interrupciones del suministro de agua causadas por el cambio climático y otros factores, compartiendo información que permite a las empresas tomar decisiones y medidas proactivas para evitar futuros riesgos. El servicio que brindan está dirigido a empresas de sectores que dependen del agua, como la agricultura, la alimentación, los productos de papel y la fabricación de ropa.

Waterplan, fue fundada por cuatro argentinos: Matías Comercio, Nicolás Wertheimer, José Ignacio Galindo y Olivia Cesio.

Acelerados por Y Combinator, el proyecto llamó la atención rápidamente: en abril recibieron US$ 7 millones de financiamiento para hacer crecer a su equipo y mejorar el producto. Hoy son 24 personas en la empresa que trabajan remotamente desde distintas partes del mundo.

"Tomamos distintos data inputs, lo ponemos en nuestra tecnología y surgen dashboards con información y se arman estudios de riesgo en relación al agua. La idea es que ayude con acciones concretas para mitigar el riesgo. El desafío es que esa información se maneje con proactividad porque el costo de la inacción es cinco veces más", explica Olivia Cesio, COO de la startup fundada en 2021.

Waterplan surgió gracias a la combinación del espíritu de emprendedor tecnológico de Juan Ignacio Galindo -que tras ocho años en la industria del software se vio inspirado por una charla de Sir Ronald Cohen, autor del libro "Impacto: Reformar el capitalismo para impulsar el cambio real" a emprender con impacto- y al know-how del mundo del agua de Nicolás Wertheimer, un médico y emprendedor social fundador del proyecto Agua Segura, donde desarrollan, gestionan e implementan proyectos de acceso a agua, saneamiento e higiene.

Enseguida se sumaron Matías Comercio (ingeniero en software) y Olivia Cesio (ingeniera industrial), ambos exWolox y con mucha experiencia en el ecosistema emprendedor y la tecnología en general.

"Hay un movimiento que incentiva el desarrollo de este tipo de proyectos y al mismo tiempo ve la posibilidad de que la solución de estos problemas pueden ser un negocio también. Hay emprendedores que estaban desarrollando una plataforma de big data para vender más electrodomésticos y de repente los tenés trabajando para resolver el cambio climático", describe Cesio.

"Nuestro lugar es en el agua, Y Combinator nos seleccionó e invirtió porque notaron la importancia de abordar los grandes temas de la humanidad", reflexiona.

Para Cesio, las oportunidades son infinitas y el ecosistema tiene todo para crecer. Uno de los desafíos que detecta es la necesidad de nuevos perfiles que no se encuentran fácilmente. "La intersección entre el mundo del agua, el mundo de la tecnología y lo corporativo es algo nuevo, porque son tres mundos que nunca se cruzaron antes, por lo que muchas veces necesitamos cubrir puestos con perfiles que aún no existen. Pero a medida que el rubro crece, también surgen instituciones dispuestas a formar estos nuevos roles", concluye.

Soluciones nuevas a problemas viejos

Kilimo también es una climate tech que trabaja con el agua pero en un sector específico, el campo, por lo que también se inscribe en el rubro ag tech. "Nos dedicamos a monitorear cultivos de bajo riesgo recomendando cuánto regar, utilizamos satélites, estaciones meteorológicas y datos de los dueños de los campos. Con estos datos generamos recomendaciones en línea con los objetivos del agricultor. Esas recomendaciones permiten reducir un 20 por ciento el uso de agua, el monitoreo genera estos ahorros, entonces los agricultores usan menos agua y por medio de nuestra plataforma pueden generar un informe de huella hídrica", explica Rodrigo Tissera, Head de Business Development y cofundador de la empresa que surgió en 2014 en Córdoba y que a partir de 2019 se expandió a toda la región. Hoy en día el equipo cuenta con más de 65 personas distribuidas en distintos países del continente y llevan recaudados US$ 4 millones en rondas de inversión.

Rodrigo Tissera, Andrea Ramos, Jairo Trad, Toni Abdala y Tati Malvasio, de Kilimo.

"Soy Ingeniero Agrónomo y mis socios son Ingenieros en Computación y decidimos meternos en el mundo del riego porque de eso depende la producción y veíamos mucha ineficiencia. Luego identificamos que había pocas soluciones accesibles en el mercado: que lo pudieran pagar y que fueran comprendidas", explica Tissera. "Teníamos una empresa de hardware, fundimos y decidimos emprender de otra manera, aprendiendo de nuestra experiencia anterior, con un software más sencillo y con foco en la usabilidad para que de resultados", explica. Kilimo monitorea más de 100 mil hectáreas en los seis países donde trabaja, lo que impacta en más de 40 tipos de cultivos distintos.

Para Tissera, se está empezando a prestar mucha más atención al cambio climático con foco en solucionar y mitigar. "Le falta madurar muchísimo al ecosistema pero es un proceso".

"El principal desafío es crecer, desarrollar un nuevo mercado es lento y los tiempos de startup no, así que el objetivo está en avanzar igual para poder llegar a los resultados esperados", reflexiona. "Se está hablando más al respecto y que estemos viviendo situaciones climáticas complejas, como la sequía, hacen que repensemos cómo producimos. Es una oportunidad para cambiar cómo hacemos las cosas", concluye.

Tecnología para reforestar

"Estuve casi ocho años construyendo empresas en el rubro de viajes con tecnología hasta que luego de que mi última empresa fuera vendida, decidí tomarme un año sabático, en el que reflexioné mucho respecto al estado del mundo y los principales desafíos que enfrenta la humanidad en este momento. El cambio climático claramente surgió como uno de los mayores desafíos que la humanidad va a enfrentar", relata Diego Sáez Gil, oriundo de Tucumán y asentado en los Estados Unidos hace 12 años.

Diego Sáez Gil, fundador de Pachama.

En ese tiempo Sáez Gil visitó el Amazonas en Perú y vio de primera mano la deforestación lo que lo llevó a investigar cómo podía poner al servicio de esa causa toda la experiencia que había ganado en Silicon Valley para tratar de resolver ese problema. "De esa investigación surgió esta idea de que se podía monitorear y verificar el carbono que capturan los bosques con imágenes satelitales y que se podía usar esa data para ayudar a financiar proyectos de reforestación y conservación con fondos viniendo de empresas que necesitan compensar su huella de carbono, entonces así surgió la idea de Pachama y empezamos en el 2018", relata sobre la empresa que se dedica a restaurar la naturaleza para detener el cambio climático aplicando inteligencia y sensores remotos avanzados que permiten la forestación a escala.

"La verdad es que en ese momento todavía ni existía el término climate tech. Simplemente empecé a aplicar mis modelos mentales que venían del mundo tech al mundo climate y nos seleccionaron en Y Combinator y de hecho esa fue creo la primera generación en el 2019 de empresas de climate tech", agrega. En mayo de 2022, Pachama recaudó US$ 55 millones en una ronda de financiación de serie B dirigida por Future Positive, con la participación de los inversores existentes Breakthrough Energy Ventures y LowerCarbon Capital.

"Creo que el rubro climate tech va a tener muchísimo crecimiento porque estamos hablando de que en las próximas dos o tres décadas la economía mundial va a tener que transformarse reduciendo sus emisiones de carbono y capturando carbono de la atmósfera y van a hacer falta muchas tecnologías y muchas plataformas de datos que ayuden a la humanidad. De esa transición tan masiva, el desafío va a ser siempre encontrar modelos de negocio que permitan que esas empresas puedan tener un ingreso mientras construyen esas soluciones, el desafío va a ser también acceder a mercados de capitales y que los inversores vean que hay una oportunidad de mercado en resolver el cambio climático y siempre está el desafío de combinar talentos de diferentes disciplinas y, en este caso, juntar científicos con ingenieros y ejecutivos de negocios para que la solución realmente despegue", vaticina Sáez Gil.

"América latina tiene un gigante potencial, somos el continente con el mayor bosque del mundo, es un continente que tiene una posibilidad de generar toda su energía de manera renovable con paneles solares, turbinas de viento, plantas nucleares y podríamos ser generadores de energía renovable para el continente y exportar esa energía hacia otros lados. Entonces creo que hay una oportunidad muy grande, obviamente que hace falta una transformación profunda y espero que surjan muchas más empresas de clase en América latina", concluye. 

Esta nota se publicó originalmente en el número 343 de revista Apertura.

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