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Noviembre mostró un giro claro en los flujos hacia mercados emergentes. El saldo mensual fue negativo, con una salida neta de u$s 3900 millones, luego del fuerte ingreso de octubre.

El movimiento estuvo explicado casi por completo por la renta variable, que registró ventas significativas, mientras que los bonos se mantuvieron firmes con ingresos sostenidos. El ajuste, así, no fue generalizado sino concentrado en acciones.

Según el último informe del Institute of International Finance (IIF), tras el fuerte rebote de octubre, cuando los flujos hacia los emergentes habían sumado u$s 20.500 millones, noviembre marcó un giro impulsado casi exclusivamente por la venta de acciones.

Los inversores redujeron exposición a equity emergente por u$s 18.900 millones, el mayor retiro mensual desde marzo de 2025, en un contexto de mayor aversión al riesgo global, repriceo de expectativas de tasas en economías desarrolladas y renovadas dudas sobre China. En contraste, la deuda mantuvo ingresos por u$s 15.000 millones, prácticamente en línea con octubre.

¿Bueno para la Argentina?

El Grupo SBS piensa que sí. El broker sostiene que, la dinámica de las tasas de interés en Estados Unidos estará guiada, en primer lugar, por los datos de actividad, empleo e inflación, en un contexto en el que la Reserva Federal (Fed) ya dejó en claro que la incertidumbre sobre el escenario económico es elevada. La señal es nítida: más que promesas, la Fed reaccionará a los números duros.

A ese frente macro se suma un factor político-institucional nada menor: el recambio en la presidencia de la Fed, con el fin del mandato de Jerome Powell en mayo del año próximo. El mercado empezará a pricear con anticipación si su sucesor tendrá un sesgo más dovish o hawkish, sobre todo después de una última decisión del FOMC que expuso divisiones internas y votos menos alineados que en meses previos.

En este marco, para SBS, los flujos hacia mercados emergentes vuelven a ganar relevancia. En las últimas ruedas ya se observó una mejora, y el escenario podría profundizarse si las tasas globales enfrentan presión a la baja por desaceleración económica o cambios en el tono monetario.

“Con rendimientos en el mundo desarrollado más comprimidos, el capital con apetito por carry y yield tenderá a buscar emergentes con fundamentos sólidos”, aseguró.

Y es ahí donde aparece la oportunidad para la Argentina.“Una baja sostenida de tasas internacionales podría favorecer primero a los créditos corporativos y, en una segunda etapa, a los bonos soberanos, siempre que haya una mejora creíble en las perspectivas macro locales, señaló el documento.

Por último, el escenario global seguirá atravesado por factores exógenos que no conviene subestimar: negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China, tensiones geopolíticas y la evolución de la macro en las economías desarrolladas. Todos estos elementos impactan directamente sobre las tasas globales, los precios de los commodities y las monedas, concluyó SBS.

Deuda EM: menos entusiasmo, pero todavía anclada por el carry

El IIF, analizó que, la resiliencia de la deuda emergente no es casual. En un mundo donde las tasas de referencia dejaron de caer al ritmo que el mercado había anticipado, los bonos EM ofrecen una combinación difícil de ignorar: “Rendimientos nominales atractivos, duración relativamente corta y liquidez aceptable”.

Dentro de ese flujo, también hubo discriminación. China captó apenas u$s 1200 millones en deuda, muy por debajo de los u$s 7900 millones del mes previo. El grueso de la demanda se desplazó hacia EM ex China (India, Brasil, México, Indonesia, Corea del Sur, Taiwán, Sudáfrica, entre otros) que absorbió u$s 13.900 millones. Esta divergencia ya no es coyuntural, sino que es uno de los rasgos estructurales de la asignación de portafolios en 2025. El inversor global quiere emergentes, pero no quiere el “paquete completo”.

En términos acumulados, la deuda EM suma u$s 253.500 millones en lo que va del año, prácticamente un calco del desempeño de 2024. No hay euforia, pero tampoco señales de fatiga.

Acciones EM: el talón de Aquiles vuelve a quedar expuesto

Las acciones fueron la variable de ajuste. China explicó u$s 6900 millones de salidas, mientras que el resto de los emergentes perdió u$s 12.100 millones adicionales. Asia emergente concentró la mayor parte del golpe, con una salida neta de u$s 9.100 millones, producto de una fuerte venta de acciones que más que compensó los ingresos a deuda.

El problema para el equity EM no es solo macro. Las ganancias corporativas fueron estables, pero no lo suficientemente convincentes como para competir contra un benchmark estadounidense que rinde mejor y absorbe flujos. A eso se suma la volatilidad en tasas, el reacomodamiento del trade tecnológico y la sensación persistente de que China todavía no ofrece una historia de crecimiento clara y sostenible.

Qué miran los inversores (y qué no)

El IIF aseguró que el marco macro explica gran parte del movimiento. La menor demanda global por riesgo, el ajuste en las expectativas de recortes de tasas en economías avanzadas y una postura más cautelosa hacia China golpearon al equity. En cambio, la deuda se beneficia de un escenario donde el ingreso manda y la duración no es un problema.

De cara a 2026, el foco del inversor ya no pasa por el ciclo de easing (relajación de la política monetaria) en sí, sino por tres variables mucho más concretas: estabilidad cambiaria, credibilidad de balances y profundidad del mercado doméstico.

La competencia por liquidez en crédito EM empieza a intensificarse, pero todavía no es disruptiva. Mientras los rendimientos reales se mantengan positivos, el carry pesará más que cualquier promesa de crecimiento.

Así, el arranque de 2026 dependerá de dos factores clave: si la renta variable logra estabilizarse con un entorno global más predecible y si China consigue atraer flujos más estructurales y menos tácticos.

La deuda parte con ventaja, apoyada en señales fiscales algo más ordenadas en varios emergentes, recomposición de reservas en MENA y una rotación gradual hacia emisiones en moneda dura a plazos más largos. Si la política monetaria de EE.UU. se vuelve más previsible y la volatilidad cede, hay margen para un rebote parcial en acciones.