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Lejos del neoliberalismo y crítica con el poder de las empresas: cómo es la nueva derecha en EE.UU.

El capitalismo es objeto de críticas republicanas al surgir un punto de inflexión política

Hace casi cuarenta años, el presidente estadounidense Ronald Reagan resumió la mentalidad del partido republicano con su proclama de que "las nueve palabras más aterradoras de la lengua inglesa son: soy del gobierno y estoy aquí para ayudar". Los mercados, no los políticos, sabían más, y cuanto más poder tuviera el sector privado en relación con el público, mejor.

Hoy en día no es así. Pensemos en el candidato conservador a las primarias presidenciales Vivek Ramaswamy durante los recientes debates republicanos. En respuesta a la insistencia del exvicepresidente Mike Pence en que los estadounidenses (e implícitamente el partido) no necesitaban una nueva identidad ni nuevas soluciones, Ramaswamy dijo: "No es de día en Estados Unidos. Vivimos en un momento oscuro, y tenemos que afrontar el hecho...".

Algunos republicanos hablan tanto de las fallas del mercado como de las soluciones. Consideremos al columnista conservador Sohrab Ahmari, que tiene sus idas y vueltas con Donald Trump, cuyo reciente libro, Tyranny, Inc: how private power crushed american liberty - and what to do about it [Tiranía, Inc.: cómo el poder privado aplastó la libertad americana - y qué hacer al respecto], ha sido elogiado por los progresistas.

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Al igual que el expresidente y otros conservadores, Ahmari está en contra del tipo de capitalismo 'woke' que pone a las empresas en el punto de mira de las cuestiones de justicia social. Pero también suena bastante marxista en su crítica de cómo los dueños del capital oprimen a los trabajadores. Y las cuestiones que plantea sobre lo que debe y no debe estar fuera de los límites del capitalismo -está en contra, por ejemplo, de la comercialización de la maternidad a través de intervenciones como la subrogación de vientres- no son muy diferentes de los límites morales de los mercados explorados por el profesor de Harvard Michael Sandel, un destacado crítico de la ortodoxia del libre mercado, en su libro What money can't buy [Lo que el dinero no puede comprar].

Los republicanos pueden sacar mucho provecho político de la conexión entre la erosión de los valores morales con la explosión del consumismo en una sociedad capitalista en fase avanzada. Robert Lighthizer, el exrepresentante de Comercio de Trump, por ejemplo, ha tildados varias veces la política comercial neoliberal (con la que se refiere al flujo sin restricciones de capital y bienes hacia los lugares de fabricación más baratos y rentables) como "el comercio del control futuro de nuestro país, la riqueza de nuestros hijos y nietos, por el consumo actual: televisores y zapatillas de deporte más baratos. Esto es una locura".

Para la mayoría de los estadounidenses, estos sentimientos son de sentido común una vez que se alejan de los centros neurálgicos de las costas. Como ha argumentado el think tank conservador American Compass, tanto los republicanos como los demócratas estadounidenses de clase media tienden a estar más interesados en el crecimiento de los ingresos y el empleo que en el valor de sus 401K [planes de jubilación]. Están dispuestos a sacrificar cierto grado de promoción profesional a cambio de más tiempo para la familia, tienen opiniones encontradas sobre el aborto y es menos probable que consideren que las costosas universidades de élite son el mejor camino hacia el progreso económico.

Se podría decir que están más interesados en la comunidad, la familia y el trabajo que en la riqueza. Y aunque "trabajo, no riqueza" es un lema político de Joe Biden, también remite a un tipo de capitalismo menos extremo, común hace unas décadas. En aquel momento, muchas comunidades estadounidenses eran más diversas económicamente, se centraban tanto en la producción como en el consumo, y había menos concentración de poder en industrias específicas. También había mucha menos desigualdad en la riqueza, que ha crecido de la mano de mercados sin control y de un mayor poder del sector privado.

Esto es importante, porque significa que el trustbusting [iniciativas del gobierno para romper monopolios y fideicomisos] podría convertirse ahora en una cuestión más bipartidista. La idea de que la 'tiranía' del sector privado -en forma de un control económico y político desmesurado por parte de las empresas- amenaza la libertad individual en Estados Unidos es un tema que tanto conservadores como progresistas están adoptando como punto de encuentro.

Por supuesto, los conservadores siguen siendo conservadores cuando se trata de cosas como una mayor inmigración y muchas cuestiones sociales, incluido el aborto. Pero incluso en este caso, vemos algunos movimientos para volverse más pragmáticos (como los llamamientos de la candidata republicana a las primarias, Nikki Haley, a favor de una postura más moderada sobre el aborto).

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La cuestión es que los republicanos, al igual que los demócratas, han empezado a ver que la próxima elección -de hecho, las próximas elecciones- probablemente girarán más en torno a la economía y la clase social que a cuestiones sociales divisivas.

Eso no significa necesariamente que terminaremos con un candidato presidencial republicano que realmente se preocupe por los trabajadores. Recordemos que la gran estafa electoral de Trump, que aún podría repetir, consistía en decir a los votantes lo que sabían a ciencia cierta: que en algún lugar de Washington hay una oscura trastienda donde los poderosos hacen tratos en su propio interés. Su solución, por supuesto, no fue airearlo, sino invitar a los votantes (metafóricamente al menos) a fumar un gran habano con él.

Ramaswamy es sin duda menos tóxico que Trump, pero puede ser igual de interesado. Ha criticado las Reaganomics, pero aún no ha ofrecido una alternativa coherente. De hecho, muchas de sus propuestas, como cerrar el FBI y Servicio Interno de Impuestos [IRS por sus siglas en inglés] y el departamento de Educación, son imposiblemente libertarias. Hasta ahora, la naciente derecha post-Reagan no tiene una figura política sólida en torno a la que aglutinarse.

Aun así, creo que miraremos atrás y veremos esta temporada de primarias como un punto de inflexión. Las Reaganomics establecieron el marco de la política económica, tanto en la derecha como en la izquierda, durante décadas. El hecho de que los republicanos se alejen ahora de la economía de goteo es algo a lo que las empresas deberían prestar mucha atención.

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