La década menemista

Menem y las privatizaciones energéticas: de YPF a Repsol, Gas del Estado, Segba e hidroeléctricas

Las reformas económicas del ex presidente mantuvieron sus efectos durante 30 años. Los activos de la energía tuvieron un rol protagónico en la ola privatizadora.

Durante los 10 años que duraron sus dos presidencias entre 1989 y 1999, Carlos Saúl Menem transformó a la Argentina en todos los planos de la economía.

De la crisis que heredó de Raúl Alfonsín a la que legó a Fernando De la Rúa, cuyos efectos se extendieron durante la primera década del Siglo XXI, las reformas del ex presidente, fallecido este domingo 14 de febrero, configuraron otro país y un nuevo modo de entender el rol del Estado.

La energía no escapó a esta ola, que en la década de los 90' se volcó a la privatización de activos públicos, en línea con las recomendaciones del Consenso de Washington.

Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (SEGBA), Gas del Estado, Hidroeléctrica Norpatagonia (Hidronor) e YPF fueron objetos de este pase de manos del Estado nacional a los privados.

Tras el fallecimiento del ex presidente Menem, El Cronista consultó a protagonistas de aquella época sobre los efectos de largo plazo de las privatizaciones en el sistema energético.

Carlos Bastos, ex secretario de Energía entre abril de 1991 y octubre de 1996, sostuvo: "A 30 años, el sistema aún funciona por la transformación hecha en los 90', los consumidores hoy en día sienten que tener energía (electricidad, gas, nafta) a precios bajos es un derecho".

"Pocos de estos, por razones de edad simplemente, recuerdan la década de los 80', con los cortes de energía, las filas en las estaciones de servicio y la carencia de gas por redes que obligaba a la garrafa, sobre todo en el interior del país. El mejor legado es que se sienta como algo natural contar con energía de calidad a precios razonables", agregó.

Para Bastos, el sistema energético heredado de Alfonsín estaba en una "situación crítica desde el punto de vista técnico y financiero".

"En pocos años lo reordenamos en base a una reestructuración que introdujo principios de racionalidad económica, en un marco legal y regulatorio que asignó claramente los roles entre el Estado y las empresas", afirmó Bastos, actualmente director de la distribuidora Metrogas.

En la línea del debe, el ex secretario del menemismo cree que se debió haber implementado un "sistema integral de subsidios a las personas y no a las productos" y considera que el sistema energético en la actualidad "está mejor, aunque su mejor momento fue antes de la crisis de 2001".

Por su lado, Jorge Lapeña, ex secretario de Energía entre abril de 1986 y marzo de 1988 (fue funcionario de Alfonsín), se mostró muy crítico con las políticas menemistas.

"La privatización de YPF tuvo resultados nefastos, lo mismo que con Hidronor y Gas del Estado. El servicio hoy está peor que antes de las privatizaciones; el peronismo tuvo un diagnóstico equivocado", dijo el radical, hoy presidente del Instituto Argentino de la Energía (IAE) General Mosconi.

Lapeña opina que la petrolera YPF, "clave en el sistema, fue desnacionalizada, se extranjerizó el capital y se vendió a fondos e inversores privados". "Dejó de hacer lo que hizo su fundación desde 1922: explorar, descubrir nuevos yacimientos y liderar el sector", continuó.

Y reseñó: "Argentina dejó de tener petróleo y gas barato en un proceso que empezó en 1998 y todavía no se recupera. Pasó a tener petróleo y gas caros (y subsidiado), por encima de los niveles internacionales, y a ser un país dependiente y deficitario en energía".

Por último, también subrayó que las hidroeléctricas cedidas a los privados, cuyas concesiones empiezan a vencer en 2023, deben volver a manos del Estado nacional, que podría licitar la contratación de servicios, pero no la concesión.

El economista Nicolás Gadano, autor del libro "Historia del petróleo en la Argentina", comentó que "la macroeconomía fue un gran condicionante de la presidencia de Menem, que recién se pudo estabilizar en abril de 1991".

"Hasta ese momento todo estaba condicionado por la necesidad de conseguir dólares e incrementar las reservas, por lo que tal vez algunos activos se vendieron mal. Pero tengo una visión positiva sobre la primera privatización de YPF, en 1993, y la de Gas del Estado; es difícil en Argentina tener un diseño e implementar programas de reformas económicas en calma social y política", balanceó Gadano.

"La Ley del Gas está bien en su diseño, en dividir el segmento regulado del upstream (competencia), la división de Gas del Estado en varias empresas. Lo mismo en el sector eléctrico, fue competitivo, hubo inversión y baja de precios. La privatización no trajo aumentos de precios, al contrario, Se invirtió mucho en ciclos combinados, en gas", recordó.

En relación a YPF, Gadano indicó que después de la primera privatización hubo una etapa "de mucha expansión".

"Creció el sector, creció YPF, era muy competitiva. Empezó con la idea de ir afuera: Chile, Bolivia, tuvo el proyecto de Maxus. Pero una vez que murió José Estenssoro (ex presidente de la compañía) y sin (el ex ministro de Economía) Domingo Cavallo, el Gobierno desarmó su propio proyecto, vendieron en bloque a la española Repsol para conseguir dinero para pagarle al Fondo Monetario Internacional (FMI), con un objetivo fiscal de cortísimo plazo. Y ese modelo fue un desastre", concluyó.

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