Lecciones de Dick Morris y una cuenta secreta en X: la estrategia de comunicación de Milei
Por qué el Presidente habló de espaldas al Congreso y se negó a transmitir la jura de su gabinete y la Gala Presidencial en el Teatro Colón. Las razones detrás de estas decisiones sobre la base de un plan de Santiago Caputo, uno de sus principales arquitectos
"El paradigma fundamental que domina nuestra política es el paso de la democracia representativa (madisoniana) a la directa (jeffersoniana). Los votantes quieren manejar el espectáculo diariamente y se muestran impacientes con todas las clases de intermediarios que se interponen entre sus opiniones y la política pública".
La frase pertenece a Dick Morris en un libro que ya tiene más de 20 años de publicación, El nuevo Príncipe. Pero a las nuevas ideas le toma tiempo ser interpretadas cabalmente, tal como ahora intenta Javier Milei y su equipo.
Con la vida fugaz que imponen las redes sociales a la dinámica social en todas las sociedades, también en la Argentina, la política ya no tiene lugar y la gente desprecia a los políticos y su agenda opulenta, cargada de argumentos de realpolitik tan incomprensibles como alejados de lo cotidiano.
Un experto muy vinculado a Santiago Caputo lo define así en la página de la consultora Magnus: "El grueso del electorado latinoamericano del siglo XXI es autónomo casi por entero: no necesita partidos políticos, no necesita religiones, no necesita sindicatos, no necesita medios de comunicación tradicionales. Todo está al alcance de la mano en la forma de un smartphone, sin estructuras, sin ataduras, sin formatos rígidos".
El joven Caputo (37 años), a su vez, conducía Mood, pero ya no se encuentran rastros en internet de esa empresa, que abandonó para acompañar a su amigo Milei, de quien está muy comprometido con sus ideas, y con el experimento presidencial.
Es que el Presidente es un loco auténtico, pero también construido. Lo contó -entre otros- Diego Valenzuela, el intendente de Tres de Febrero que fue su compañero de facultad. Dijo que cuando fue a hacer campaña a su distrito le avisó que iría a visitarlo y que, ya tomando un café a solas, le preguntó: "Qué decís, ¿sigo con el personaje o no?". "Seguí así, si te está yendo bárbaro", le respondió el intendente.
Y fue el mismísimo Milei el que reconoció en la noche de la victoria que no hubiera logrado su objetivo sin su hermana, 'El Jefe' Karina Milei, y sin Santiago Caputo, el estratega de bajísimo perfil que eligió no asumir ningún cargo pero está en la toma de todas las decisiones.
Tiene un diagnóstico de lo que está viviendo la sociedad, formado bajo un marco conceptual adecuado a la edad que tiene y el lugar desde donde lee, sin "prejuicios" progresistas, lo que le permite al Presidente comunicarse con públicos diferentes en tiempos diferentes, sin perder el vínculo empático o emocional con las nuevas generaciones, el núcleo duro mileísta.
Contra lo que puede suponerse, Milei es ordenado, sigue estrictamente lo acordado, cumple a rajatabla la estrategia. Por eso nunca hizo sesiones de "coacheo" para los debates, ni tuvo un estratega detrás de su campaña, ni invirtió dinero de campaña en las redes sociales. Todo eso es falso. Estaba preparado, tuvo al mejor estratega de estos tiempos e invirtió en las redes a través de un sistema de incentivos virales que es algo así como el secreto mejor guardado de esta campaña.
Cuentan que el estratega Caputo tenía una cuenta de incógnita en X donde, cada tanto, escribía "todos trabajan para mí", aludiendo a que cada vez que un dirigente criticaba a Milei, lo hacía crecer. Y cuando el terror cundía entre las filas posteaba otra frase que los militantes no olvidan, "todo va de acuerdo al plan".
Bajo este paraguas conceptual es que Milei transmitió a los organizadores del traspaso presidencial que hablaría en las escalinatas del Congreso, y de espaldas a los diputados y senadores, a "la casta". De cara a la gente, en contra de las tradiciones.
Y por la tarde sorprendió con otra medida polémica. La no transmisión de la jura de ministros, sin siquiera autorizar a la prensa acreditada. Nadie recuerda un episodio semejante. "La gente quiere ver funcionarios preocupados para resolver sus problemas, no ministros junto a sus familias disfrutando los placeres de la casta" es una explicación que se dio. Cuando alguien se enoja, tratan de calmarlo. En principio, no dan marcha atrás.
FOPEA, ayer mismo a la noche, publicó un comunicado de prensa expresando su preocupación por la inédita decisión "de las autoridades nacionales de haber impedido la cobertura del acto de jura de los ministros".
En el primer día de gestión el vocero Manuel Adorni estuvo muy activo no solo en la atención a la prensa, sino en la distribución de material fotográfico y material preciso, lo que no sucedió en la asunción.
De esto se trata la nueva era que presentó el Presidente en su discurso inaugural. Se van explorando situaciones y evaluando el "rendimiento" de cada gesto. Si algo sale mal, volverán sobre su error. La falta de transmisión de la Gala Presidencial, que fue cortada cuando ya estaba al aire, es un tema que estarán evaluando, con frialdad. Llovieron críticas no solo desde adentro del Teatro, sino de gente común que se perdió un momento mágico del 10 de diciembre. ¿Pero y se quedaba como una fiesta del gasto, no serían criticados también?
Es un experimento nuevo en todo sentido que tiene cientos de aristas en los más diversos temas, que molestan aquí o allá, depende las preferencias del público, tan fragmentado como la política.
¿Le saldrá bien? La verdad es que nadie puede saberlo.
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