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Emmanuel Álvarez Agis: "Esta dinámica de bolsiquear al fisco nos puede meter en una espiral inflacionaria"

El director de PxQ advierte que la interna del Gobierno puede acelerar la suba de precios y sostiene que hace falta un plan económico para estabilizar. Dos críticas centrales al acuerdo con el Fondo y su visión del gasto público actual.

Emmanuel Álvarez Agis, ex viceministro de Economía durante el último tramo del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y director de la consultora PxQ, advierte que la interna del Frente de Todos puede espiralizar la inflación. En esta entrevista con El Cronista, sostiene que hace falta un programa para bajar la dinámica de los precios en el que los actores definan qué pone cada uno en vez de "bolsiquear al fisco". Y que el acuerdo con el FMI no alcanza para solucionar ni la inflación ni la brecha cambiaria.

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-En un reporte dice que el conflicto distributivo está híper estimulado y que hay riesgo de que empecemos "a aplicar ese prefijo a la propia inflación". ¿Por qué?

-Creo que el riesgo de espiralización es político, no económico. Argentina no tiene los componentes económicos típicos de una híper que, básicamente, son un colapso externo, digamos por el precio las commodities. Lo que sí pasa, que es un componente que estuvo presente en momento de inflaciones altísimas, es que la interna del Frente de Todos termina reflejándose en que la semiancla que tiene Argentina que, es la reducción del déficit fiscal, está en duda, porque cada reclamo tiene que ver con aumentar el déficit fiscal. A fines de los 80, Fernando Navajas y Daniel Heymann tenían un paper que era el modelo de las ventanillas. Todo el mundo pedía beneficios fiscales y la imagen era por las ventanillas independientes que todas terminaban en el mismo lugar. Este es el modelo de las cartas, cada uno manda una carta para aumentar el déficit fiscal. Y el acuerdo con el Fondo ya per sé es inflacionario, desde antes del shock de Rusia y Ucrania, que nos mete en un mundo inflacionario. Arriba de eso, la discusión política deteriora mucho al fisco. Si no se le pone un freno, nos puede llevar a tasas de inflación más complicadas que las actuales.

-Guzmán sostiene que el Gobierno viene cumpliendo lo que dijo que iba a hacer y que eso debería acomodar expectativas. ¿Coincide?

-Es que los acuerdos con el Fondo no son ancla de nada. No es que hay que revisar los acuerdos de los 90 o los 80. Está el acuerdo de Macri. Tuvo u$s 45.000 millones y no fue ancla, cómo va a serlo uno que en principio es una expectativa de un programa económico que, además, después del shock de Rusia y Ucrania, es muy difícil de cumplir.

-¿No es un programa económico?

-No es un programa económico, es un acuerdo con el Fondo. Confundir lo uno con lo otro es un error. Y, en tercer lugar, atribuirle al acuerdo con el Fondo la capacidad de bajar la inflación, es un error de diagnóstico. Porque, de cumplirse, acelera la inflación, porque implica correcciones de tarifas, de precios regulados, de precios congelados y de tipo de cambio. La función del Fondo es resolver una crisis de balanza de pagos que, paradójicamente, era por los pagos que había que hacerle al propio Fondo. Todo el acomodamiento que necesita la economía no está en el acuerdo con el Fondo y creo que es un error del Gobierno no plantear un programa que puede tener un componente con el Fondo, pero que necesita, por ejemplo, un programa antiinflacionario que hoy no existe.

-En un contexto de aceleración de la puja distributiva y caída de largos años del poder adquisitivo, cómo se encara ese programa antiinflacionario?

-Hay que invertir la frase linda. Hay que sentarse alrededor de una mesa pero para ver qué pone cada uno en la baja de la inflación. Me parece que el Gobierno hoy no tiene el poder político para hacerlo, porque ni siquiera tiene un acuerdo interno de hacia dónde ir. Además, uno pone el foco en los movimientos sociales, los jubilados o los sindicatos, pero con las compañías pasa algo parecido: el que no pide un subsidio para sacar gas lo pide para sacar petróleo; el que no pide una reducción impositiva, pide dólares de libre disponibilidad. Estamos todos en una dinámica de bolsiquear al fisco. Eso, con las tasas de inflación actuales, puede ser un factor que nos meta en un espiral.

"El contexto internacional puede explicar 15 o 20 puntos de inflación. Hay 50 que son de Argentina; es el nuevo piso inflacionario de Argentina"

-¿Y la inflación mundial?

-Es el peor momento en el en el mundo en materia inflación desde los 80, sin duda. Ahora, eso puede explicar 15, 20 puntos de inflación. Hay 50 que son de Argentina, es el nuevo piso inflacionario de Argentina. Yo creo que hay que trabajar en eliminar eso. Lo de los precios de alimentos y la energía, bueno, pasa en el mundo, pero teníamos 50% y ya no estamos seguros de si vamos a estar abajo de 70%. No tener un programa consistente para bajar la inflación es algo que cruza la grieta.

-En ese contexto, Guzmán dijo que no subirán retenciones ni aplicarán cupos a la exportación de alimentos. ¿Qué margen hay para eso?

-Las retenciones son un instrumento eficiente para desacoplar. El problema es que, como toda herramienta de política económica en Argentina está politizada. Ya está partidizada. Parece que subir retenciones es kirchnerista y bajarlas es macrista. Subir tarifas es macrista... El precio del trigo pasó de 250 a 450 dólares la tonelada. Si pensás qué retención desacopla a ese precio, ese porcentaje va a desatar un conflicto político de magnitud. Creo que el productor debería sacar una ventaja en este contexto, este precio del trigo nos puede dar entre 3000 y 4000 millones de dólares de exportación adicional, pero primero tenemos que garantizar que el salario real no se haga crema. Entonces, si las retenciones están políticamente vetadas, habrá que discutir otro esquema. Me preocupa la beligerancia de una parte del sector agropecuario, que está claramente politizada.

-O sea, los cupos...

-Creo que hay mecanismos razonables para que los productores ganen más plata y puedan aumentar la producción y, al mismo tiempo, el trigo, la harina, el pan y los fideos no tengan precios de exportación. No creo que sea fácil la tarea del Gobierno, pero o se pelea con una parte minoritaria del sector agropecuario, o tiene una suba de alimentos que afecta a los 47 millones de argentinos. La disyuntiva es fea, pero es clara.

-Entre las metas, la prioritaria para el Gobierno es acumular reservas. ¿Se puede cumplir el objetivo de u$s 5800 millones netos con estos precios de energía?

-Cuando uno mira el balance de dólares que genera la guerra, es un balance positivo para Argentina. La suba de precios de los commodities más que compensa el aumento en el costo de importación de energía. El problema para acumular dólares es la brecha del 80%. Hay 47 millones de agentes económicos tratando de arbitrar esa diferencia. Estamos entrando en un camino peligroso, en el que cada sector busca conseguir una excepción al cepo. El segundo error del acuerdo con el Fondo es que no hay ninguna herramienta explícita para lidiar con la brecha y la brecha no va a bajar sola. De vuelta, pensar que el acuerdo con el Fondo va a generar tal boom de expectativas que va a reducir la inflación, va a bajar la brecha y va a generar crecimiento económico, es repetir el error de Macri, que pensaba que la crisis de deuda se resolvía solo con el FMI. Es no entender que la economía argentina tiene dos problemas principales: inflación y brecha. Y el acuerdo con el Fondo no dice nada de ninguna de estas dos cosas.

El campo aportará u$s 52.000 millones, pero agosto será crítico: ¿alcanza para cubrir las compras de energía?

-¿La meta fiscal es cumplible, sin la reducción de 0,6 puntos de subsidios del PBI?

-Es cumplible, pero los primeros cuatro meses de datos no muestran una dinámica compatible con un 2,5% de déficit fiscal y el sesgo de la política fiscal hoy es recontra expansivo. Eso carece de sentido, porque el gasto privado está creciendo. Cuando, en 2020, hubo que hacer política anticíclica financiada con emisión monetaria, fui de los primeros que dijo que no había otra alternativa. Hoy aumentan el consumo privado y la inversión y las exportaciones. No tiene sentido que el gasto público suba y, neto de inflación, en el primer cuatrimestre está creciendo a dos dígitos. El Gobierno está tirando nafta a un incendio porque la inflación apunta al 70%. No tiene mucho sentido esta política fiscal. 

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