Nuevas estrategias

Los consejos de campaña que Juntos y UP estudian para ganarle a Milei

Un capítulo sobre cómo reformular las campañas de Massa y Bullrich para revertir el resultado de las PASO implica decodificar a los libertarios y su forma de hacer política tomando como base las experiencias regionales y adaptar sus lecciones a la Argentina.

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¿Cómo ganarle a Javier Milei? Superada la sorpresa de los primeros días de las PASO, las dos campañas de las coaliciones tradicionales, Unión por la Patria y Juntos por el Cambio, se avocaron a estudiar la radiografía del escrutinio, dónde se perdió la mayor cantidad de votos en relación a 2021 y 2019 -dónde creen que hay margen para crecer-, y cómo recalibrar el posicionamiento y los discursos frente a una tercera opción que de forma inesperada se convirtió en la primera en estas elecciones 2023

Un capítulo sobre cómo reformular ambas campañas con el fin de alcanzar el balotaje implicó acudir a las experiencias regionales y mundiales para decodificar cómo crece esta expresión libertaria, parte de la llamada nueva derecha global, y reconocer sus puntos fuertes y débiles. También entrar en contacto con quienes vienen estudiando estos fenómenos e incluso participando de procesos electorales que consiguieron revertir derrotas o evitar sus victorias. Y adaptar sus lecciones a la Argentina.

Una de las intelectuales que más ha estudiado estos fenómenos políticos es la académica española Esther Solano. A lo largo de las últimas semanas, tanto desde Juntos como en Unión por la Patria han consultado su trabajo y tomado algunos de los aprendizajes que esta investigadora plasmó en sus libros "La paradoja de Bolsonaro" y "El odio como política. La reinvención de las derechas en Brasil". Allí alienta a abandonar las viejas escuelas de estrategias electorales y apostar por acciones creativas.

Del cruce de sus consejos con las primeras encuestas que buscan retratar el votante de Javier Milei emergen coincidencias que no son casuales. "Estos outsiders movilizan las placas tectónicas sociopolíticas de un país", graficó la investigadora en una reciente entrevista brindada al portal Seúl, en Argentina. Habla en plural porque a su juicio, más allá de los matices, los Milei, los Bolsonaro, los Trump o los Orban (Hungría) y Meloni (Italia) en Europa forman parte de un mismo proceso contemporáneo.

Como la historia prueba, no son fenómenos "impenetrables, tienen contradicciones y elementos de disputa", lo que implica que existen "lugares por donde resquebrajarlos", comentó la misma académica en otro reportaje a la agencia Telam.

Por qué no se detectan o se subestiman los fenómenos Milei

El primer paso para entender estos fenómenos -puntualiza Solano- es no subestimarlo: comprender que no se trata de experiencias aisladas sino parte de un proceso global y que no surgen de la nada sino que anidan en las sociedades. La sorpresa electoral que generan a partir de contradecir a gran parte de las encuestas previas radica en las falencias metodológicas de estos trabajos, salvo los que se concentran en la "escucha atenta" como mecánica por sobre la mera recolección cuantitativa de datos. Se trata de un voto antisistémico "por debajo del radar", resalta.

Ya en mayo, un trabajo de la Celag que suele basar sus relevamientos en cuestionarios cualitativos presenciales había detectado que el fenómeno Milei estaba subvalorado en los sondeos y lo aproximaba a ese 30% de votos que finalmente rozó. Otro estudio de corte similar, a cargo de la encuestadora Zuban Córdoba, hizo lo propio en la recta final a las PASO. De hecho, dentro del espacio de Milei, fue ampliamente ponderado porque coincidía con sus previsiones en torno al 24%.

Lo mismo sucede a la política cuando la militancia abandona el territorio para centrarse en las herramientas virtuales. En una de sus pocas indicaciones públicas vinculadas a la campaña, la propia Vicepresidenta Cristina Kirchner había hecho hincapié en ese divorcio con la gente en pos de las redes sociales. También en Juntos resolvieron potenciar la campaña de cercanía puerta a puerta con el viaje de Bullrich a casi 50 ciudades y pueblos en donde a la coalición le fue mejor en el pasado.

Tomando como base sus conocimientos sobre Bolsonaro -en quien Milei encuentra un referente-, Solano describe en una conversación titulada "Las derechas radicales contemporáneas en Brasil (y América Latina): aprendizajes y desafíos para las izquierdas", junto con el académico Breno Bringel, el universo de estos votantes. 

Los divide entre "quien se siente identificado con él (y sus ideas). Y otra cosa es el votante que está absolutamente desencantado de la política, que está absolutamente resentido" y que "se siente absolutamente abandonado, se siente huérfano políticamente y se siente totalmente humillado en el sistema político"

Efectivamente, uno de los aspectos que Solano señala en sus análisis como gravitante para la irrupción y crecimiento de estas figuras enmascaradas muchas veces como "outsiders" es la ausencia de horizonte. Un sondeo de CEOP Latam realizado a fines de agosto muestra que los sentimientos negativos predominan entre las personas consultadas cuando se les pregunta sobre cómo viven el presente: el 43,3% lo hace con incertidumbre; el 19,2%, con odio/ bronca y el 12,8%, con miedo.

En ese escenario oscuro, el discurso del odio se banaliza incluso frente a electores que pueden ser potenciales blancos de esas arengas -es el voto de los negros en Brasil, a favor de Bolsonaro, o las clases populares, a favor de Milei-. 

Solano lo tilda de "odio pop" por las nuevas formas en las que se lo comunica para alcanzar a los más jóvenes desde las redes, mostrándolo como novedoso, rebelde, jugando con conceptos "divertidos" de la cultura pop, hasta místicos, como los memes de una cita bíblica de Milei sobre "las fuerzas del cielo" aggiornados con iconografía de Dragon Ball. Para Solano, reviste un sentido de pertenencia a algo nuevo, a lo que se llega desde lo privado -las redes- por el fracaso de lo público.

"Esa idea de que en el fondo disculpamos a gente como Bolsonaro o Trump porque es básicamente el estilo retórico que tienen, que es un estilo provocativo y que busca la confrontación, pero que realmente no están pensando eso", apunta Solano.

La segunda condición para la irrupción de estas expresiones más radicalizadas es que fracasen las opciones naturales de la derecha más moderada frente a las cuales se muestran como alternativas correctivas. No es casual que haya sido Juntos por el Cambio el que perdió el grueso de sus votantes ahora -a UP le había pasado lo propio en 2021- ni que su candidata, Patricia Bullrich, haya quedado como la más desdibujada desde lo discursivo en esta etapa hacia las generales.

La revitalización de Juntos por el Cambio restaría una parte importante de votos a Milei y le serviría también al Gobierno para dividir el voto opositor y crecer en sus posibilidades, paradójicamente, siempre que logre retener su base y ampliarla para no arriesgarse a quedar fuera de un balotaje.


Cómo hablarles a los votantes de Milei desde Juntos y UP

En la previa a las PASO, desde Unión por la Patria buscaron diferenciarse de Milei descalificándolo como un autoritario. El mismo discurso prevaleció en los días posteriores al 13 de agosto, en los análisis públicos y privados de varios de los voceros de la derrota. "Es Massa o el abismo", fue uno de los mensajes que circuló por Whatsapp.

Ya en 2018, con Lula fuera de carrera y un balotaje que puso a Bolsonaro frente a Fernando Haddad, el PT eligió un lema similar: democracia versus fascismo. Al entender de Solano, esa estrategia fue un error y le costó la elección al PT. Apelar al miedo desde valores ideológicos es demasiado abstracto y alejado para las necesidades que motorizan el voto a favor de estas expresiones disruptivas, sostiene Solano. Su elección se ancla en cuestiones mucho más concretas y cotidianas que generan incertidumbre: por caso, la inflación y la inseguridad.

El elector promedio de Bolsonaro o Milei no viven esta elección como una batalla épica sino como una manera de manifestar "una situación de cabreo (sic), frustración y resentimiento" -en palabras de Solano a la agencia Telam- en la que se ve inmersa. La gente busca culpables y el discurso de "la casta" encaja a la perfección con ese malestar y la falsa certeza que da encontrar un "chivo expiatorio" a quien castigar.

Un sondeo a cargo de GOP y Trespuntozero de la previa a las PASO culpa a "los políticos" en un 76,1% por la crisis que atraviesa la Argentina. El siguiente responsable es el sindicalismo aunque con un porcentaje muy por detrás: 6%. Y le siguen los medios (4,7%) para completar el podio. Las mismas personas encuestas creen que el Estado es ineficiente (77,8%) -el promedio se mantiene por arriba del 70% en todos los cortes geográficos, etáreos y sociales-, y en gran medida se atribuye a sus autoridades: "Los dirigentes son corruptos" (35,1%), "Por sus falencias en varias áreas de gestión" (28,4%) y "Mal manejo del gasto público" (17,9%).

"¿Qué han sabido hacer estos personajes? Han sabido radiografiar muy bien la rabia presente, sus causas, y saben que la rabia se politiza y se electoraliza de una forma relativamente fácil", le sumó Solano a Seúl.

La clave para revertir el discurso no pasa por descalificar al candidato o caricaturizarlo -a riesgo de que su votante se sienta violentado- sino interpelar al electorado y contextualizar las propuestas de los Milei, los Bolsonaro y los Trump y la manera cómo sus planteos políticos -ejemplo, la dolarización-pueden afectarlos en su vida cotidiana. Solano describe a estos actores políticos como "mediáticos" pero hábiles para conectar "profundamente con historias, biografías y afectos que son muy estructurantes en la sociedad", que es el anclaje que perdieron las fuerzas tradicionales.

Y ligado a ello la capacidad de enamoramiento de los Milei "porque recuperan algo que la gente ha perdido en su día a día que es la pasión, la pasión por ser alguien, la pasión por que te vean", indica la intelectual en sus análisis. Lo que puede explicar en parte la proyección en la intención de voto creciente, acorde a los sondeos postPASO, para La Libertad Avanza. Una lectura que prevalece dentro del mismo espacio: "La gente quiere sentir que ganó algo", deslizó a El Cronista una fuente del armado libertario.

No deja de llamar la atención, sin embargo, las evidentes contradicciones entre lo que expresan quienes se declaran votantes de Milei y el propio Milei sobre el rol del Estado. "La gente no quiere que el Estado sea destruido, ni tampoco que sea mínimo, quiere que sea más eficaz, eficiente, con servicios de calidad", enfatiza Solano a Telam. La premisa del "Estado mínimo" no tiene consenso social: tal es una de las aristas que más ha procurado aprovechar la campaña de UP en este tramo postPASO, con diversas acciones desde el Estado.

El modo, afirma Solano, es quebrar ese enamoramiento que ciega con un shock de realidad, "no desde la autoridad sino desde el afecto, desde la acogida". Lo compara con un enganche tóxico frente al cual no hay crítica que penetre sino que a la persona se la debe acompañar y contener hasta que por sí sola lo descubra y reaccione. Y sugiere apoyarse en grupos aliados como lo fueron en Brasil las madres de adolescentes preocupadas por el acceso a las armas que promovía el Presidente.

Hacia allí apuntan, por caso, las últimas exhortaciones públicas de Massa en La Rioja a las madres para que hablen con sus hijos y les expliquen que "más allá de la diversión en Tik Tok lo que está en juego es su futuro".  O Bullrich cuando busca diferenciarse de Milei y presentarse como una opción de cambio posible con estructura que le falta a Milei. Paradójicamente, esa esa misma estructura política la que el votante del libertario responsabiliza por los fracasos. 

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