EL CRONISTA EN ESPAÑA

Cómo sigue la salud de Alberto Fernández y dónde va a estar cuando hable Cristina Kirchner

La descompensación del Presidente corrió el eje de la participación argentina en la cumbre en Indonesia. Los bombardeos a Polonia también alteraron el ritmo. El detalle de las últimas horas de la gira global

Fueron diez días de reuniones, lobby, puja de intereses, encuentros protocolares, jet lag, frío europeo y calor sofocante en Asia. Eso, más dos hechos inesperados. El primero fue el gran susto que se llevó el Presidente Alberto Fernández el martes a la mañana en la isla de Bali. El segundo fue la guerra, que trastocó el clima en la cumbre del G20 en Indonesia.

El traductor oficial de Presidencia, el histórico Walter Kerr, también se impactó y pegó un grito. La escena se dio en el ascensor del hotel Apurva Kempinski Bali, en cuyo centro de Convenciones se realizó la cumbre del G-20.

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La "gastritis erosiva con signos de sangrado" es una señal de su cuerpo que el abogado de 63 años deberá atender en adelante. El vahído de Fernández tuvo una consecuencia indirecta: un breve deshielo en la relación con Cristina Kirchner, quien lo llamó para escuchar de primera mano qué le había pasado.

El gesto de cortesía tampoco hace milagros. El vínculo y la confianza entre el Presidente y la Vice siguen cortados. Y el estado de la sociedad hoy se pondrá a prueba nuevamente cuando Cristina hable en La Plata en medio de un acto por el Día de la Militancia que la tendrá como única oradora, a 50 años del retorno de Juan Domingo Perón a la Argentina.

Dónde estará Alberto cuando hable Cristina

Mientras las Vicepresidenta dé su discurso en el Diego Maradona de La Plata, tanto Fernández como Sergio Massa y el resto de la delegación estarán arriba de un Airbus de Aerolíneas Argentinas rumbo a Ezeiza. Y, aunque quieran, ni siquiera podrán seguirlo desde sus celulares.

En al Airbus alquilado a Aerolíneas Argentinas para la gira no hay servicio de WiFi. El Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), conducido por el massista Claudio Ambrosini, autorizó internet para la flota presidencial. Pero el chárter de Aerolíneas ni figura en esa lista. "Es suicida hacer viajes tan largos desconectados", se quejó un funcionario desvelado en el avión.

La vuelta de la delegación argentina se concretará mañana temprano en hora ya de Buenos Aires. La escala madrileña demoró el regreso. El Gobierno aprovechó las 12 horas en la capital de España para sumar una bilateral al paso: la de Alberto Fernández con Yolanda Díaz Pérez, ministra de Trabajo y Economía Social y vicepresidenta segunda de Pedro Sánchez.

Cerca del Presidente no guardan expectativa sobre las palabras que pronunciará CFK. Incluso simulan desinterés. Aunque el experimento del Frente de Todos nunca llegue a romperse, el deterioro de la sociedad política ya no tiene vuelta atrás.

El traductor oficial de Presidencia, el histórico Walter Kerr, también se impactó y pegó un grito cuando el Presidente se descompensó en el ascensor del hotel Apurva Kempinski Bali, donde se realizaba el G20

Clima de guerra en Bali

El otro punto que alteró la dinámica de la gira fue el inesperado bombardeo a Polonia. El miércoles, la isla de Bali era un caos. Estaban cortadas las calles cercanas a los hoteles y centros de convenciones en los que paraban los principales líderes del mundo, empezando por Joe Biden. Hubo reuniones a las apuradas de los integrantes de la OTAN, la alianza militar del hemisferio norte, entre gran parte de Norteamérica y Europa, dentro del G20.

El fantasma de la inminencia de una Tercera Guerra Mundial, sin embargo, se despejó rápidamente. Hasta Biden, que en la mañana del miércoles conversó brevemente con el canciller Santiago Cafiero, descartó que las dos bombas hayan sido lanzadas por las fuerzas rusas de Vladimir Putin.

Como sea, el alto al fuego en Ucrania sigue siendo una quimera. Pese a la cruzada que encabezó el francés Emmanuel Macron en el Foro de Paz de París y luego en el G20, con Alberto Fernández como su aliado regional, no hay perspectivas de que termine la guerra.

La afinidad entre Macron y el Presidente argentino quedó en evidencia tanto en París como en Bali. A lo largo de cinco días de convivencia, acumularon fotos, guiños y una bilateral en el Palacio del Eliseo. "Lo estoy por hacer peronista", bromeó el argentino ante uno de sus funcionarios. Tras el retiro de la canciller alemana Ángela Merkel, Macron busca ocupar su lugar. El francés de 44 años quiere ser el líder de una Europa que empieza a ser la gran perjudicada en la extensión de la invasión rusa.

En el Foro de la Paz y en el G-20, Alberto Fernández sumó un argumento al planteo: el de la desigualdad entre el norte y el sur del planeta. Las potencias no son las principales perjudicadas por la invasión de Putin a Ucrania. Tanto la pandemia como la guerra afectan más a los países pobres o "en vías de desarrollo". Según la FAO, el hambre alcanzará a 300 millones de habitantes que en su mayoría están en el Hemisferio Sur.

La afinidad entre Macron y el Presidente argentino quedó en evidencia tanto en París como en Bali. "Lo estoy por hacer peronista", bromeó el mandatario argentino ante uno de sus funcionarios

Pero el presidente francés no cuenta con el peso específico de Merkel. Y algo mucho más determinante para desanimar la causa anti-bélica: "Mientras la guerra le convenga a Estados Unidos, a Rusia y a China, no hay demasiados motivos para que se frene", aseguró con resignación y realismo político un funcionario argentino en Bali.

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