Lo más trucho de Argentina
Es la práctica psicológica más difundida en Argentina a pesar de haber sido abandonada en el resto del mundo por su ineficacia.
Los humanos tenemos la capacidad de falsificar muchas cosas. Podemos impostar amistades y cariños, podemos falsificar dinero y nos es posible también la mentira y el engaño. En Argentina hasta tenemos una palabra para eso: trucho.
Dentro de las imposturas argentinas hay una que se destaca tanto por su persistencia como por su expansión y, también, su capacidad de pasar desapercibida: El psicoanálisis, posiblemente la más longeva falsificación de la psicología real.
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Ya es un lugar común decir que Argentina es una de las capitales de los analistas y que esta práctica empapa la cultura popular. Este mote viene de un viejo estudio de la OMS que encontró en 2014 que en el país había 82.776 psicólogos activos, es decir, casi 200 profesionales de la salud mental por cada 100.000 habitantes.
No mucho ha cambiado. Psicología es una de las carreras más populares en el país, acaparando tanto como el 5,3% de los egresados (medicina tiene el 4,1% y la más estudiada, Derecho, el 13,4%). Según datos del Ministerio de Educación, la carrera de psicología creció 17% entre 2010 y 2022.
¿Cuál sería el problema, más allá de una sobrerrepresentación de una disciplina sobre otra? En Argentina el psicoanálisis ostenta un lugar de privilegio tanto en la academia como en el imaginario popular. Un lugar, por cierto, inmerecido. Aunque despejar el enorme (por extenso, no por su calidad) legado del psicoanálisis desborda la intención de este artículo; sirva de precaución conocer la historia real y bastante menos agradable de la disciplina inventada por Sigmund Freud y heredada por los psicólogos argentinos. A pesar de los ríos de tinta que han abultado los bolsillos de los psicoanalistas, no es una tarea titánica definir esta práctica. A saber:
Se trata de una manera de investigar la mente o el alma (concepto que Freud usaba pero que traductores más amables cambiaron por mente). Este método se basa en la asociación libre y la interpretación, de eventos como olvidos, fallidos, sueños y síntomas. La interpretación es territorio del analista que intenta descubrir un significado oculto que causa el evento.
La terapéutica del psicoanálisis se solapa con esto: el método interpretativo descubre las causas veladas del evento y supone que la interpretación correcta tiene efectos curativos sobre el paciente.
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El principal concepto del psicoanálisis es el "inconsciente freudiano" junto con el proceso de represión y retorno simbólico de lo reprimido. En pocas palabras, ciertos eventos (que pueden ir desde verdaderamente traumáticos como perder un familiar hasta absolutamente cotidianos como ver a alguien una pipa) se reprimen y se desplazan al inconsciente generando la sintomatología en forma simbólica (retorno de lo reprimido). Puede darse en sueños, fallidos y síntomas más graves (como una ansiedad generalizada).
La tarea del psicoanalista es usar el método de libre asociación para hacer el camino inverso (de la represión al motivo inconsciente subyacente). El edificio conceptual psicoanalítico incluye grandes generalizaciones de este tipo como el complejo de Edipo, la envidia del pene, las fases de la sexualidad (oral, anal, fálica y genital), las instancias psíquicas (yo, ello y superyó), las pulsiones, etcétera.
Esencialmente, los psicoanalistas trabajan de esta manera: charlan con sus pacientes (las famosas sesiones de diván) y tratan de desenredar aquello que está generando un síntoma que el paciente considera problemático. Sin embargo, tal como diría el ex psicoanalista Dylan Evans: "La meta de la cura psicoanalítica no es, según Lacan, sanar o curar en el sentido de producir una psique perfectamente sana. Las estructuras clínicas (neurosis, psicosis y perversión) son consideradas esencialmente incurables, y el tratamiento analítico se propone simplemente llevar al analizante a articular su verdad". El panorama no es muy alentador frente a los increíbles avances de la ciencia médica en los últimos 50 años, pero es todo lo que tiene para ofrecer la escuela freudiana y sus seguidores.
LOS PROBLEMAS DEL PSICOANÁLISIS
La teoría psicoanalítica, así, presenta varios problemas. Reunirlos todos en esta pequeña reseña es imposible por lo extenso y profundo de los problemas de la teoría. Primero, crear significados no es descubrir causas.
Muchas de las aflicciones psicológicas tienen causas, que van desde los sesgos confirmatorios hasta la ausencia de adaptabilidad conductual y las más serias pueden tener basamentos biológicos (como el autismo o la esquizofrenia). Para el psicoanálisis, es suficiente con hacer asociaciones libres a través del método interpretativo.
La interpretación se basa en relaciones semánticas o fonéticas (porque el único objeto de estudio del psicoanálisis es la palabra), y es increíblemente versátil y laxo, tanto que permite encontrar siempre casos confirmatorios. De hecho, los psicoanalistas inventaron el concepto de "resistencia" para defender sus interpretaciones sobre las valoraciones personales del consultante. Esto genera un serio problema de sesgo confirmatorio: se da más importancia a los datos favorables a la hipótesis del analista y se ignoran datos contradictorios.
Así, se inducen asociaciones consistentes con su teoría mediante preguntas tendenciosas. De lo poco específico de la teoría y su método es que surge la jungla de interpretaciones y escuelas del psicoanálisis, desde la sexualidad y la muerte en Freud, los arquetipos espirituales de Jung, las fantasías de pechos y penes en Melanie Klein, los juegos de palabras en Lacan, etcétera. A esto se suma el problema de la sugestión del analista sobre el paciente, algo que los propios casos de Freud atestiguarían para vergüenza de la disciplina como se verá más adelante.
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Segundo, ninguna de las revisiones ajustadas a estándares científicos sobre las técnicas del psicoanálisis han demostrado eficacia. Las revisiones de estudios (como las de Eysenck, Erwin, Rachman y Wilson, Van Rillaer, Holmes) no encuentran evidencias a favor de ninguna de las hipótesis específicamente freudianas. Para peor, varias de las grandes hipótesis del psicoanálisis han sido desmontadas por diversas investigaciones.
Puede tomarse como ejemplo la teorización sobre la génesis de la sexualidad infantil. Parte del éxito del psicoanálisis es que es, en parte, escandaloso y provocativo. Freud fue pionero en el tratamiento de la sexualidad infantil, aunque de manera infame. La hipótesis de la sexualidad infantil es de gran importancia en el psicoanálisis y por eso vale la pena desmontarla ya que el resto de las hipótesis corren una suerte parecida.
Para Freud todos los niños nacen sexualizados y transitan una etapa llamada "Complejo de Edipo" que en parte ayuda a formar las estructuras básicas de la mente. Los sociólogos criticaron fuertemente esta hipótesis a partir del efecto Westermarck que luego fue reconfirmado por Arthur Wolf: quien luego de investigar más de 14.000 casos de matrimonios en Taiwán, en los que los futuros cónyuges debían convivir desde niños (matrimonio mayor), o sólo se conocerían de adultos (matrimonio menor), encontró una clara relación entre uniones fracasadas y el matrimonio mayor. Los sociólogos Lionel Tiger y Joseph Shepher estudiaron más de 30.000 casos y gran cantidad de datos administrativos de los kibutz, donde los niños se crían en común, por una nodriza, sin tener mucho contacto con los padres. El resultado seguía siendo que la familiaridad durante la infancia influía luego en una indiferencia sexual. La teoría evolutiva, por su lado, explica la ineficacia de la supuesta latencia sexual si es que esta existiese.
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Otro encontronazo del psicoanálisis con la realidad es la cuestión de los sueños. Para Freud, los sueños constituían una fuente inagotable de interpretaciones ya que se trataba de la más clara exposición del desplazamiento de lo reprimido de manera simbólica.
Sin embargo, hoy conocemos científicamente, aunque parcialmente, el origen de los sueños: el aumento de acetilcolina estimula los centros emocionales del cerebro, mientras una reducción de la serotonina y norepinefrina deprimen las áreas encargadas de la atención, la memoria y el razonamiento. El sueño resultaría un intento del cerebro de dar coherencia a un cúmulo de información sin sentido (por lo general, una amalgama de conductas privadas del soñador, como estar nervioso o triste por algún evento) transmitido por el puente de Varolio. Es por eso que los recuerdos difusos de los sueños suelen ser o bien cotidianos (como soñar una discusión con un compañero de trabajo o soñar que se llega tarde a un examen) o bien difusos cuando el cerebro falla en darle sentido.
Es por esto que pocos conocen la verdadera historia de los pacientes clásicos de Freud, los casos que se estudian en la facultad de psicología, ya que todos fueron un rotundo fracaso. Acaso uno de los pacientes más famosos de Freud fue Serguei Constantinovitch Pankejeff, mejor conocido como "El hombre de los lobos". Cabe aquí destacar que toda la teoría psicoanalítica no se base en estudios de muchos casos con cierta relevancia estadística o en exámenes con controles. Todo lo contrario: Freud publicaría menos de una docena de casos y de allí aplicaría sus elucubraciones al resto de la humanidad.
Pankejeff tuvo 60 años de terapia psicoanalítica no solo de Freud sino de Ruth Mack Brunswick, Kurt Eissler, Wilhelm Solms-Rodelheim, entre otros. Todos aseguraron haberlo curado, una y otra vez. La periodista Karin Obholzer llegó a entrevistarlo poco antes de su muerte. Vivía en Viena, y era mantenido por una pensión otorgada por Kurt Eissler, fundador y director de los Archivos Freud. Sus síntomas jamás se apaciguaron y el mismo paciente llegó a decir: "En realidad, toda esta historia parece una catástrofe. Estoy en el mismo estado que cuando fui a ver a Freud la primera vez". Seguramente 60 años de terapia psicoanalítica no alcanzaron para derribar las resistencias de Pankejeff.
Otro caso emblema del psicoanálisis es el de Anna O., en realidad, Bertha Pappenheim. Fue presentado como el primer caso de éxito de la terapia del habla. Fue tratada por Joseph Breuer y Freud durante dos años. Claro que en el relato del caso se habla del éxito de la terapia y la remisión de síntomas. Sin embargo, Anna O. luego de dos años de análisis terminó internada en la clínica privada Bellevue, en Gross-Inzendorf, Suiza, a la cual llegó con todos sus síntomas, y también con una adicción a la morfina y al cloral (que eran administrados por Breuer). La curación del psicoanálisis en este caso significó pasar del diván al manicomio. Ernest Jones, el biógrafo oficial de Freud, fue el que reveló el verdadero nombre de Anna O. y permitió que se siga la pista real del caso.
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Según un análisis bibliométrico de las carreras de psicología en Argentina entre 2009 y 2015, realizado por Catriel Fierro en la Universidad Nacional de Mar del Plata, tanto facultades privadas como públicas registran predominio del psicoanálisis (entre un 52 y un 59% de las referencias). Freud, por supuesto, es el autor más citado por lejos durante toda la formación.
¿Por qué entonces el psicoanálisis parece funcionar para algunas personas? Hay varias explicaciones posibles para los casos más sencillos. Por un lado, el efecto placebo, cuando un paciente tiende a la mejoría por el solo hecho de estar en tratamiento (sea este eficaz o no). Por el otro, el efecto de regresión a la media: las personas suelen buscar ayuda cuando los problemas están en su pico de intensidad y se suele atribuir al contexto terapéutico la disminución de los síntomas (aunque esto puede darse por el simple hecho de haber superado la máxima instancia de malestar).
Hoy, la Ley Nacional Nº 26.657 de Salud Mental, aclara, en el apartado de Derechos: "c) Derecho a recibir una atención basada en fundamentos científicos ajustados a principios éticos." (Ley 26657, cap III, art.7.c) Y en su implementación, según Decreto Nacional 603/13: "c) La Autoridad de Aplicación deberá determinar cuáles son las prácticas que se encuentran basadas en fundamentos científicos ajustados a principios éticos. Todas aquellas que no se encuentren previstas estarán prohibidas" (Decreto de reglamentación 603/13, cap IV art. 7.c).
El Psicoanálisis no tiene base científica, por lo tanto, iría en contra de la ley. Si entendemos "fundamentos científicos" como "estudios que avalen su eficacia como terapia»", el Psicoanálisis tampoco tiene eso (especialmente en su variante lacaniana). El Psicoanálisis no cumple con otros requisitos de la ley, como especificar la duración y el resultado del tratamiento. Esto se vuelve doblemente problemático cuando se considera, como se mencionó antes, que el psicoanálisis y sus variantes tienen una gran incidencia en la formación de los nuevos psicólogos.
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Por lo inabarcable de las críticas, solo queda recomendar algunos libros para profundizar.
"Las Ilusiones del Psicoanálisis" por Jacques Van Rillaer y "Grandeza y Decadencia del Imperio Freudiano" por Hans Eysenck, ambos textos son criticas sistemáticas a todo el psicoanálisis, desde la clínica hasta la historia pasando por la propia figura de Freud.
"El libro negro del psicoanálisis", de varios autores, es otro buen punto introductorio y de fácil lectura para el neófito. Además, es divertido por haber generado un fuerte recelo en Francia y una poco feliz respuesta por parte de los psicoanalistas.
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