Las brechas de género invisibles
El artículo complementa estas brechas educativas con otros datos similarmente preocupantes. Los varones jóvenes tienen al menos el doble de probabilidades de ser diagnosticados con trastorno por déficit de atención con hiperactividad y el doble de probabilidades de ser suspendidos. Son significativamente más propensos a abusar de las drogas ilícitas y el alcohol. Están sobre representados entre quienes ni estudian ni trabajan, y sufren altos índices de depresión, con cuatro veces más probabilidades de morir por suicidio.
No tengo datos comparables sobre Argentina. Pero como educadora he conversado extensamente con autoridades de muchos colegios secundarios. Dan cuenta de una cultura en la cual el buen desempeño académico tiende a ser prestigiante entre las chicas, mientras que es objeto de bullying y pérdida de popularidad muchas veces entre los varones. Si miramos la otra cola de la distribución, la de los estudiantes problemáticos, quienes se llevan montones de materias todos los años, reciben sanciones disciplinarias o directamente repiten o abandonan, tienden a ser abrumadoramente varones.
En Argentina contamos con métricas a nivel universitario, y el cuadro que éstas ofrecen es muy comparable a lo observado en Estados Unidos y otros países del primer mundo. En el último relevamiento del Ministerio de Educación de la Nación realizado en 2019, las mujeres constituyen el 59% de los estudiantes de grado, 59% de los estudiantes de posgrado, y el 62% de los egresados, incluyendo todas las carreras y todas las universidades, tanto públicas como privadas. Apenas en 2006, las universidades tenían mayoría masculina, con sólo un 43% de mujeres en las aulas. Desde entonces, la matrícula femenina universitaria creció 59%, mientras que la masculina sólo un 11%.
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Reeves es muy claro en su libro respecto de algo que debiera resultar obvio: las métricas de inteligencia son muy similares en ambos géneros. Pero encuentra, en promedio, marcadas diferencias en motivación, autodisciplina, resiliencia frente a la adversidad, entre otras características que son tan importantes como la capacidad intelectual para alcanzar metas.
En resumen, lo que la literatura internacional señala, y los datos mucho más limitados locales convalidan, es que hay un grupo, minoritario pero muy significativo de varones que se están cayendo o tienen alto riesgo de caerse del sistema. A quienes les cuesta fijar objetivos y sostener la motivación para cosechar resultados positivos. Con una falta de hábitos saludables. Y que no están encontrando la manera de hacer un uso productivo de su tiempo para construir su futuro.
Y no ocurre solamente en sectores afectados por la falta de oportunidades de una sociedad argentina que involuciona. Ocurre inclusive en segmentos de la población que cuentan con las mejores condiciones y las mayores oportunidades.
Muchos autores describen hoy este fenómeno. Hay cantidad de hipótesis sobre las razones que pudieran darle origen, mucha polémica, y al final del día más preguntas que respuestas.
Pero no hay duda de que se trata de un problema serio, sobre el que necesitamos construir conciencia social. Y en el que debiéramos ser muchos más los involucrados, en ámbitos educativos, académicos y de políticas públicas. Preocupados y ocupados de entenderlo y de revertirlo.
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